19 de octubre de 2011

"Insatiable" Capitulo 6

Publicado por Ororo
Aquí esta el capitulo 6 de "Insatiable"

"Yamamoto sin decir una palabra le siguió mientras avanzaban por el pasillo rumbo a la oficina de Tsuna, lugar en el cual el guardián de la nube estaría esperando al jefe de la familia, jefe que no podría hablarle. Tsuna se había encerrado en su habitación una vez que Chrome había tenido que irse, hace ya unas horas atrás, prometiendo que regresaría pronto, que tenia que arreglar unas cosas antes de poder ayudarle a superar todo esto, a estar a su lado para acompañarle."

Ororo.



"Insatiable"

Capitulo 6: “Acción y reacción”

Gokudera no sabía como reaccionar, bueno en realidad si lo sabía, por eso mismo estaba haciendo añicos todo a su paso en una de las salas de entrenamiento de la mansión, as paredes estaban quemadas y las ventanas tenían los cristales rotos, ¿Cómo lidiar con algo como esto? Quería hacer picadillo a Mukuro, hacerle pagar por lo que había hecho, demostrarle que no se toca al jefe de la familia Vongola y se sale impune de ello…Soltó un gruñido mientras encendía dos dinamitas y las arrojaba al otro extremo del lugar, de inmediato el humo lo lleno todo, para luego comenzar a salir por las ventanas rotas.

-       ¿Hayato? – escuchó una voz mas que conocida, Gokudera no quería verle, no quería hablar con nadie, no quería ver a nadie, mucho menos a Yamamoto, sabía que acabaría contándole, y no podía hacerlo, le había prometido a Tsuna que esperaría - ¿Hayato? – le preguntó de nuevo, colocando una mano en el hombro del peligris, notando como este se tensaba bajo su toque.

-       Takeshi…- dijo en un susurro, volteándose para clavar sus ojos claros en los oscuros del espadachín, el cual le miraba con preocupación.

-       No he podido hablar con Tsuna…- comenzó a decir Yamamoto.

-       ¿Sucedió algo? – inquirió el peligris notando que para lo que sea que le buscaba el espadachín era por algo relacionado con la familia y no con lo que acababa de descubrir.

-       Hibari esta aquí – anunció Yamamoto sin miramiento alguno.

-       ¿Hibari? – inquirió el consigliere.

-       Si, dijo algo de un informe sobre las investigaciones de Dino – le explico el espadachín.

-       Ah, cierto, lo había olvidado…- le respondió Gokudera comenzando a caminar en direccion hacia la puerta de aquella sala, dejando  tras de si el desastre de su ira.

Yamamoto sin decir una palabra le siguió mientras avanzaban por el pasillo rumbo a la oficina de Tsuna, lugar en el cual el guardián de la nube estaría esperando al jefe de la familia, jefe que no podría hablarle. Tsuna se había encerrado en su habitación una vez que Chrome había tenido que irse, hace ya unas horas atrás, prometiendo que regresaría pronto, que tenia que arreglar unas cosas antes de poder ayudarle a superar todo esto, a estar a su lado para acompañarle. Gokudera había tenido que no solo lidiar con lo recién descubierto, sino que también con el interrogatorio de los otros guardianes, de Reborn mismo, ellos habían  notado el comportamiento errático del jefe, ellos presentían que algo malo había pasado, pero el peligris no les había dicho nada…sumado a ello la presencia de Varia en la mansión y ahora la aparición de Hibari Kyoya. Todo esto no parecía ser una buena señal, Gokudera aun tenía un mal presentimiento, uno que aun no quería compartir con Yamamoto.

-       Luces cansado Hayato ¿Estas bien? – interrogó el espadachín caminando al lado del consigliere.

-       ¡¡Por supuesto que no estoy bien!! – le gritó Gokudera deteniéndose abruptamente en el pasillo.

-       Dime que sucede entonces – le enfrentó el espadachín con firmeza en la voz.

-       ¡¡No puedo!!

-       ¡¡Mira como te tiene todo esto!! – le reprochó el moreno – Solo dímelo – le dijo en un susurro, acariciando su rostro con suavidad, disfrutando como Gokudera ladeaba la cabeza para sentir mejor la mano del espadachín, la simple caricia relajándole rápidamente…

-       No puedo…simplemente no puedo…- le respondió con voz suave.

-       Esto esta comenzando a ser molesto…- se escuchó a una tercera persona – O tenemos la reunión ahora, o los morderé a todos hasta que mueran – era Hibari Kyoya, y su típica amenaza, Yamamoto y Gokudera se separaron y miraron al otro guardián, el cual estaba cruzado de brazos apoyado en el umbral de la puerta de la oficina de Tsuna.

-       El décimo no va a venir…- le dijo Gokudera acercándose al guardián de la nube.

-       Si el no viene, asumo que debo lidiar contigo.

-       Exacto.

-       Entonces comencemos, no tengo todo el día – fueron las escuetas palabras de Hibari antes de desaparecer en el interior de la oficina. El peligris miró a Yamamoto.

-       Después hablamos, encárgate de todo.

-       Por supuesto – y tras esas palabras del espadachín, Gokudera se adentró en la oficina con Hibari, mientras mas rápido lidiara con el guardián de la nube mas rápido podría regresar a destruir cosas, o a los brazos de Yamamoto, lo que sea que pudiera distraerle lo suficiente…

Al momento de cerrar la puerta a su espalda, lo primero que notó fue el hecho de que Hibari estaba sentado en el borde del escritorio, de brazos cruzados y con la mirada clavada en Gokudera, a la espera de algo.

-       ¿Por qué el décimo no me pudo recibir? – interrogó Hibari sin esperar a que el peligris pudiera decir algo siquiera.

-       No se sentía muy bien…- le respondió Gokudera acercándose unos pasos al lugar en donde estaba Hibari, el cual continuaba mirándole atentamente.

-       ¿Solo por eso? – dijo enarcando una ceja.

-       Si.

-       ¿Peleaban por eso? – inquirió poniéndose de pie y acercándose a Gokudera.

-       ¿Ah?

-       Tú y el guardián de la lluvia.

-       Yo…- Gokudera no sabia que responder, Hibari era demasiado perspicaz, sospechaba de algo.

-       No debe ser solo por eso ¿No es así? – se cruzó de brazos – Debe haber algo mas…- el consigliere comenzaba a ponerse nervioso ante la mirada insistente del otro guardián ¿Qué decirle? ¿De que manera escaparse de este interrogatorio que parecía estarle acorralando? No podía simplemente decirle.

-       No es nada que no podamos resolver…- le respondió el peligris con voz firme, pues no mentía, sabía o por lo menos tenía la seguridad de que lo que sea que sucediera de ahora en adelante podrían resolverlo.

-       Mmm…- el guardián de a nube no dijo nada mas, pero no por eso desvió la mirada de Gokudera - ¿Reborn sabe lo que sucede? – inquirió, a lo que el peligris frunció el ceño y achicó la mirada

-       No hay nada que saber…- soltó Gokudera con enfado, un poco harto de la actitud de Hibari. Siendo el guardián que era, era parte de su personalidad y de su propio atributo el mantenerse a distancia, mantenerse alejado de la familia, y eso era lo que el peligris no entendía del todo, ¿Por qué preocuparse ahora por el décimo? ¿Qué era diferente? Si siempre había sido distante y poco preocupado.

Lo que Gokudera no sabia era que si bien Hibari mantenía una distancia, eso no quitaba el hecho de que le importaba la familia, mas en concreto Tsunayoshi, después de todo, había sido este el que había cambiado su vida para siempre y le había convertido en guardián. A pesar de todo, si le preocupaba, solo que tenia una manera especial de demostrarlo y una reputación que mantener, así que no podía mostrar su preocupación así como así…

-       Quiero ver al décimo después de que te entregue el informe – y fue allí que Gokudera supo que no podría negarse a ese pedido.

A Hibari Kyoya no se le dice que no.

Nunca.


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Podía verle dormir, desde donde estaba podía ver cada ángulo de su cuerpo, sus hombros, cintura, cadera y piernas, estaba durmiendo de lado, la sabana le cubría hasta la mitad del hombro, su cabello castaño mas revuelto que de costumbre, sonrió para si mismo al verle moverse levemente .Estaba sentado en el umbral de la ventana, mirándole dormir, la ventana tras el estaba abierta, dejando que la brisa nocturna entrara y acariciara su cabello largo y azulado, volvió a sonreír al ver como la silueta en la cama se movía nuevamente.

-       No puedes escapar de mi Tsunayoshi-kun – soltó en un susurro poniéndose de pie y acercándose a la cama, a pesar de la cercanía, el joven Vongola no se había percatado de la presencia, continuaba durmiendo tranquilamente sin saber que tenia visita otra vez.

Mukuro se sentó en el borde de la cama, admirando cada detalle del rostro durmiente del joven jefe Vongola, su rostro tranquilo, su respiración acompasada, la piel a la vista de su cuello, casi se sentía como un vampiro admirando ese suave pedazo de piel.

-       ¿Cómo puedes descansar tan tranquilamente conmigo aquí? Después de todo lo que te he hecho…después de todo lo que te hice…- por primera vez algo en el interior de Mukuro se oprimió al recordar las lagrimas, los gritos, la desesperación ¿Es que acaso comenzaba a sentir culpa? ¿Culpa? ¿Arrepentimiento?

-       No lo se – escuchó la voz de Tsuna en un susurro, el guardián de la niebla enarcó una ceja al ver como el pelicastaño se volteaba hasta clavar sus ojos cafés en los bicolor de Mukuro, en su rostro se veía cierta tristeza, cierto desconcierto, como si no entendiera el porque de sus acciones, lo cual probablemente era así…

-       ¿Cuánto llevas despierto? – inquirió Mukuro sin moverse de donde estaba, sin dejar de mirar a Tsuna, el cual desvió la mirada un segundo antes de volver a mirar a su guardián.

-       Te sentí entrar…- fue la simple respuesta del menor, a lo que Mukuro soltó  una risita suave.

-       ¿Cómo?

-       Siempre he podido sentirte, desde que te conocí, siempre ha sido así…- le explicó el castaño sentándose en la cama, acomodándose para así acabar frente a frente con el mayor -  No lo sé muy bien, pero siempre he sido capaz de percibirte, de saber cuando estas cerca…

-       Una curiosa habilidad.

-       Así es…- le respondió Tsuna poniéndose de pie y acercándose a la ventana que el mayor había dejado abierta - ¿Qué haces aquí Mukuro? – inquirió volteándose a ver a su guardián, el cual no se había movido del lugar en donde estaba, siguiendo con la mirada al menor

-       - el mayor no respondió, ¿Cómo responder algo que el estaba poco a poco dejando de entender? Tsuna era su obsesión, su deseo…Sin poder hacer nada, ahora su mundo giraba en torno al joven jefe Vongola, simplemente había querido verle, nada más, y ahora se enfrentaba a una pregunta que no podía responder.

-       Vete de aquí – dijo de pronto el castaño – Si mis guardianes descubren que estas aquí, te atacarán – le dijo con voz calmada, y algo casada.

-       ¿Solo me atacarán?

-       Nadie tiene porque saber lo que me hiciste.

-       ¿O sea que nadie lo sabe? – inquirió Mukuro poniéndose de pie, acercándose a pasos lentos al joven Vongola.

-       ¡Solo vete! – exclamó perdiendo poco a poco la paciencia, el tener al su guardián de la niebla en la misma habitación con el, no hacia las cosas mas fáciles, su cabeza le gritaba que se alejara lo mas pronto posible ¿Quién le aseguraba que lo que sucedió la ultima vez no se repetiría? Mientras que en su estomago las mariposas revoloteaban desbocadas.

-       ¿Y si no quiero?

-       ¡¿Por qué siempre tienes que hacer todo más difícil?! – exclamó exasperado, retrocediendo a cada paso que Mukuro daba,

-       ¿Hacer difícil?

-       ¡¡Esto!! ¡¡Vete de aquí!! ¡¡Déjame en paz!! – gritó con los ojos cristalinos de lagrimas que no derramaría Mukuro estaba frete a el, a escasa distancia, Tsuna quiso empujarle, pero el mayor le sujetó ambas muñecas antes de que pudiese apartarle.

Con las muñecas de Tsuna firmemente sujetas le acercó a su cuerpo, haciendo desaparecer la distancia entre ellos, el menor tembló levemente ante la cercanía, aunque no podía saber bien porque, si por miedo o emoción ¿¡Como podía sentir dos cosas tan diferentes por una misma persona!?

-       Mukuro…déjame ir, solo déjame – susurró el castaño con la voz cansada, el mayor acercó su rostro al de Tsuna, percibiendo el aroma tan característico del menor, ese aroma del cual no podía dejar de ser adicto.

-       No puedo…- le respondió el joven de ojos bicolor con la voz cargada de sinceridad, por primera vez había respondido con la verdad, sin trucos, solo la verdad, Tsuna se revolvió en el agarre, intentando de alejarse del mayor.

-       Vete…- suplicó con la voz temblorosa, una lagrima rebelde deslizándose por su rostro, Mukuro clavó sus ojos en el camino de esa solitaria lagrima, sintiendo como algo dentro de el se oprimía. ¿Qué demonios le estaba haciendo el chico Vongola? ¿¡Que demonios le provocaba en su interior!?

-       Yo…- era el turno de Mukuro de quedarse sin palabras nuevamente ¿Qué decir ahora? ¿Qué decir en esta situación después de todo lo hecho? ¿Después de todo el daño?

Tan ensimismados el uno en el otro que no escucharon que alguien llamó a la puerta, tampoco la escucharon abrirse, ni los pasos, fue Gokudera el que se hizo notar, y no de manera suave.

-       ¡¡¡Bastardo!!! – exclamó acercándose a ellos a pasos rápidos, sujetando a Mukuro de uno de los hombros y separándolo de inmediato de Tsuna, arrojando al ilusionista con fuerza hacia una de las paredes, lugar en donde quedó acorralado por Hibari, con una tonfa peligrosamente sujetándole del cuello y la otra cerca del estomago, lista para golpear a cualquier movimiento sospechoso.

-       Así que era esto – soltó Hibari clavando sus ojos en Mukuro y luego en Gokudera, el cual sujetaba al joven Vongola de los hombros.

-       ¿¡Estas bien!? – interrogaba Gokudera mas que alarmado con todo esto, Tsuna no respondía, tenía la mirada clavada en el suelo - ¿¡Hizo algo!? ¿¡Décimo!? ¿¡Décimo!? ¿¡Tsuna!? – el mencionado levantó la cabeza al escuchar su nombre salir de los labios de su consigliere.

-       No le toque – respondió Mukuro con una sonrisa de medio lado – Por lo menos no ahora – dijo aumentando aquella sonrisa, provocando que Gokudera pudiera sus manos en puños con tanta fuerza que sus nudillos se colocaron blancos.

-       Maldito – soltó el consigliere en un susurro.

-       Aquí hay algo que me estoy perdiendo – una nueva voz resonó en la habitación.

-       ¿Yamamoto? – inquirió Tsuna mirando al espadachín que se acercaba a el y a Gokudera a pasos lentos.

-       ¿Hayato? – interrogó el moreno.

-       ¡Ahora no! ¿Décimo? – dijo primero a Yamamoto y luego a Tsuna.

-       No hizo nada – respondió el castaño en un susurro quedo.

-       ¡Debería matarle! – soltó Gokudera sacando una de sus dinamitas.

-       ¡No! – le detuvo Tsuna sujetando la mano que llevaba el mencionado explosivo. Su guardián de la tormenta le miró incrédulo ¿Cómo podía detenerle? Mas aun cuando pretendía atacar a quien había abusado de el.

-       ¿Por qué? – interrogó Gokudera.

-       Solo…solo sácalo de aquí – dijo soltando al peligris y dándole la espalda, no podía lidiar con todo esto ahora, era demasiado…demasiadas preguntas, preguntas sin respuesta.

-       ¡¡¿¿Así como así??!! – inquirió sin poder creerlo.

-       ¡¡Si!! ¡¡Solo hazlo!!

Y tal como el décimo Vongola lo ordenó, así se hizo.


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-       ¿Reborn lo sabe? – preguntó Tsuna mientras miraba por el ventanal de su habitación. Gokudera estaba con el, caminando de un lado a otro, en su semblante se podía ver el enojo.

-       Lo mas probable es que Hibari le este contando en este momento – le respondió el peligris sin detenerse, intentando con toda su fuerza de voluntad de no gritar, o hacer explotar algo.

-       ¿Y Yamamoto-kun?

-       Esperando en su habitación.

-       ¿Te esta esperando?

-       Esta esperando una respuesta – refutó Gokudera con voz firme.

-       ¿Una respuesta? – inquirió Tsuna volteándose a mirar a su consigliere, el cual se había detenido para clavarle sus ojos claros.

-       ¡¡Sobre todo esto!! ¡¡Sobre Mukuro aquí!! ¡¡Sobre el porque le dejamos ir así como así!! – exclamó Gokudera enojado, sin saber con exactitud si dirigir su enfado a Tsuna o no, después de todo era la victima…pero una voz en su cabeza le decía que también era el culpable de todo esto ¿Por qué todo tenia que ser tan complicado?

-       Gokudera-kun…yo…lo siento…- comenzó a susurrar el castaño desviando la mirada del otro.

-       ¡¡El tiene la culpa!! ¡¡Mukuro!! ¡¡No tu!! – gritó acercándose a Tsuna, deteniéndose frente a este y colocando sus manos en los hombros del joven Vongola.

-       Pero…- intentó decir el más bajo.

-       No puedo entender…- comenzó a decir Gokudera con voz calmada, solo un poco mas calmada – No puedo entender porque…a pesar de todo, solo lo dejaste ir…así de simple…como si solo hubiese venido aquí a discutir y no a abusar del jefe de la familia.

-       Gokudera-kun…- el castaño intentó soltarse del agarre, pero el peligris le sujeto en su lugar, aun tenia algunas cosas que decir y Tsuna tendría que escucharle, quiéralo o no.

-       No entiendo porque le dejaste ir…- el peligris guardó silencio un segundo – No entiendo porque no quiere matarle después de lo que te hizo.

-       De verdad lo siento – volvió a disculparte con la voz temblorosa.

-       Ves…simplemente no entiendo porque te disculpas.

-       Porque todo esto es en parte mi culpa.

-       ¡¡Solo en parte!! – Tsuna agachó la mirada – Lo siento Décimo…- dijo Gokudera separándose del mas bajo, dándole la espalda.

-       ¿Por qué? – inquirió el castaño viendo como su consigliere se acercaba a la puerta de la habitación y sujetaba el pomo con fuerza.

-       No puedo permitir que todo esto se repita.

-       ¿A que…- intentó preguntar, pero Gokudera le detuvo con un movimiento de mano y una mirada determinada.

-       Mañana viajara a Japón en compañía del guardián del solo y de un integrante de Varia.

-       ¿¡Que!?

-       Lo siento, peor no podría perdonarme a mi mismo si Mukuro le toca de nuevo, en contra de su voluntad – la voz de Gokudera era firme y definitiva.

-       ¿¡Me estas enviando a Japón!?

-       Si, es la única manera de mantener a Mukuro alejado sin tener que asesinarle – le respondió el consigliere con voz tranquila.

-       ¡El me encontrará! – exclamó Tsuna desde donde estaba, aun de pie junto al ventanal.

-       Nosotros evitaremos que lo haga – le dijo Gokudera.

-       ¡¡Lo mataran!!

-       Quizás.

-       ¡¡El también es mi guardián!! – gritó el castaño acercándose al peligris.

-       Perdió ese derecho cuando abuso de su poder – le respondió el peligris lo mas calmado que podía dadas las circunstancias.

-       ¡¡Gokudera-kun!!

-       El avion parte mañana a las 10, por favor este listo a las 9 – dijo Gokudera saliendo de la habitación, cerrando la puerta a su espalda.

-       ¡¡No pueden obligarme!! – gritó Tsuna abriendo la puerta, encontrándose con que de pie a cada lado de esta se encontraban Yamamoto y Hibari.

-       De hecho, por tu seguridad, si podemos – le respondió Yamamoto – Podemos ser tus guardianes, pero también somos tus amigos, y como tales nos preocupamos por ti.

-       Yamamoto-kun…Hibari-san.

-       De aquí no sales – dijo Hibari sujetando una tonfa con firmeza y mirando a Tsuna.

Sin poder hacer o decir nada mas, Tunayoshi cerró la puerta y se sentó en el suelo junto a esta. Estas eran las consecuencias de sus actos y era momento de aceptarlas.

Abrazó sus piernas, pensando en todo lo que había sucedido, como había acabado en estas circunstancias, todas las decisiones que le habían llevado a este preciso momento.

-       ¿De regreso a Japón? – susurró para si mismo soltando un largo suspiro – Quizás Gokudera-kun tiene razón…- dijo con cuidado – quizás lo mejor es alejarme un tiempo.

De repente la puerta de su habitación se abrió, Tsuna miró hacia arriba solo para encontrarse con el rostro serio de Reborn, el arcobaleno venia sin su sombrero, sin su chaqueta, sin corbata, el castaño enarcó una ceja, parecía como si su tutor hubiese estado preparándose para descansar.

-       ¿Reborn? – inquirió Tsuna sin levantarse del suelo, el arcobaleno cerró la puerta a su espalda para luego sentarse junto a su alumno, el castaño enarcó una ceja ante esto.

-       ¿Como sucedió todo esto? – fue lo primero que preguntó el mayor mirando a Tsuna.

-       No lo se – le respondo el menor con completa sinceridad, ¿Qué mas decirle?

Reborn no sabía que más decir, que más hacer, Hibari Kyoya le había contado lo sucedido, pero sabía que había más detrás de todo esto.

-       Hay algo que no me estas contando – dijo de pronto el mayor – Y como para que no me hubieses dicho antes, debe ser grande – dijo Reborn mirando al chico junto a el.

-       ¿Por qué lo dices? – inquirió Tsuna intentando retrasar lo inevitable, sabia que tendría que decirle al arcobaleno, pues sino, de una u otra manera lo descubriría.

-       Porque eso fue lo que me dijo Hibari Kyoya, el sospecha de algo más, y por lo que me contó, yo igual creo que hay algo más…

Tsuna desvió la mirada, no tenia el valor para mirar a Reborn y decirle todo lo que había hecho, todo lo que había sucedido.

-       Reborn…yo…

-       Dímelo todo.

-       No…puedo…- dijo poniéndose de pie, sintiendo como su tutor le sujetaba la muñeca, para luego ponerse de pie también sin soltarle.

-       Si puedes, y lo harás – soltó Reborn con firmeza. Algo dentro de Tsuna se rompió ante la seguridad en la voz del mayor, algo se gatillo…

-       ¡¡Liberé a Mukuro!! – gritó sin poder detener las palabras, el arcobaleno le soltó ante la sorpresiva revelación - ¡¡Me acosté con él!! – continuó alejándose paso a paso del mayor - ¡¡Le dí mi confianza!! ¡¡Mi cuerpo!!...y el…el…- se detuvo, no encontraba las palabras, tenía un nudo en la garganta - ¡¡Me violó!! – Reborn clavó sus ojos en el menor, achicándolos, como si estuviera analizando algo.

-       Gokudera tiene razón – soltó el mayor a modo de respuesta.

-       ¿Razón?

-       Debes regresar a Japón.

-       ¿¡Que!?

-       Eres un peligro para ti mismo mientras Mukuro este cerca. – el mayor le dio la espalda y sujeto el pomo de la puerta.

-       ¿Reborn? – inquirió el castaño con duda.

-       Es lo mejor – susurró el arcobaleno sin voltearse.

-       ¿Cómo sabes que es lo mejor?

-       Solo lo sé – abrió la puerta, se detuvo un segundo y se volteo para ver a Tsuna, el castaño pudo ver un algo indefinible en los ojos del mayor, había un algo allí…un algo extraño, diferente…- Lambo se irá contigo – soltó de repente.

-       ¿Y eso porque?

-       Lo necesito lejos de mí por la misma razón que tú debes estar lejos de Mukuro – Tsuna le miro sorprendido salir de la habitación y cerrar la puerta a su espalda.


Fin capitulo 6.

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