19 de octubre de 2011

"Insatiable" Capitulo 8

Publicado por Ororo
Capitulo 8 de "Insatiable" 


"De inmediato Reborn abrió sus ojos en sorpresa, había actuado por instinto, sin imaginar que las cosas acabarían de esta manera. Dios, era su idea ¿O comenzaba a hacer calor aquí? No podía desviar sus ojos de los llamativos ojos verdes del pequeño guardián, ya quedaba tan poco para que el niño en su regazo se convirtiera en el adolescente que le perseguía en sus sueños, y solo unos años mas para convertirse en ese irresistible y poderoso joven, digno del titulo de guardián Vongola del trueno."


Ororo.




Insatiable


Capitulo 8: “Peligro Inminente.”

Llevaban poco mas de dos semanas en Japón, y por alguna razón temía que alguien les vigilaba, era su responsabilidad mantener seguro a Tsuna y a Lambo, sentía que algo no estaba bien, desde hace unos días cada vez que salían no podía evitar sentir que alguien les seguía, había comentado su preocupación con Lussuria, solo para descubrir que este sentía lo mismo. De repente la puerta de su habitación se abrió, solo podía ser una persona.

-       Otra vez pensativo – le susurró mientras sentía como le abrazaba el cuello por la espalda, solo era escasos centímetros mas alto que el otro.

-       Si.

-       Ryohei, no te preocupes, mientras nos quedemos en el hotel todo estará bien – le dijo con voz calmada.

-       Yo creo que lo mejor es trasladarnos a una casa, en su efecto alejada de la ciudad.

-       ¿Algo así como una casa antigua?

-       Seria lo mejor.

-       Parece una buena idea – comentó

-       Pretendo avisarle a Gokudera de inmediato – le dijo Ryohei acercándose a su computadora portátil, la que descansaba sobre su escritorio.

-       Podrías hacerlo después…- soltó como quien no quiere l acosa.

-       Solo espera un poco Lussuria, no tardo…- le respondió Ryohei.

Lussuria escuchó el rápido tipeo del Guadiana del sol, sonriendo de medio lado, era impresionante como su relación había cambiado con el tiempo, de enemigos a aliados, a maestro y aprendiz, y ahora amantes. ¿Quién lo hubiese pensado?

Tan ensimismado estaba en sus pensamientos que Lussuria no se percató de que Ryohei había dejado de tipear, cuando levantó la vista de donde estaba sentado, en el borde de la cama, el menor estaba de pie a unos cuantos pasos, quitándose la chaqueta. Lussuria sonrió, Ryohei era tan masculino, alto, con un cuerpo bien definido, del niño escandaloso ahora solo quedaba lo escandaloso, aunque si de algo estaba agradecido Lussuria, era del hecho de que por lo menos en la cama Ryohei no fuera así de escandaloso, muy por el contrario.

-       ¿Y que dijo? – Inquirió el mayor mientras Ryohei se acercaba y colocaba sus manos en los hombros del otro.

-       Que temen que Tsuna este siendo marcado para asesinarle y que mi idea es excelente – dijo disminuyendo la distancia entre ambos, sintiendo las manos de Lussuria en sus caderas – Y que trasladaremos a Tsuna apenas lleguen.

-       ¿Vienen para acá?

-       Si, estarán aquí mañana.

-       Entiendo.

Ryohei le sonrió de medio lado, aun con la preocupación reflejada en sus ojos, el otro notó esto de inmediato.

-       Todo estará bien Ryohei – le dijo Lussuria colocando ambas manos en el cuello del menor y acercándolo para así rozar sus labios a los del menor.


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Lambo miraba televisión sentado en la sala de la suite de Tsuna, mientras este miraba por una de las ventanas, no podía dejar de pensar en que extrañaba la mansión, su hogar, no podía dejar de pensar en cuanto tiempo tendría que estar en Japón, en este hotel, jamás pensó que algún día llamaría hogar a aquella mansión que en un principio le pareció tan fría y poco confortable en toda su elegancia.

-       Tsuna…- el castaño pareció no escuchar – Tsuna – nada, seguía ensimismado - ¡¡Tsuna!!

-       ¿Ah? – se volteó a mirar al preadolescente, el cual le observaba con ojos inquietos - ¿Qué sucede Lambo?

-       ¿Por qué no ves una película conmigo? – inquirió el menor – Después de todo no estas haciendo nada – en ese punto el chico tenía razón.

-       Esta bien – soltó finalmente acercándose al sofá en donde estaba el moreno y sentándose junto a este.

Tsuna no podía evitar desviar la mirada del televisor a su pequeño guardián del trueno, casi como si esperara que al solo mirarle las respuestas llegaran, estaba muy equivocado. Lambo seguía actuando exactamente igual, nada en su comportamiento parecía haber cambiado ¿Qué demonios había pasado con Reborn?

-       Lambo – llamó la atención del niño, de inmediato el par de ojos verdes se clavaron en los castaños de Tsuna.

-       ¿Mm?

-       ¿Qué sucedió con Reborn?- interrogó sin miramientos, sin saber si realmente quería saber o no lo sucedido entre su guardián y su tutor.

-       ¿Ah? – Lambo ladeó su cabeza sin entender.

-       Cuando estábamos en el avión, dijiste que algo había sucedido con Reborn ¿Qué fue?

-       Ah, eso…- el mayor lo notó, como el moreno jugaba con sus manos, como desviaba la mirada, como dudaba que decir.

-       ¿Lambo?


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En el mismo momento que Mukuro se adentraba en la recamara de Tsuna, hace ya semanas atrás, alguien mucho menor y mucho menos discreto se adentraba en otra habitación.

-       ¿Qué haces aquí? - ¡h demonios! Le habían descubierto, pero ya era muy tarde, ya no podía abortar la misión ahora.

-       No voy a detenerme ahora que estoy tan cerca – se escuchó la suave respuesta

El sonido de movimiento y luego una lámpara fue encendida, la luz iluminó la habitación oscura, rebelando la silueta del arcobaleno y del pequeño guardián del trueno.

-       ¿Qué haces aquí? Con eso… - volvió a preguntar haciendo énfasis en la ultima palabra.

-       ¡¡Vengo a matarte!! – exclamó el preadolescente

Reborn enarcó una ceja ante esto ¿Cuánto tiempo había pasado desde la última vez que había escuchado eso? Mas aun de parte de Lambo, parecía que las cosas hubieran cambiado, pero al parecer no era así…todo seguía siendo igual, o sea, como para que el niño estuviese frente a el sosteniendo un arma con sus manos desnudas. El arcobaleno sonrió de medio lado.

-       ¿A matarme? – inquirió con ironía – Tu no puedes matarme, solo eres un mocoso – le respondió sin moverse de donde estaba. El mayor se encontraba sentado en un diván, junto a este en la mesita donde se encontraba la lámpara que era la única fuente de luz de la recamara, descansaba su sombrero.

-       ¡¡No soy un mocoso!! – le exclamó el niño sin dejar de apuntar el arma al arcobaleno.

-       Solo eres un niño – susurró Reborn con toda la intención de ignorar a Lambo, se recostó nuevamente en el diván, cerrando sus ojos, sabiendo que sus acciones solo harían enfadar mas al pequeño guardián.

Dicho y hecho pudo escuchar los pasos del menor acercándose, cuando estuvo a unos pocos pasos, de un movimiento rápido sujetó el arma y tiró, a la espera de separar la pistola de las manos del menor, sin saber que este mismo no estaba dispuesto s soltar dicha arma, por lo cual y dad la fuerza empleada por el arcobaleno, hizo que el menor terminara medio recostado sobre su regazo, aun sujetando el arma, desviándola de si mismo.

De inmediato Reborn abrió sus ojos en sorpresa, había actuado por instinto, sin imaginar que las cosas acabarían de esta manera. Dios, era su idea ¿O comenzaba a hacer calor aquí? No podía desviar sus ojos de los llamativos ojos verdes del pequeño guardián, ya quedaba tan poco para que el niño en su regazo se convirtiera en el adolescente que le perseguía en sus sueños, y solo unos años mas para convertirse en ese irresistible y poderoso joven, digno del titulo de guardián Vongola del trueno.

-       Yo…- intentó decir Lambo, Reborn sacudió un poco la mano que sujetaba el arma, haciendo que el menor la soltara.

-       Solo vete – medio gruñó el mayor notando que el guardián no se movía del lugar - ¡Vete!

-       Esta bien…- le respondió el menor en un susurro poniéndose de pie, dispuesto a alejarse lo más rápido posible del adulto, pero deteniéndose. Se volteó para encontrarse con que Reborn había vuelto a sentarse en el diván y se quitaba la corbata, la cual quedaba colgando de sus hombros, sin saber muy bien porque, Lambo retrocedió en sus pasos hasta quedar frente a Reborn.

-       Te dije que…- el arcobaleno no alcanzó a terminar la frase cuando sintió un suave par de labios sobre los suyos y unas manos que le sujetaban en su lugar a través de la chaqueta.

No supo como reaccionar, y tan rápido como llegó, este se fue, Lambo se separó de el, con el rostro completamente sonrojado y salió corriendo de la habitación con algo entre sus manos.

-       Se llevo mi corbata…
-        

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-       ¿¡Besaste a Reborn!? – fue lo único que pudo decir Tsuna una vez que el menor de sus guardianes terminara de contarle todo lo sucedido con su tutor.

-       Si – le respondió Lambo completamente rojo ante sus propias palabras.

Tsuna no sabia que decir o pensar ante esto ¡¡Por dios que Lambo solo tenia 12 años!! ¿¡Que demonios estaba pensando Reborn!? ¿¡Que demonios estaba pensando Lambo!?

-       ¿Estas enojado conmigo también? – inquirió el niño con algo de temor en la voz. Tsuna supo de inmediato de que si no decía algo para subirle el animo se largaría a llorar y quien sabe cuanto le tomaría calmarse.

-       No…- le respondió el castaño de inmediato – Es solo que no entiendo porque, pensé que querías matar a Reborn…- soltó sin saber que mas decir.

-       Antes realmente quería eso…- le respondió Lambo jugando con los pliegues de su ropa – pero el dejó de ser malo conmigo…tampoco es que fuese amigable, solo…- se detuvo – comenzó a notarme… - y allí pudo verlo, Tsuna pudo ver como los ojos de su guardián brillaban al decir eso.

El pobre del jefe Vongola se llevó una mano a la frente para luego pasársela por su cabello ¡¡Dios!! ¡¡Tenia un tutor que era shota!! No pudo evitar soltar un gruñido.

-       Ahora entiendo un poco porque estas aquí, Lambo – soltó el castaño, comprendiendo que lo mas probable es que su tutor estuviese controlándose, evitando estar cerca de Lambo para así no hacer algo de lo que pudiese arrepentirse después, Tsuna sonrió de medio lado, al parecer el arcobaleno era capaz de sentir culpa y arrepentimiento, por lo menos para algunas cosas.

-       ¿En serio? – inquirió Lambo.

-       Si…- ¿Por qué le sucedían esta clase de cosas a el?
                          

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La puerta del vehiculo se abrió y por este salio la joven ilusionista, en su rostro se podía ver la preocupación, en el vestíbulo del hotel le esperaban Lussuria y Ryohei, con pasos lentos se acercó a los dos.

-       ¿Soy la primera en llegar? – inquirió Chrome enarcando una ceja.

-       No, Yamamoto y Gokudera están arriba – le respondió el guardián del sol.

-       ¿Quién falta? – preguntó la chica mientras seguía a los otros dos rumbo al ascensor, cuando las puertas de este se cerraron, fue el mismo guardián del sol el que le respondió.

-       Solo Hibari.

-       Entiendo – fue la escueta respuesta de la chica – Ahora que estamos aquí ¿Qué se supone que haremos? Gokudera-san no alcanzó a explicarme mucho.

-       No lo dudo – soltó Lussuria, dadas las circunstancias era obvio que Gokudera no hubiese alcanzado a decirle mucho que digamos.

-       Como supongo sabrás, el jefe esta siendo amenazado – comenzó a decir Ryohei, a lo que Chrome movió la cabeza en asentimiento – Así que hemos decidido trasladarlo a una casa protegida a las afueras de la ciudad.

-       Los guardianes se quedaran con el jefe hasta que la amenizaba sea disipada – completó Lussuria.

-       Todo eso tiene sentido – respondió Chrome, justo en el momento que las puertas del ascensor se abrían para ellos, y un precioso pasillo aparecía frente suyo.

Los tres comenzaron a caminar por el mencionado pasillo hasta detenerse frente a unas puertas dobles, la ilusionista supuso de inmediato que se trataba de la habitación de Tsuna. Ryohei dio un paso adelante y llamó a la puerta con firmeza, de inmediato la voz de Gokudera le respondió.

-       ¡¡Pase!!

Sin esperar alguna otra palabra el guardián del sol abrió la puerta para así dejar entrar a Chrome y a Lussuria, este último se detuvo antes de entrar y miró al otro guardián del sol.

-       Voy a estar en el vestíbulo esperando por Hibari Kyoya

-       Esta bien – y tras eso Lussuria cerró la puerta por fuera, dándole a la familia Vongola su privacidad.

-       Hola – fue el escueto saludo de parte de Chrome a los presentes. Sentados en la pequeña sala que tenia la habitación estaban Yamamoto, Gokudera y Tsuna, el primero y el ultimo de ellos sentados en el sofá, mientras que el consigliere se paseaba de un lado a otro con unos papeles en las manos y hablando por su teléfono celular.

-       ¡Oh Chrome-san! – fue lo primero que exclamó Tsuna al verle, poniéndose de pie y acercándose a ella para abrazarle - ¿Cómo haz estado?

-       Creo que yo debería preguntar eso – le respondió ella con una sonrisa de medio lado, a lo que el solo rió suavemente – Yamamoto-san – dijo a modo de saludo moviendo la cabeza, a lo que el mencionado espadachín hizo lo mismo – Gokudera-san – dijo mirando al consigliere, el cual le devolvió la mirada antes de continuar con su llamada telefónica.

-       ¿Con quien esta hablando? – preguntó Ryohei a los otros dos guardianes.

-       Con Spanner – le respondió Tsuna.

-       ¿De nuevo?

-       Si, quiere que todo este listo en la casa para el traslado – le respondió esta vez Yamamoto.

-       Entiendo – soltó el guardián del sol – Pero… ¿No estará exagerando un poco?

-       No, no estoy exagerando – le respondió el propio Gokudera mientras guardaba su celular en su bolsillo – Solo falta Hibari Kyoya entonces – comentó mas para si que para todos.

-       Eso parece – soltó Yamamoto mirando a Chrome, la cual notando esto enarcó una ceja, por un segundo pareció que el espadachín trataba de decirle algo con la mirada.

-       ¿Y cuando es el traslado? – interrogó Ryohei.

-       Spanner dice que todo estará listo para hoy, así que mañana a primera hora nos moveremos.

-       Excelente – le respondió Yamamoto.

Tsuna se sentó en otro de los sofás que allí había, a su lado se sentó Chrome, la cual le miró dándole una calida sonrisa.

-       ¿Seguro que todo a estado bien? – susurró la chica sin dejar de mirarle, mientras los otros guardianes discutían otras cosas en la pequeña mesa de comedor que había en la suite.

-       Si, excelente – soltó Tsuna en un susurro, sin mirar a la ilusionista – Y …em… - el castaño no sabia como preguntar, quería saber sobre Mukuro, pero no sabia si debía preguntar por el, no en estas circunstancias.

-       Ha estado bien, algo inestable, pero bien – le respondió Chrome sin que el otro tuviese que preguntar siquiera.

-       Ah…- fue lo único que pudo decir el castaño, la ilusionista notó esto y sujetó una de las manos del joven jefe Vongola, casi imaginando las mil y una cosas que estaba pensando, en donde todas ellas el protagonista era Mukuro - ¿El sabe que tu…- iba a preguntar y pudo notar como la chica se ponía algo nerviosa.

-       Bueno, como que sabe que estoy en Japón, pero nada más…- le respondió Chrome al hilo.

-       ¿Cómo es eso? – inquirió Tsuna.

-       Es que me llamó cuando estaba en el aeropuerto, y como estaba apurada simplemente respondí cuando me pregunto a donde iba – le explicó la chica mirándole atentamente - ¿Te molesta que le haya dicho? – inquirió sin dejar de mirar al castaño.

-       No, por supuesto que no – le respondió el joven jefe Vongola con una leve sonrisa en el rostro.

-       ¿Chrome? – le llamó Gokudera con voz firme.

-       ¿Si?

-       Ven un momento – indicó el consigliere, a lo que la joven ilusionista se puso de pie y se acerco a donde estaban reunidos los otros guardianes.

-       Dime – fue lo primero que dijo la chica una vez que estuvo cerca de ellos.

-       ¿Todo bien? – interrogó Yamamoto.

-       Por supuesto – respondió ella con cuidado, adivinando que era cuestión de segundos para que preguntaran por Mukuro, y tal como lo pensó así fue.

-       ¿Y Rokudo Mukuro? – inquirió Gokudera sin dejar de mirarle con atención.

-       En Italia, algo más tranquilo.

-       ¿Algo? – preguntó el consigliere a lo que la chica enarcó una ceja.

-       Si, así que no hay de que preocuparse Gokudera-san – le respondió ella con voz sedosa, dejando en claro que no aceptaría indagación mas.

-       Esta bien – soltó el espadachín logrando la atención de la ilusionista y del consigliere.

-       Entonces ¿Estamos listos? – inquirió Ryohei pasando la mirada de Yamamoto a Gokudera y viceversa.

-       Spanner nos hará saber cuando todo este listo para partir.

Tsuna había preferido dejar a sus guardianes discutir todo lo relacionado a su seguridad y su traslado, así que poniéndose de pie se encaminó a su recamara, lugar en el cual dormía placidamente su guardián del trueno, el pelicastaño sonrió ante el rostro sereno del pequeño Lambo, sentándose en el borde de la cama sin dejar de mirarle, pensando en todas las posibilidades, recordando las propias palabras de Lambo…

“El comenzó a notarme…”

El joven jefe Vongola sabia con total y entera seguridad de que era solo cosa de tiempo para que el arcobaleno sucumbiera ante la tentación que parecía representar el joven guardián del trueno.

-       No permitiré que te haga daño – susurró Tsuna dejándose caer junto a su guardián, a la espera de poder descansar un poco.

Pronto el cansancio pudo mas y cayó dormido en los brazos de Morfeo, sin saber que del otro lado nuevamente no estaría solo.

-       ¿Vongola? – pudo escuchar una voz, abriendo sus ojos se encontró en un precioso lugar, cielo azul sin nubes, árboles y una pradera de verde pasto, Tsuna enarcó una ceja ante todo esto.

-       Dije que me dejaras solo – respondió al aire, sabiendo que el otro le escucharía.

-       Lo se, pero algunas cosas han cambiado – Mukuro hizo acto de presencia desde detrás de uno de los árboles.

-       Y otras no han cambiado para nada – le devolvió el menor cruzándose de brazos.

-       ¿Dónde estas? – inquirió el mayor acercándose, pero no lo suficiente como para que Tsuna retrocediera.

-       Aquí – respondió Tsuna con una sonrisa de medio lado, indicando con sus brazos a su alrededor.

-       Sabes a lo que me refiero – le reprochó Mukuro.

-       Y sabes que no te lo diré.

-       Sabes que es cosa de tiempo para que lo descubra – le dijo Mukuro con voz suave.

-       Lo se – para cuando respondió esto ultimo, el mayor se había acercado a el hasta el punto de que la distancia entre ellos era casi ínfima.

-       Solo yo puedo tenerte, solo yo puedo darle sentido a tu existencia – comenzó a decir el ilusionista mientras acariciaba con  una de sus manos enguantadas la mejilla del menor, con un cuidado que sorprendió a Tsuna – Solo yo puedo acabar con tu vida…

-       ¿Cómo puedes estar tan seguro? – la cercanía de Mukuro le intoxicaba, le ahogaba poco a poco, le nublaba los sentidos.

-       Simplemente lo estoy – le susurró.

Poco a poco el sueño comenzó a desvanecerse a su alrededor, primero los árboles, luego el césped, todo desapareció hasta solo quedar los dos, Tsuna desvió la mirada, a pesar de todo lo que podía estar sintiendo, aun le dolía ver a Mukuro, los recuerdos aun estaban demasiado frescos y su cabeza parecía aun no tomar una decisión concreta.

-       Nos veremos, il mío capo – y luego, desapareció.


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El cielo había comenzado a oscurecerse y a cubrirse de densas nubes grises, nubes con preludio de tormenta, Tsuna había vuelto a dormirse, mientras que los demás guardianes continuaban reunidos en la pequeña sala. Chrome estaba sentada junto a Yamamoto, con una tasa de café en las manos, el espadachín estuvo a punto de preguntarle algo a la ilusionista cuando la puerta de la suite se abrió, y por esta entraron un Spanner de unos 16 años, Hibari Kyoya y Lussuria.

-       Miren lo que encontré – señaló el mayor de los tres con una sonrisa en los labios – Acaban de llegar así que encontré pertinente que subieran de inmediato.

-       Muchas gracias Lussuria – soltó Ryohei con una sonrisa, la cual el otro devolvió antes de salir de la suite dejando a los otros allí.

-       ¿Entonces? – inquirió Gokudera.

-       Estamos listos – le respondió Spanner con una sonrisa en sus labios.

-       Excelente.

-       ¿Estamos todos? – fue lo primero que preguntó Hibari.

-       Si – le respondió el consigliere.

-       ¿Y el arcobaleno?

-       Se quedo en Italia.

-       ¿Por qué?

-       No lo se realmente.

Gokudera y Hibari comenzaron a intercambiar miradas asesinas cuando un celular comenzó a sonar, todos los guardines intercambiaron miradas.

-       Lo siento, es el mío – dijo Chrome poniéndose de pie y adentrándose en el pasillo para así poder hablar con mas calma y privacidad. Al ver la pantalla de su celular pudo reconocer el nombre de Chikuza.

-       ¿Que sucede? – interrogo de inmediato.

-       “¡Se fue!” – pudo escuchar la voz de Chikuza, y en el fondo la voz de Ken, el cual parecía estar despotricando contra el mundo y los muebles cercanos.

-       ¿Ah?

-       “¡Mukuro!” – exclamó el siempre imperturbable Chikuza del otro lado del teléfono – “¡¡Mukuro se fue!!”

-       ¿¡Como que se fue!?

-       “¡Así como te lo digo!” – fue la tajante respuesta – “¿Sabes a donde pudo haber ido?”

-       Si…- fue la simple respuesta de Chrome.

Las cosas acababan de complicarse un poco mas.

Fin Capitulo 8.

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