19 de octubre de 2011

"Key to the heart" Capitulo 4.

Publicado por Ororo
Aquí les traigo el capitulo 4 de "Key to the heart".

"Sin decir nada se sentó en la cama y abrazó al menor, meciéndole entre sus brazos, intentando calmarle, demostrarle que estaba seguro con él, que podrían resolver todo esto, aunque costara, Tsuna no estaba dispuesto a que Lambo se sumergiera dentro de si mismo y se ahogara en su propia tristeza, ¡No podía permitirlo!"

Ororo.

“Key to the heart”

Capitulo 4: Consecuencias.

-      Lambo, tienes que salir en algún momento, no puedes quedarte allí para siempre – le decía Ipin del otro lado de la puerta, afuera de la habitación.

-      Puedo tratar – se escuchó la respuesta desde el interior.

-      ¡Lambo! ¡Estoy hablando en serio!

-      ¡Yo igual hablo en serio! ¡No quiero salir! – exclamó con voz quebrada. Ipin soltó un suspiro y apoyó la frente en la superficie de la puerta.

-      Lambo, estoy preocupada por ti, no puedes encerrarte de esta manera – le dijo con voz suave, no obtuvo respuesta de parte de su amigo, solo unos sollozos que le quebraron el corazón – Yo…debo regresar a mi casa, pero si quieres hablar con alguien no dudes en llamarme – le dijo comenzando a alejarse por el pasillo – Y no puedo creer que su cumpleaños sea mañana.

-      Yo tampoco – escuchó una voz proveniente de otro de los pasillos.

-      Sawada-san – soltó la joven china algo sorprendida.

-      Lo siento si te asuste – se disculpó el mayor con sus ojos cafés cruzados por la tristeza.

-      No se preocupe – le dijo ella con una sonrisa débil

-      ¿Y? ¿Salió de su habitación? – inquirió preocupado, ella agachó la mirada.

-      No. No quiere salir – Tsuna soltó un suspiro y se paso una mano por su cabello castaño.

-      Ha estado así desde el funeral, hace dos días – le explicó.

-      Quizás, debería llevárselo de aquí, no creo que le haga bien todo esto – le dijo Ipin con voz triste.

-      Gokudera-kun me dijo algo parecido – respondió el mayor cruzándose de brazos.

-      Quizás sea lo mejor.

-      Quizás.

Ipin continuó su camino rumbo a la salida, mientras Tsuna se encaminaba a la habitación de Lambo, no podía quedarse tranquilo, no cuando el menor sufría y se sumergía en un mar se depresión y autocompación, debía hacer algo. Se detuvo frente a la puerta y llamó.

-      Lambo, soy yo Tsuna ¿Puedo pasar? – no hubo respuesta, Tsuna comenzó a ponerse nervioso - ¿Lambo? – llamó preocupado, al no recibir respuesta nuevamente tomó el pomo de la puerta y abrió. La habitación estaba completamente oscura, el ventanal abierto y las cortinas meciéndose al ritmo del viento - ¿Lambo? – tuvieron que pasar unos segundo para que sus ojos se acostumbraran a la oscuridad y comenzaran a ver son mas claridad los contornos de las cosas, fue allí que pudo ver al adolescente acurrucado sobre su cama, Tsuna podía ver como temblaba

Estaba llorando.

Sin decir nada se sentó en la cama y abrazó al menor, meciéndole entre sus brazos, intentando calmarle, demostrarle que estaba seguro con él, que podrían resolver todo esto, aunque costara, Tsuna no estaba dispuesto a que Lambo se sumergiera dentro de si mismo y se ahogara en su propia tristeza, ¡¡No podía permitirlo!!

-      Nos iremos de aquí – dijo con voz firme – Te irás conmigo a la mansión Vongola – continuó – No te dejaré solo, no en estas condiciones, no en esta casa, ni en esta habitación solo, estaré contigo, me quedaré contigo todo el tiempo que necesites – Lambo continuó llorando por varias minutos mas, sujeto a la ropa de Tsuna, sujeto al mismo Tsuna como si toda su vida dependiera de ello.

Tras esas últimas palabras ambos cayeron dormidos en la cama del menor, sin importarles nada, ni la ausencia de personas queridas, ni el trabajo que mantenía su vida, ninguno de los dos pensaba en esas cosas, no valía la pena, lo único que realmente importaba era que estaban allí para el otro, en especial Tsuna para Lambo.

A la mañana siguiente a primera hora, Tsuna pudo escuchar que alguien llamaba a la puerta de la habitación, poniéndose de pie, vigilando que Lambo siguiera dormido y pasándose una mano por su ahora desordenado cabello se acercó a la puerta.

-      ¿Si? – inquirió algo adormilado, sabiendo que la única persona que podría despertarle a esta hora para decirle algo solo podría ser su asistente, mirándole con sus ojos cafés aun algo adormilados enarcó una ceja en interrogación.

-      Buenos días Decimo – saludó el de cabello plateado.

-      Buenos días Gokudera-kun – le respondió el castaño indicándole al otro que salieran y hablaran en el pasillo, el mas alto obedeció y ambos salieron de la habitación con Tsuna cerrando la puerta a su espalda - ¿Algo nuevo?

-      Algunos papeles que firmar y pospuse todas sus reuniones para la próxima semana – dijo el de ojos claros, el castaño sonrió levemente.

-      A veces no se que haría sin ti – soltó sonriéndole de medio lado.

-      ¿Y como esta? – inquirió señalando la puerta, y por consiguiente al adolescente que se encontraba aun durmiendo en su interior.

-      Mal -  le respondió Tsuna con voz cansada – Aunque eso era de esperarse tomando en cuenta las circunstancias – Gokudera movió la cabeza en asentimiento – Por eso seguiré la recomendación que Ipin y tú me dieron.

-      ¿Ipin y yo? – preguntó con duda en la voz ¿Qué había recomendado? ¿Qué había dicho?

-      Nos vamos a la mansión Vongola – le dijo con voz firme.

-      ¿Todos?

-      Todos, en especial Lambo.

-      Entiendo – le respondió Gokudera – Entonces tendré todo listo.

-      Yo le diré a Lambo y nos iremos de inmediato a la mansión.

-      Por supuesto, yo me encargaré de todo.

-      Gracias Gokudera-kun – dijo con voz suave.

-      No hay de qué.

Y con esas últimas palabras Tsuna regresó a la habitación de Lambo para así despertarle, era hora de salir de aquella recamara y de aquella casa que si bien era la que guardaba miles de recuerdos hermosos, ahora solo lograba abrir aun mas las recientes heridas.


-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-

Dos semanas habían transcurrido desde que Lambo Bovino había quedado huérfano y un poco menos desde que había comenzado a vivir en la mansión Vongola, información que no paso desapercibida para la prensa. Miles y miles de rumores relacionados a Tsuna y a Lambo, Gokudera, siendo el buen asistente que era, se había encargado de que ninguno de estos horripilantes y morbosos rumores llegaran a oídos del menor, el pobre aun estaba demasiado inestable emocionalmente como para tener que enfrentar que es lo que la gente estaba diciendo sobre su nuevo guardián, no podía arriesgarse a que algo pudiese gatillas un estado de depresión aun más profundo, o incluso algo peor.

A regañadientes y luego de mucho insistir de parte de Tsuna, Lambo había regresado al instituto. Ipin se mantenía a su lado todo el tiempo, pero eso no evitaba que la gente clavara sus ojos inquisidores en el menor, con aquella mirada que gritaba el morbo de saber cómo se sentía y todo eso que pudiese estar relacionado con la noticia de sus padres, y no porque realmente les importara saber cómo se sentía el menor, simplemente era por el hecho de satisfacer su propia perturbadora curiosidad, lo que solo hacia enfadar a la joven china.

Tsuna estaba terriblemente preocupado de lo que pudiese estar pasando por la cabeza de Lambo, lo que podría hacer, la perdida de alguien querido, el golpe emocional dejaba huellas muy grandes en una persona, mas aun si esta era pequeña, como Lambo, si bien no era un niño pequeño, el daño podía ser igual de irreparable ¿Qué podría suceder? ¿Qué hacer? ¿Cómo actuar? ¿Qué decir? ¿Y qué no?

Ipin buscaba por todos lados a Lambo, el joven de ojos verdes simplemente no estaba, lo había perdido de vista solo por un segundo, y un solo segundo había bastado para que Lambo desapareciera ¡Demonios! Pasaba por los pasillos a paso rápido, mirando atentamente cada lugar, el reloj avanzaba y Lambo no aparecía ¿¡Donde demonios estaba!? Y de repente…su celular vibró.

“Estoy en la azotea. Lambo”

La chica soltó un largo suspiro de alivio y se encaminó a paso acelerado a la escalera más cercana, saltando de a dos y tres los escalones llegó al último piso, abrió la puerta de acceso a la azotea y allí lo vio, acariciado por los rayos de sol estaba Lambo, sentado con su libreta de dibujo apoyada en sus piernas, con aquel semblante sereno que parecía solo poner más nerviosa a la gente  a su alrededor, en especial a su amiga, la que no podía saber qué demonios pasaba por su cabeza cuando tenía aquella expresión en su rostro.

-      Lambo – soltó ella aliviada, acercándose a el – No sabes cuando me preocupaste -  le dijo sentándose a su lado.

-      ¿Y las clases? -  inquirió Lambo sin levantar la vista de la libreta.

-      Si tu te las saltas, yo también – fue la simple respuesta de Ipin, la que le sonrió y apoyó su cabeza en el hombro del otro, al hacerlo pudo ver con total claridad lo que estaba dibujando, y la joven chica tuvo que reprimir sus lagrimas. Era un dibujo del funeral, tan hermoso que robaba el aliento.

-      Gracias – fue lo único que dijo Lambo, Ipin no supo muy bien porque era que le estaba agradeciendo, pero simplemente no le importaba, mientras Lambo estuviese bien, ella sería su sombra, quisieralo o no, le cuidaría.

El silencio les envolvió por varios minutos, quizás incluso una hora, pero eso no les importaba a ninguno de los dos, no en estar circunstancias cuando el silencio era simplemente cómodo

-      ¿Has dibujado más? – inquirió ella con voz suave.

-      Un poco – fue la escueta respuesta del moreno, el cual le extendió la libreta para que pudiera verla. Ipin comenzó a cambiar hoja por hoja, y pudo ver que todos los dibujos nuevos eran del funeral, las personas que estuvieron presentes, algunos lugares hermosos, e incluso tumbas, la joven china sabia que todo esto no estaba bien, que debía haber alguna forma de distraer a Lambo para que no siguiera torturándose como ahora.

-      Lambo ¿Por qué no vamos al cine después de clases? – inquirió ella con entusiasmo en la voz. El chico de ojos verdes le miró y ladeó un poco la cabeza.

-      Esta bien – fue su escueta respuesta.

La campana que daba fin a las clases finalmente sonó, Ipin fue la primera en colocarse de pie, para luego mirar al chico de ojos verdes y extender su mano hacia él.

-      ¿Vamos? – preguntó ella sonriéndole cálidamente, Lambo le devolvió apenas la sonrisa.

Tomó la mano que la joven china le había extendido y se colocó de pie, ambos comenzaron a caminar rumbo a las escaleras que les llevarían a los pisos inferiores.

Durante todo el trayecto estuvieron en completo silencio, Ipin notó de inmediato el hecho de que su amigo no quería hablar de nada, así que simplemente optó por el silencio, y no que fuese uno incomodo, por el contrario, era tranquilo y algo triste, lo cual era de esperarse tomando en cuenta las circunstancias. La joven china sabia que tomaría tiempo para que Lambo asumiera y viviera con todo lo que estaba sucediendo, ella sabía que este afán por la soledad y la distancia era una etapa, era su forma de protegerse de lo que sucedía a su alrededor, de todas las cosas malas con las que tendría que seguir viviendo. Ipin solo esperaba que una vez que superara esta etapa no encontrara alguna otra forma para deshacerse del dolor, alguna otra manera peor que atormentarse con la imagen del funeral, al pensar en ello, la chica no pudo evitar sorprenderse un poco de que su amigo no hubiese entrado en una fase depresiva suicida, aunque ¿Quién sabe que podría suceder después? Que es lo que podría pasar por la cabeza de Lambo.

Una vez que recogieron sus cosas del salón de clases salieron del instituto, no habían dado ni siquiera tres pasos cuando un auto negro se detuvo junto a ellos en la acera, Ipin se tenso de inmediato. Los vidrios estaban polarizados, no se podía ver el interior.

-      Soy yo – se escuchó una voz conocida, mientras la ventana del conductor se abría revelando unos ojos claros y un cabezo platinado.

-      ¡Gokudera-san! – soltó la joven china aliviada.

-      El decimo me encomendó llevarlos  - fue lo único que dijo el mayor pasando la mirada de un adolescente a otro.

-      Muchas gracias – le respondió Ipin - ¿Nos podría llevar al cine? – inquirió ella con cuidado, notando la mueca en el rostro de Gokudera, el cual finalmente soltó un largo suspiro.

-      Por supuesto, pero no esperen que entre con ustedes – soltó de inmediato a lo que la joven china rió abriendo la puerta del asiento de trasero.

-      Gracias – Lambo se subió después de ella sin decir una palabra, Ipin conversó algunas cosas con Gokudera durante el trayecto hacia el cine.


-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-


Algunos días habían transcurrido, Tsuna intentaba pasar el máximo de tiempo en la mansión con Lambo, pero igualmente su trabajo le absorbía demasiado, lo que dejaba al adolescente a merced de su cabeza y de todo lo que podía pasar por esta, lo cual algunas veces solo eran cosas demasiado alejadas de su naturaleza, de su personalidad.

Tsuna tenía miedo de lo que podría suceder, Ipin le había hecho un comentario respecto a los dibujos, le había dado mostrado como Lambo estaba lidiando con toda esta tragedia, y el castaño sabia que esto no era bueno, el menor debía encontrar otra forma de cubrir el dolor, otra forma para comenzar a sanar.

¿Cómo hubiese sabido Tsuna de que era solo cosa de días para que Lambo descubriera una nueva forma para enfrentar el dolor? Una que por supuesto no sería del todo buena.

Ipin fue la primera en notar el extraño y nuevo comportamiento de su amigo, ¿Acaso era una nueva forma de lidiar con el dolor? ¿Con la ausencia? La chica esperaba que solo fuese momentáneo, comenzaba a preocuparse hacia donde se estaba encaminando todo este nuevo actuar de Lambo. La chica achicó la mirada y frunció los labios, podía verlos desde el salón en donde estaba, ella tenía algunas clases extras que Lambo no, este último se encontraba en el patio, donde había solo unos cuantos estudiantes, su amigo se encontraba apoyado en un árbol y un chico, obviamente de curso superior, unos dos años más grande, mas alto, masculino, Ipin estaba preocupada viendo como la mano del chico mayor acariciaba con lentitud el brazo de Lambo, como este sonreía de medio lado, esta no era la primera vez que veía a Lambo actuando así, tan coqueto, tan descarado, le había visto hacer cosas parecidas hace unos días atrás ¡¡El no era así!! ¡¿Por qué hacia esto?! 

Sus ojos oscuros se abrieron en sorpresa cuando el chico mayor se inclinó y susurro algo en el oído de Lambo, mientras una de sus piernas se acomodaba entre las de este ultimo.

La campana sonó. Sin perder tiempo Ipin dejó sus cosas a un lado y partió a paso rápido a ver a Lambo, debía alejarse de ese chico, debía dejar de hacer lo que sea que estaba haciendo, un fuerte sonrojo cubrió sus mejillas, ella ya podía suponer que cosas podría estar haciendo, pero simplemente no quería creerlo. Caminó a paso rápido por los pasillos y las escaleras rumbo al patio, nerviosa de lo que pudiese encontrar una vez que llegara allí, pero… ¿Y si no encontraba nada? O peor aún, a nadie.

Justo cuando estaba cruzando ese pensamiento por su cabeza se detuvo, Lambo y aquel chico no estaban en donde ella les había visto ¿Se habían ido juntos? ¿¡Juntos!? Buscó con la mirada en todas direcciones, pero nada, no estaban en ningún lugar a la vista, no estaban en ninguna parte.

-      ¡Demonios! – soltó en un susurro para ella misma, se sentía frustrada, y las graficas imágenes que parecía estar invocando su cerebro en ese instante no ayudaban a toda esta situación. - ¡Arg!

Mientras Ipin buscaba a su amigo con miedo por la integridad de este, o lo que quedara de ella. Lambo estaba encerrado en una bodega del gimnasio con el chico que Ipin había visto con él, el cual besaba toda la piel a su alcance, bajaba por su cuello, clavícula, aquel espacio entre el cuello y el hombro, lugar en donde dejó unas cuantas marcas rojizas.

-      Tan exquisito – pudo escuchar Lambo que decía el otro chico, acariciando su abdomen, bajando por este hasta encontrar el borde del pantalón, el menor sonrió y dejo escapar un largo gemido cuando aquella mano se adentró en su ropa.

Lambo había encontrado su propia forma para olvidar, para evadir el dolor, para sentirse bien aunque fuese solo por unos escasos minutos. El sexo era un buen escape, pero solo sería cosa de tiempo para que este también se volviera monótono y aburrido, era solo cosa de tiempo.

-      ¿¡Lambo!? ¿¡Donde estabas!? Te anduve buscando – le dijo Ipin cuando se encontraron a la salida del instituto, Lambo sonrió de medio lado y comenzó a acercarse al vehículo que le esperaba.

-      Estaba ocupado, pero no te preocupes – le respondió abriendo la puerta del automóvil, y fue allí que la chica pudo verlas, las marcas en el cuello de su amigo. No había que ser un genio para saber que había estado haciendo.

-      Lambo.

-      Nos vemos – se despidió subiéndose al auto y dejando a Ipin mas preocupada que antes, Lambo ya había encontrado una nueva forma de desahogarse, no la mejor de ellas, pero ¿Qué podía decirle ella? Después de todo Lambo era dueño de su propio cuerpo, y tomando en cuenta todo lo que sucedía a su alrededor, aunque intentara hacerle entrar en razón, él no la escucharía, además ¿Cómo intervenir sin hacer sentir a su amigo que estaba invadiendo su privacidad? Aunque fuese en la práctica era exactamente lo que estaba haciendo.

Lambo regreso a la mansión Vongola sin decir ni una sola palabra durante todo el trayecto, al entrar, en el vestíbulo le esperaba Gokudera.

-      El decimo esta en un viaje de negocios – le dijo el peligris – Volverá mañana en la noche.

-      Entiendo – soltó agachando la mirada – Gracias – y tras eso continuó su camino escaleras arriba hacia su habitación, una vez allí y tras cerrar la puerta a su espalda, dejó su bolso a un lado, se deshizo de su chaqueta y se paso una mano por el cabello mientras se adentraba en el cuarto de baño, una buena ducha le esperaba, tenia algunos músculos adoloridos y la ropa algo pegada al cuerpo.

Tras bañarse, salió del baño con una sonrisa en el rostro y una toalla sobre su cabeza, mañana era sábado, lo que significaba que podría dormir hasta tarde y descansar, había sido una semana de lo mas agotadora. Se dejó caer sobre su cama boca abajo y allí sin poder evitarlo cayó dormido, sumiéndose en un sueño donde escuchaba una risa macabra entre las sombras, vigilando cada uno de sus pasos, esperando algo, pero ¿Qué? ¿Qué esperaba encontrar? ¿Qué esperaba ver?

Sus sueños llevaban un tiempo siendo así de extraños, de confusos, oscuros, algo lúgubres. No sabía porque era así o que es lo que significaban, pero no sabía qué hacer y mucho menor entendía porque los estaba teniendo ¿Es que acaso algo querían decirle? ¿Su subconsciente quería decirle algo? ¿Qué? ¿Por qué? No sabia por donde comenzar a analizar todo esto y realmente no estaba seguro si quería saber la verdad detrás de todo eso, quizás solo eran sueños extraños sin mayor sentido ni importancia, simple consecuencia del trauma de haber perdido a sus padres.

-      Lambo – escuchó que Gokudera le llamaba del otro lado de la puerta, el adolescente se sentó en la cama antes de responder.

-      ¡Pasa! – la puerta se abrió y entro la mano derecha de Tsuna, el que traía un celular en una de sus manos.

-      El decimo quiere hablar contigo – le extendió dicho aparato, el cual recibió.

-      Gracias.

-      Una vez que termines, deja el celular en la oficina del Decimo.

-      Está bien – tras eso Gokudera salió de la habitación, dejando al menor conversando con el castaño.

-      ¿Lambo?” – pudo escuchar la voz de Tsuna, se notaba la preocupación.

-      Hola Tsuna – saludó el joven de ojos verdes pasándose la mano libre por su cabello oscuro.

-      “¿Cómo has estado? ¿Todo bien por allá?” – inquirió con cuidado.

-      Bien, bien, todo bien – la voz del castaño le relajaba, le hacía sentir querido, le hacía sentir que había alguien para él, alguien cuidándole.

-      “¿Seguro?” – preguntó con duda en la voz. Lambo por un segundo, solo por un segundo estuvo tentado a decirle lo que estaba haciendo, lo que había descubierto para poder controlar su dolor, pero se detuvo, no tenia porque molestar a Tsuna con cosas como esas.

-       Por supuesto – le respondió - ¿Y tú? ¿Cómo has estado? ¿Qué has hecho? ¿Cuándo regresas? – soltó todo al hilo, emocionado por lo que podría decirle el castaño, lo que podría contarle.

-      “Calma Lambo, calma” – Tsuna rió del otro lado de la línea y soltó un suspiro – “Bien, he estado bien, lidiando con todo el trabajo solo” – Lambo se sintió un poco mal por eso, después de todo, el asistente de Tsuna, Gokudera estaba con él en la mansión, cuidándole y acompañándole – “Aparte de trabajar no he hecho mucho…soportando escritores molestosos y pervertidos, pero todo bien” – el adolescente enarcó una ceja “escritores molestosos y pervertidos”, quizás lo mejor seria no preguntar nada al respecto.

-      ¿Y cuando regresas?

-      “Mañana en la noche” – le respondió.

-      Entonces mañana nos veremos – Lambo sonrió.

-      “Así es” – Tsuna sonrió también del otro lado del teléfono – “Ve a descansar. Buenas noches Lambo”

-      Buenas noches Tsuna.

Y tras eso finalizó la llamada, Lambo se dejó caer de espaldas en su capa con el celular aun en su mano, conversar con Tsuna siempre le traía aunque sea una pequeña chispa de felicidad. Tuvieron que pasar largos minutos antes de que el adolescente se pusiera de pie y terminara de arreglarse para dormir.

-      Debería dejar el celular en la oficina – Soltó en un susurro para si mismo, tomando el celular y saliendo al pasillo, encaminándose a la oficina de Tsuna. Iba a entrar cuando escuchó la voz de Gokudera, al parecer estaba hablando por teléfono con alguien.

-      Si lo se, los dos lo sabemos pero ¿Qué se supone que hagamos? – se detuvo – No podemos hace nada, la policía dice que fue un accidente, pero no lo fue – otra pausa y Lambo estaba mordiéndose el labio inferior - ¡¡Por supuesto que no fue un accidente!! ¡¡Tenemos pruebas para decir con seguridad que los Bovino fueron asesinados!! – Lambo abrió sus ojos verdes en shock ¿Qué? ¿¡Que!? ¿Sus padres? ¿¡Sus padres!?La policía no quiere ir mas a fondo, son unos cobardes – medio gruñó Gokudera, y Lambo no pudo seguir allí, escuchando todo eso, no pudo. Salió corriendo de regreso a su habitación.

¡¡Sus padres habían sido asesinados!! ¡¡Asesinados!! Podía sentir como las lagrimas se deslizaban por su rostro, pero eso no le detuvo hasta que cerró la puerta de su recamara a su espalda.

No podía ser, simplemente no podía ser, se repetía mentalmente, atormentado con lo que acababa de descubrir, con la información que de seguro Tsuna jamás hubiese querido compartir con él, el castaño se preocupaba por él, y Lambo lo sabía, estaba consciente de ello, pero todo esto le superaba, quería estar enojado con Tsuna por no haberle dicho esto, pero no podía, no podía culparlo, entendía al castaño, entendía el porque había guardado esta información con celo y cuidado.

Dios como dolía saber la verdad.


-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-


Ipin varias veces había llamado al celular de Lambo, pero no había obtenido respuesta alguna, su amigo de ojos verdes llevaba una semana sin ir a clases, la pobre chica no sabía que hacer en estar circunstancias, había intentado contactarlo de varias formas pero no había casi ni respuesta. Así que había tomado una decisión, sino podía hablar con Lambo, hablaría con su guardián, Sawada Tsunayoshi.

Se detuvo en la entrada del edificio Vongola, en el vestíbulo una mujer detrás de un escritorio le hizo una seña con la mano y le sonrió cálidamente.

-      Ipin-chan ¿Qué te trae por aquí?

-      Kyoko-neesan ¿Esta Tsuna-san?

-      Si, de hecho su reunión debió terminar hacer cinco minutos ¿Le aviso que vas subiendo?

-      Si por favor – la menor se despidió y se acercó al ascensor que la llevaría al último piso, en donde encontraría al castaño.

Una vez que salió del ascensor la chica tuvo que enarcar una ceja, o sea ella sabia que detrás de la apariencia frágil y de su carácter amable se encontraba la determinación y firmeza de un gran y frio empresario, y ahora lo veía tal como lo había sospechado.

-      ¡¡Eres un idiota!! – gritó Tsuna colocándose de pie y golpeando con ambas manos su escritorio, dando énfasis a sus palabras.

-      Pero Tsunayoshi-kun – le respondió el otro, al que Ipin solo veía de espalda.

-      ¡¡No!! ¡¡Nada de “Tsunayoshi-kun”!! ¡¡Estoy harto por hoy!!

-      ¿Solo por hoy? – la voz sonó sedosa, seductora.

-      ¡¡FUERA!! – exclamó apuntando hacia la puerta, al hacer eso notó la presencia de Ipin en el lugar – Oh~ Ipin-chan, pasa pasa, el bulto ya se iba – dijo refiriéndose al otro individuo.

-      Esta bien, esta bien – el hombre se puso de pie y fue allí que la chica lo reconoció, se trataba del hombre piña que Lambo había dibujado – Nos veremos Tsunayoshi-kun.

-      Habla con mi secretaria – le medio gruño el castaño.

-      Por supuesto – Y tras eso salió del lugar, al pasar junto a Ipin movió la cabeza en asentimiento a modo de saludo, una vez que estuvieron solos la chica se acercó al escritorio en donde el castaño había vuelto a sentarse y se pasaba las manos por el cabello.

-      Ese hombre me va a volver loco – soltó en un susurro mas para si que para los dos – Asumo que viniste por Lambo – dijo Tsuna con voz cansada, señalándole que tomara asiento frente a el, ella hizo exactamente eso.

-      Exacto – ella levantó sus ojos preocupados hacia el castaño, el cual se pasaba las manos por su rostro ahora, ella pudo ver que también estaba preocupado por todo esto.

-      Estoy preocupada por él, no ha respondido mis llamadas, no ha ido a clases.

-      No sabría que decirte Ipin-chan – comenzó el mayor – Simplemente no quiere salir, no quiere – agachó la mirada – Yo no sé qué hacer.

-      Ya somos dos en todo esto – le respondió ella juntando sus manos sobre su regazo.

-      Pero ¿No te ha dicho nada? ¿Nada? – inquirió él.

-      No, nada de nada – ella le miró.

Ambos guardaron silencio intercambiando unas miradas preocupadas ¿Qué es lo que había sucedido? Pues era obvio que dentro de la cabeza de ambos algo había gatillado todo esto, algo había gatillado el cambio en la actitud de Lambo, pero ninguno de los dos sabía qué demonios había sucedido con el de ojos verdes.

-      Me siento culpable por haber estado ausente cuando todo esto sucedió – soltó Tsunayochi.

-      ¿Ausente? – inquirió la chica.

-      Regresé hace unos pocos días y me encuentro con que Lambo no quiere salir de la mansión, de su habitación – le dijo cruzándose de brazos.

-      Entonces los dos estamos a ciegas en todo esto- la chica soltó un suspiro.

-      Tenemos que hacer algo.

-      Lo sé, lo sé ¿Pero qué? Lambo no quiere hablar con nadie.

-      Quizás debamos darle un poco de espacio.

-      Podría ser una buena idea, y después podríamos los dos hablar con el – dijo la chica con una media sonrisa.

-      Esa me parece una buena idea.


-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-


La única luz en la oscura habitación provenía de una lámpara junto a la cama, en la que se encontraba Lambo, con sus ojos verdes clavados en varios papeles que tenia sobre su regazo, llevaba su cabello amarrado en una media coleta, removió papeles y analizó con cuidado, cada palabra afirmaba lo que había escuchado decir a Gokudera.

-      ¡Arg! – podía sentir como sus ojos ardían, no podía llorar ahora, ya no valía la pena, tenia que ser fuerte, soportar todo esto, todo lo que tendría que hacer en el futuro. El informe policial del accidente de sus padres dejaba en evidencia para el ojo detallado que todo parecía muy extraño, que no parecía del todo un accidente – No debo llorar.

Lambo había entrado en la oficina de Tsuna y desde allí había hackeado su camino hasta los archivos de la policía de la ciudad, había obtenido todo lo que buscaba y mas, todo lo que necesitaba para formar su propio punto de vista de todo esto, y la única conclusión que había logrado sacar después de horas de oscuridad y de leer papeles y documentos, era el hecho de que sus padres había sido asesinados.

Aunque tampoco era así de simple, quien lo había hecho había sido un profesional, había sabido hacerlo lo suficientemente perfecto para que pasara por accidente, aunque eso no quitaba el hecho de que a pesar de todo unos pocos habían encontrado lo necesario para decir que había sido un asesinado, pero solo para decirlo, las pruebas no eran suficientes.

Con ojos cansados ordenó todos los papeles y los guardó en el cajón de su mueble de noche, no podía seguir leyendo todo eso, pensando en las miles de posibilidades, partiendo por aquellas que lo ponían a él en el lugar de los hechos, en el mismo accidente ¿Qué hubiese pasado si el también hubiese viajado con sus padres? ¿Sería acaso perseguido por el asesino de sus padres? ¿Sería el siguiente? ¿Lo asesinarían también?

Mil y un preguntas en su cabeza revolviéndole todo en su interior, mil y un posibilidades ¿Qué hacer ahora con todo lo que sabía? Era solo un niño, no tenía más de 16 años ¿Qué podía hacer?

Y con esa última pregunta en su cabeza cayó completamente dormido en los brazos de Morfeo.

Quizás tenía que ver con todo lo que había vivido, con todo lo que había acontecido, pero no pudo evitar soñar con sus padres, con esos preciosos recuerdos felices que ahora no eran mas que eso, no eran mas que tesoros en su memoria. Soñó con el día del accidente, con las palabras de aliento de Tsuna, con las palabras reveladoras de Gokudera, y con un peculiar par de ojos dorados.

Cuando la mañana finalmente llegó, Lambo había tomado una decisión, algo drástica, pero a estas alturas ya no tenía nada que temer, y quien nada teme, nada pierde. Cobraría venganza si o si por la muerte de sus padres, sin que nadie lo detuviera, absolutamente nadie.

Su decisión estaba tomada.

Y era definitiva.


Fin capitulo 4~

0 comentarios:

Publicar un comentario

 

Ororo Nebbia Copyright © 2011 Designed by Ipietoon Blogger Template Sponsored by New Baby Shop