6 de junio de 2012

"Insatiable" Capitulo 10

Publicado por Ororo
Aquí les traigo el capitulo 10 de "Insatiable". El final de la historia esta cada vez mas cerca.


"El riesgo había sido tomado, mas de alguien había sido herido, una vida estuvo apunto de perderse, y en medio de todo el caos Tsuna se dio cuenta del verdadero valor que había detrás de cada una de las palabras de Mukuro. Después de todo, las personas merecen segundas oportunidades para demostrar que pueden cumplir con sus promesas."

Ororo.



Insatiable

Capitulo 10: “Curando heridas.”

Dos días habían trascurrido desde el tiroteo, los guardianes no habían llegado a ninguna conclusión con respecto a Mukuro, mientras que Tsuna era mantenido alejado de dichos debates, Gokudera temía por el buen juicio del jefe Vongola, juicio que parecía desaparecer cuando Mukuro entraba en escena.

¿Y Mukuro?

El guardián de la niebla, aquel que había arriesgado su vida para proteger la del jefe, había caído en la inconsciencia después de las escuetas palabras que había compartido con el jefe Vongola.

El médico venia todo el tiempo, y les había asegurado que el ilusionista estaba bien, quizás había perdido demasiada sangre, quizás se había debilitado mucho, y que por eso se debatía entre la conciencia y la inconsciencia, pero que mas allá de eso, estaba bien, solo quedaba esperar…nada más que esperar…

-       Solo queda esperar…- dijo el médico mientras salía de la habitación de Mukuro, en la puerta escuchando cada una de sus palabras estaba Tsuna, si bien Gokudera y los demás guardianes le habían prohibido estar en las discusiones que tenían con respecto a toda esta situación, no le habían prohibido el estar directamente con Mukuro, bueno, quizás su consigliere si se lo había prohibido, pero no por ello le escucharía, después de todo, Mukuro estaba inconsciente.

-       Gracias por venir – le dijo el castaño viendo alejarse al médico por el pasillo, para luego adentrarse en la habitación – Esto parece un dejavu – soltó en un susurro acercándose a la cama y sentándose en el borde de esta - ¿Cuándo vas a despertar? – dijo  con suavidad

Tsuna agachó la mirada un segundo, para luego tomar una de las manos de Mukuro, mano carente de guante, suave y cálida.

-       No puedo entender cómo es que estoy aquí, a tu lado, preocupado por ti después de todo lo que hiciste, de todo lo que me has hecho ¿Cómo he podido comenzar a perdonarte sin haberme dado cuenta?...- soltó un largo suspiro, apretando la mano de su guardián – Quizás realmente estoy loco, o mal de la cabeza…- decía

Tsuna sabía que Mukuro estaba completamente inconsciente, sabía que el mayor no podía oírle, pero, realmente necesitaba decir todo lo que cruzaba por su cabeza, sacarse un peso de encima al hacerlo.

-       ¿Cómo puedo sentir todo esto después de todo el daño que me hiciste? Después de todo el dolor que me causaste…- una lagrima rebelde se deslizo por su rostro – Sin importar que, no quiero perderte…la sola idea me es inimaginable – continuo diciendo mientras más lagrimas caían de sus ojos y recorrían su rostro – no puedo imaginarme sin ti, a pesar de que se que cuando despiertes serás el mismo monstruo posesivo de siempre…- se detuvo secándose las lagrimas con el dorso de su mano – el mismo monstruo que todos quieren asesinas y del cual voy a tener que alejarme una vez que todo esto acabe…- un largo suspiro escapó de sus labios – Yo…no puedo soportar…el tener que escoger entre mi familia y tu…no puedo…- acaricio la mano de Mukuro con cuidado – Así que para evitar más problemas entre tú y mis guardianes…simplemente me alejaré de ti…escaparé incluso si es necesario…-paso la mirada por el rostro sereno del mayor…- Ahora tengo que planear como te digo todo esto una vez que despiertes…

-       ¿Boss? – era Chrome, Tsuna se puso de pie y se acerco a la puerta, en donde la joven ilusionista esperaba.

-       ¿Sí?

-       Gokudera-kun quiere hablar con usted – le dijo ella, y por su mirada, el castaño supo que quizás no era algo bueno de lo que quería hablar su mano derecha.

-       ¿Sucedió algo? – inquirió mirándole con cierta preocupación en sus ojos castaños.

-       No lo sé, solo me encomendó que lo llamara, no me dijo nada mas – le explicó ella – Yo me quedaré con Mukuro-sama.

-       Está bien – así que Tsuna se colocó de pie y salió de la habitación dejando a los dos ilusionistas solos.

Unos segundos de silencio, en los cuales Chrome acercó una silla a la cama y se sentó cruzándose de piernas y brazos, para luego enarcar una ceja inquisidora. Sacudiendo polvo inexistente de la falda que estaba usando miró a Mukuro con cierta duda.

-       ¿Por qué aparentas dormir? – cuestionó ella mirando al mayor fijamente, este no respondió, ni dio señales de que le escuchaba – Sé que estas despierto ¿Qué sucede? – tras inquirir aquello, Mukuro finalmente abrió sus ojos, los cuales clavó en el techo, no quería mirar a la chica, cosa que esta misma notó de inmediato, algo no estaba bien con el ilusionista - ¿Mukuro-sama? – soltó con cierta duda.

-       El planea irse…- soltó de repente sin desviar la mirada, ignorando las preguntas de la chica, no queriendo decir nada mas – planea alejarse de mí.

-       ¿Tsunayoshi-san? – inquirió ella entendiendo un poco hacia donde iba todo esto.

-       Si – fue allí que el mayor le miró, al hacerlo por primera vez ella pudo ver tristeza en ese peculiar par de ojos…Chrome le miró con preocupación.

-       El….¿El dijo eso? – preguntó ella mirándole.

-       Si, creyó que seguía dormido.

-       Ah… - soltó ella entendiendo - Eso me lleva a preguntar Mukuro-sama ¿Cuánto tiempo lleva despierto?

-       Solo unas horas. – le respondió Mukuro, Chrome asintió para luego pasar la vista por los vendajes que cubrían el hombro y parte del pecho del mayor.

-       ¿Cómo te sientes? – No pudo evitar preguntar la chica con cierto tono de preocupación en la voz.

-       Algo adolorido, pero nada de qué preocuparse – le respondió mientras se sentaba en la cama, notando la mueca de dolor en el rostro del ilusionista Chrome se inclinó y acomodó una almohada en la espalda del mayor.

-       ¿Mejor? – interrogó ella una vez que terminó de acomodar la dicha almohada.

-       Si, gracias Chrome – le respondió mientras agachaba la mirada y se miraba las manos.

-       ¿Qué vas a hacer entonces? – soltó ella, Mukuro parecía estar meditando algo, tanto tiempo el vivir con el mayor dentro de su cabeza, llevaba a la chica a ser la única persona que conocía a la perfección a Mukuro, aunque no por eso le conocía por completo, aun habían detalles que no terminaba de entender.

-       Aun no lo sé…- le respondió él con total sinceridad, sentía que no podía simplemente mentirle a la chica, no después de todo lo que ella había hecho por él, lo cual por supuesto no había sido poco, a veces Mukuro no podía evitar pensar que si hubiese tenido una hermana, esta hubiese sido exactamente igual a Chrome.

-       Tsunayoshi-san realmente va a hacer lo que dijo – soltó Chrome afirmándolo, no cuestionándolo, ella sabía que si el jefe tomaba una decisión, sería definitiva, lo mejor era dejar eso determinado y partir desde ese punto, lo que sea que pensaran debía partir desde allí.

-       No puedo alejarme de él…- le respondió Mukuro – El…le da sentido a mi vida…- Chrome le miró, nunca antes había escuchado a Mukuro hablar de sus emociones con tanta sinceridad.

Algo dentro de la cabeza de la chica hizo click, una idea, algo extrema y atrevida, pero una idea al fin y al cabo, la cual no solo podría ayudar a Mukuro, sino que también podría traer todo un nuevo escenario a la situación de la familia. Chrome sonrió de medio lado…

-       Quizás…- interrumpió la ilusionista, logrando la atención del mayor – quizás podría pedir un periodo de prueba.

-       ¿Periodo de prueba? – inquirió él enarcando una ceja.

-       Si, para demostrarle a los otros guardianes que ha cambiado…- ella se detuvo – para demostrarle al jefe que ha cambiado. – soltó esto último con una sonrisa de medio lado – las cosas podrían cambiar – esperanza se podio percibir en la voz de la joven ilusionista.

-       Ellos no lo aceptaran… -  “Ellos”, los otros guardianes.

-       Podemos intentarlo, después de todo yo solo soy un reemplazo, no soy el verdadero guardián. – dijo ella -  Además, tomando en cuenta la situación, no creo que haya nada que perder… -  Mukuro le miró achicando la mirada -  Bueno si, pero hay que tener esperanzas… -  el mayor soltó un largo suspiro.

-       No será fácil…

-       Nunca nada es fácil – se escuchó una voz ajena, ambos ilusionistas desviaron la mirada hacia la puerta, en el umbral de esta se encontraba el arcobaleno.

-       Reborn-san – soltó Chrome mirándole sorprendida.

-       Arcobaleno – dijo Mukuro a modo de saludo.

Reborn se adentró en la habitación cerrando la puerta a su espalda, tenia asuntos que discutir con el guardián de la niebla, con ambos.


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La sorpresa se veía reflejada en el rostro de todos los guardianes.

¿Acaso habían escuchado bien? ¿O sus oídos les engañaban?

Todos los guardianes se encontraban reunidos en la sala, de pie Reborn, Chrome y Mukuro eran los que dirigían la reunión. Yamamoto y Gokudera sentados en uno de los sofás, uno al lado del otro intercambiaron miradas incrédulas, Ryohei sentado en un sillón se cruzó de brazos, Hibari por su cuenta, apoyado en una de las paredes enarcó una ceja.

Al parecer, no habían oído mal.

-       Asumo que lo que acabas de decir va totalmente en serio – soltó el guardián de la nube mirando al arcobaleno. Reborn achicó la mirada.

-       Por supuesto.

-       ¡¡Imposible!! – exclamó Gokudera, casi poniéndose de pie, Yamamoto con un simple gesto sobre su mano le detuvo. Chrome sabía que el mas difícil de convencer seria él, pero no por ello se rendirían, por supuesto que no.

-       Por primera vez estoy de acuerdo con Gokudera – dijo Ryohei para la sorpresa de los demás – No creo que sea seguro tenerle cerca.

-       Pero igualmente arriesgo su vida por Tsuna, de la misma manera que cualquiera de nosotros lo hubiese hecho – continuó Yamamoto, Gokudera le miro con reproche en sus ojos verdes.

-       La idea es poner a prueba eso, cada uno de ustedes deberá al finalizar el mes, dar su aprobación o su negación, dependiendo de lo que hayan visto durante todo el tiempo que dure la prueba – dijo Chrome pasando la mirada por todos los presentes, viendo sus reacciones.

-       Al final seremos nosotros quienes decidirán ¿No es así? – inquirió Ryohei.

-       Así es.

-       ¿Y Tsuna? – preguntó Yamamoto.

-       Yo me encargaré de informarle – dijo Reborn cruzándose de brazos - ¿Entonces?

-       Deberíamos aceptar – soltó Hibari Kyoya ante la sorpresa de todos – Después de todo, de esta manera le tendremos vigilado, por lo menos durante un mes.

-       Ese es un buen punto – Comentó Ryohei.

-       Y cuando no esté con alguno de nosotros ¿Quién le vigilará? – interrogó Gokudera.

-       Yo me encargare de eso – le respondió Chrome.

Un silencio incomodo rodeó a todos los guardianes a la espera de lo que fuera a decir Gokudera, el sería definitivo, aprobación o no.

-       Está bien – soltó finalmente – pero solo por un mes – dijo mirando fijamente a Mukuro, achicando la mirada.

-       Un mes será más que suficiente – dijo Reborn mientras se acercaba al pasillo – Preparen sus maletas, regresamos a Italia en la mañana, no vale la pena quedarnos aquí – y tras eso desapareció por el pasillo, lo más probable que a hablar con Tsuna.

Una vez que Reborn se fue, perdiéndose por el pasillo, los guardianes intercambiaron unas miradas para luego mirar a Mukuro con cierta aprehensión.

-       No creas que te dejaremos esto fácil – le dijo Gokudera con desafío poniéndose de pie.

-       No espero que lo hagan – le respondió el ilusionista.

-       Vigílalo de cerca – dijo el consigliere, esta vez mirando a Chrome.

-       Lo hare – soltó ella.

Una vez finalizada la reunión, uno a uno los guardianes regresaron a sus habitaciones, ya sea a meditar la decisión que acababan de tomar o a preparar sus cosas para el regreso a la mansión Vongola.

-       Ves, no fue tan difícil – soltó Chrome sentándose en uno de los sillones, miró a Mukuro mientras se cruzaba de piernas.

-       Será complicado. – le respondió este sentándose en un sillón frente a ella, imitándola también se cruzó de piernas.

-       Por supuesto.

-       Esto no lo hago porque apruebo todo esto de la mafia…aun la odio con todo mí ser. – soltó con veneno en la voz, Chrome sonrió de medio lado ante esas palabras.

-       Lo sé – le respondió la joven ilusionista bajando la mirada – Todo esto es  por Tsunayoshi-san

-       Siempre ha sido por él.

-       Así es – dibujando una media sonrisa – A tomado tiempo que te dieras cuenta de ello.

-       Para algunas cosas soy algo despreocupado. -  soltó él como quien no quiere la cosa.

-       ¿¡Despreocupado!? Más bien torpe – le corrigió ella.

-       ¿No deberías estar haciendo tus maletas? – dijo mirándole con reproche.

-       De hecho…

Tras eso se puso de pie y se perdió por los pasillos, dejando a Mukuro pensativo, a la espera del nuevo día, el que traería consigo no solo una oportunidad, sino que también una esperanza.

La esperanza de estar junto al Decimo Vongola, para siempre.


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Tsuna dormía ya más tranquilo en su cama, después de lo que le había dicho Reborn, simplemente no había podido conciliar el sueño, había sido la presencia tranquilizadora de Lambo, la que le había calmado lo suficiente como para poder dormir.

Realmente había sido una noche agotadora, por lo menos mentalmente.

Y fue el hiperactivo pre adolescente el que le despertó a la mañana siguiente de manera abrupta y entusiasta, saltando a su lado en la cama.

-       ¡¡Tsuna!! ¡¡Tsuna!! ¡¡Vamos!! ¡¡Vamos!! ¡¡El desayuno espera!! ¡¡Vamos, vamos!! – entre cada palabra zarandeaba al mayor para sacarlo de la cama.

-       Ya voy, ya voy – Tsuna si bien estaba más o menos acostumbrado a los desplantes del menor, esta clase de cosas aun le costaba asimilarlas.

-       ¡¡Vamos!!

-       Ya voy Lambo ¿Por qué tú no te adelantas? – inquirió mientras se restregaba los ojos y se sentaba en la cama.

-       Está bien, te guardare un puesto al otro lado de Chrome – y tras decir eso, salto fuera de la cama y salió de la habitación.

-       No puedo terminar de entender cómo puede llevarse tan bien con Chrome – soltó él mientras terminaba de despertarse y se ponía de pie.

Una ducha rápida y  una simple muda de ropa después, Tsuna estaba listo para enfrentar el desayuno con sus guardianes…con todos ellos. El castaño no pudo evitar detenerse y dudar, ¿Habían tomado la decisión correcta al dejar a Mukuro con ellos durante un mes?

-       Muchas cosas pueden suceder en un mes – soltó en un susurro saliendo de su habitación y caminando hacia el comedor, lugar en donde ya todos le esperaban. Al momento de entrar, nadie detuvo lo que hacía, por lo cual Tsuna creyó que quizás no le habían visto entrar, hasta que la voz de Gokudera le saco de su ensimismamiento.

-       Una vez terminado el desayuno partiremos al aeropuerto – había dicho el consigliere para todos los presentes, para luego desviar su mirada hacia el castaño – Buenos días Decimo, espero que haya dejado todo listo para el regreso a Italia.

-       Buenos días – dijo a todos en general – Y si, dejé todo listo – le respondió al peligris

-       Excelente.

Esas fueron las últimas palabras dichas por Gokudera en todo el desayuno, el cual el castaño se la paso entre escuchando a Lambo conversar animadamente con Chrome, y tratando de evitar mirar a Mukuro, el cual cada tanto le miraba de reojo.


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El viaje de regreso fue relativamente tranquilo y silencioso, bueno, si no se toma en cuenta la hiperactiva presencia de Lambo, el cual no parecía querer quedarse quieto, la idea de regresar a la mansión parecía tenerle así. Mas allá de eso, el viaje pasó sin mayores contratiempos.

Una vez en Italia, un grupo importante de guardaespaldas les esperaban, los que les escoltaron de regreso a la mansión. Solo cuando estuvieron solo en el amplio vestíbulo de la mansión Vongola, todos pudieron relajarse finalmente.

-       Chrome – llamó Gokudera.

-       ¿Si?

-       Mukuro se quedará en la habitación que esta junto a la tuya – si bien no todos los guardianes vivían en la mansión, todos ellos tenían su habitación en esta, ahora Mukuro también.

-       Entiendo -  dijo ella para después mirar a Mukuro con una leve sonrisa en los labios – Lo mejor es que dejemos todo allí ¿Vamos? – Mukuro asintió para luego seguir a la chica escaleras arriba y por el pasillo, rumbo a la habitación que sería suya durante un mes.

Sus propios pasos eran lo único que se escuchaba por el pasillo, Mukuro pasaba la mirada por los cuadros que colgaban de las paredes, era una clase de tradición el colgar pinturas de los previos jefes de familia, no pudo evitar detenerse frente a uno de los cuadros, algo sorprendido.

-       Primo Vongola – escuchó que le decía Chrome colocándose a su lado, Mukuro le miró de reojo para luego volver a clavar sus ojos en el cuadro, más que intrigado.

-       ¿Primo?

-       La primera vez que vi este cuadro también, me sorprendí – comenzó a decir la ilusionista – Son parecidos…Boss y Primo.

-       Parece su versión adulta… - Mukuro miró el cuadro, en este salía Primo Vongola en toda su gloria, no parecía tener más de 30 años, con sus brillantes ojos anaranjados y su enigmática sonrisa, casi parecía una visión del futuro. Chrome también clavó su mirada en el cuadro, el parecido era sorprendente y las diferencias pocas. Primo era rubio y sus ojos anaranjados mostraban una seriedad y seguridad que Tsuna ya comenzaba a desarrollar.

-       Es curioso – fue lo único que dijo Chrome - ¿Continuamos? – Mukuro asintió, dio un último vistazo al cuadro de Primo y siguió a la joven por el pasillo.

No tuvieron que caminar mucho mas, Chrome se detuvo frente a una puerta.

-       Esta es su habitación Mukuro-sama – era la última del largo pasillo del segundo piso, una ventana cerca de la puerta mostraba el enorme patio que rodeaba la mansión – Junto a esta se encuentra la mía – le indicó la chica.

-       Gracias – fue lo único que dijo Mukuro antes de adentrarse en su habitación, la chica no le dijo nada mas, de cierta manera sabía que debía dejar solo al mayor, necesitaba pensar, en un mes pueden pasar muchas cosas.


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Dos días habían transcurrido desde el regreso a Italia y a la mansión Vongola, y si bien tenía la cabeza repleta de trabajos para la familia, eso no quitaba el hecho de que incesantes pensamientos ligados a Mukuro hicieran fiesta dentro de su cabeza, eso no quitaba el hecho de que no notara las cosas a su alrededor, en este caso el comportamiento de su tutor. Reborn parecía algo…algo distraído, o sea continuaba haciendo su trabajo a la perfección, pero fuera de ello su actitud era algo extraña. En un principio Tsuna había creído que el arcobaleno le estaba evitando por todo lo sucedido con Mukuro, pero solo le había tomado un poco más de tiempo percatarse que no le estaba evitando a él, sino que a Lambo, el pre adolescente había tomado por costumbre pasar las tardes con el castaño, intentando ayudarle con algunas cosas pequeñas.

Así que la conclusión de Tsuna había sido rápida y simple. Reborn estaba evitando a Lambo casi como si su vida dependiera de ello, por supuesto, con toda la elegancia y dignidad que siempre a caracterizado al arcobaleno. Tsuna suponía, aunque estaba casi por completo seguro, que aquel beso que Lambo le había dado a Reborn le había llevado al límite, la paciencia del arcobaleno se había acabado, por eso le evitaba, temía no poder controlarse y hacer algo de lo cual después podría arrepentirse…o peor aún, no arrepentirse para nada.

-       ¿Tsuna? – el castaño levantó la mirada de los papeles que tenia sobre su escritorio, encontrándose con los ojos verdes de Lambo, el pre adolescente cerró la puerta a su espalda y se acercó a pasos lentos al escritorio del castaño.

-       ¿Qué sucede Lambo? – el jefe Vongola pudo notar cierta tristeza en el rostro del menor, el cual se sentó en una de las sillas que estaba frente al escritorio, Tsuna enarcó una ceja - ¿Lambo? – volvió a preguntar, el joven guardián soltó un largo suspiro y clavó sus ojos en el suelo.

-       ¿He hecho algo malo? – interrogó de repente, el castaño no sabía a qué se refería.

-       No entiendo…

-       No…he robado armas, tampoco he desordenado la cocina – comenzó a enumerar – No he sacado la bazooka de los 10 años en meses, no he amenazado a nadie – Tsuna comenzó a preocuparse seriamente, dejando los papeles sobre el escritorio, se colocó de pie y rodeando su escritorio se arrodilló frente a Lambo, encontrándose con que tenía los ojos llenos de lagrimas.

El llanto era algo común del joven guardián del trueno, pero sus ojos verdes esta vez, mostraban demasiada tristeza, tal que Tsuna supo de inmediato que lo que sea que le sucedía al menor le tenía realmente afectado.

-       Lambo…- soltó en un susurro levantando el rostro del menor con una de sus manos, sus miradas se encontraron.

-       Creo que me odia…- soltó con la voz entrecortada por los sollozos.

-       ¿Odia? – Tsuna le miró atentamente, y solo le tomó un segundo suponer a quien se refería el menor.

-       Antes…- un sollozo – antes…aunque sea me miraba…aunque sea me regañaba – otro sollozo, algo más sonoro que el anterior – ahora nada…debe odiarme…debe…- no pudo seguir hablando, el llanto ocultó todas sus palabras.

-       Oh Lambo – el castaño no supo que mas decir, así que simplemente envolvió al menor entre sus brazos, sintiendo como temblaba, sabiendo que su hombro quedaría empapado con las lagrimas del menor.

-       Me odia…me odia…

-       Yo…yo no creo que te odie – le susurró Tsuna dándole ánimos. No podía simplemente decirle que Reborn se estaba controlando para no acabar llevando al aun menor de edad a su cama.

-       ¿Tu crees? – inquirió el menor deteniendo poco a poco su llanto y separándose del mayor, haciendo que sus ojos se encontraran, el castaño no pudo evitar sonreír de medio lado, Lambo realmente estaba enamorado de Reborn, en su voz, en sus ojos, en todo su rostro se reflejaba la esperanza ante las palabras del joven Vongola.

-       Sí, eso creo…- Tsuna le sonrió y Lambo le sonrió de vuelta.

-       Entonces… ¿Qué es lo que sucede? – el castaño se petrifico ante la pregunta, había olvidado lo inteligente que podía ser Lambo cuando le era conveniente.

-       No lo sé – respondió Tsuna, intentando sonar lo más convincente posible – Tu conoces a Reborn, algunas veces se pone así, quizás solo está demasiado ocupado.


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-       ¿Hayato? – Yamamoto estaba en su cama, recién despertando, al buscar con la mano el cuerpo de su amante, y no encontrándolo, preguntó al aire, a la espera de que el otro le respondiera.

-       Aquí – le respondió el peligris en un susurro.

Gokudera estaba sentado en el escritorio del espadachín, revisando unos papeles, solo llevaba puestos uno par de pantalones, siquiera se había molestado en ponerse alguna polera o camisa. Yamamoto se sentó en la cama y tanteó por sus propios pantalones, una vez que los encontró, se los puso y se levantó de la cama.

-       ¿Qué haces? – Inquirió acercándose a su pareja, quien no levantó la mirada de lo que hacía.

-       Leo unos reportes…- Yamamoto enarcó una ceja, por alguna razón el moreno no pudo evitar pensar que lo que hacia el peligris era buscar una forma de distraerse.

-       Hayato – el moreno apoyó su mano en el hombro del otro - ¿En que piensas? – inquirió casi en un susurro.

-       En muchas cosas – le respondió el consigliere.

-       ¿Mukuro?

-       Entre otras – guardó silencio un segundo – Aun no entiendo porque Reborn-san apoyo todo esto.

-       ¿Te arrepientes de haber dicho que si?

-       Un poco…¿Cómo saber si lo que hicimos no nos atacará de vuelta?

-       Si Mukuro no nos atacará de vuelta querrás decir – corrigió Yamamoto.

Gokudera soltó un suspiro y dejó los papeles sobre el escritorio, para luego levantar la mirada y clavar sus ojos claros en los oscuros de Yamamoto.

-       No le dejare las cosas fáciles – dijo el peligris.

-       Lo sé – sonrió el moreno ante la determinación del otro.

-       ¿Y tú?

-       Intentaré entender…- fue la simple respuesta del espadachín.

-       ¿Por qué?

-       Creo que todos merecen una oportunidad.

Fin capitulo 10.

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