"El riesgo había sido tomado, mas de alguien había sido herido, una vida estuvo apunto de perderse, y en medio de todo el caos Tsuna se dio cuenta del verdadero valor que había detrás de cada una de las palabras de Mukuro. Después de todo, las personas merecen segundas oportunidades para demostrar que pueden cumplir con sus promesas."
Ororo.
Insatiable
Capitulo
10: “Curando heridas.”
Dos días habían trascurrido desde el
tiroteo, los guardianes no habían llegado a ninguna conclusión con respecto a
Mukuro, mientras que Tsuna era mantenido alejado de dichos debates, Gokudera
temía por el buen juicio del jefe Vongola, juicio que parecía desaparecer
cuando Mukuro entraba en escena.
¿Y Mukuro?
El guardián de la niebla, aquel que
había arriesgado su vida para proteger la del jefe, había caído en la
inconsciencia después de las escuetas palabras que había compartido con el jefe
Vongola.
El médico venia todo el tiempo, y les
había asegurado que el ilusionista estaba bien, quizás había perdido demasiada
sangre, quizás se había debilitado mucho, y que por eso se debatía entre la
conciencia y la inconsciencia, pero que mas allá de eso, estaba bien, solo
quedaba esperar…nada más que esperar…
-
Solo queda esperar…- dijo el médico mientras
salía de la habitación de Mukuro, en la puerta escuchando cada una de sus
palabras estaba Tsuna, si bien Gokudera y los demás guardianes le habían
prohibido estar en las discusiones que tenían con respecto a toda esta
situación, no le habían prohibido el estar directamente con Mukuro, bueno,
quizás su consigliere si se lo había prohibido, pero no por ello le escucharía,
después de todo, Mukuro estaba inconsciente.
-
Gracias por venir – le dijo el castaño viendo
alejarse al médico por el pasillo, para luego adentrarse en la habitación – Esto parece un dejavu – soltó en un
susurro acercándose a la cama y sentándose en el borde de esta - ¿Cuándo vas a despertar? – dijo con suavidad
Tsuna agachó la mirada un segundo,
para luego tomar una de las manos de Mukuro, mano carente de guante, suave y
cálida.
-
No puedo entender cómo es
que estoy aquí, a tu lado, preocupado por ti después de todo lo que hiciste, de
todo lo que me has hecho ¿Cómo he podido comenzar a perdonarte sin haberme dado
cuenta?...- soltó
un largo suspiro, apretando la mano de su guardián – Quizás realmente estoy loco, o mal de la cabeza…- decía
Tsuna sabía que Mukuro
estaba completamente inconsciente, sabía que el mayor no podía oírle, pero, realmente
necesitaba decir todo lo que cruzaba por su cabeza, sacarse un peso de encima
al hacerlo.
-
¿Cómo puedo sentir todo
esto después de todo el daño que me hiciste? Después de todo el dolor que me
causaste…- una
lagrima rebelde se deslizo por su rostro – Sin
importar que, no quiero perderte…la sola idea me es inimaginable – continuo
diciendo mientras más lagrimas caían de sus ojos y recorrían su rostro – no puedo imaginarme sin ti, a pesar de que
se que cuando despiertes serás el mismo monstruo posesivo de siempre…- se
detuvo secándose las lagrimas con el dorso de su mano – el mismo monstruo que todos quieren asesinas y del cual voy a tener que
alejarme una vez que todo esto acabe…- un largo suspiro escapó de sus
labios – Yo…no puedo soportar…el tener
que escoger entre mi familia y tu…no puedo…- acaricio la mano de Mukuro con
cuidado – Así que para evitar más
problemas entre tú y mis guardianes…simplemente me alejaré de ti…escaparé
incluso si es necesario…-paso la mirada por el rostro sereno del mayor…- Ahora tengo que planear como te digo todo
esto una vez que despiertes…
-
¿Boss? – era Chrome, Tsuna se puso
de pie y se acerco a la puerta, en donde la joven ilusionista esperaba.
-
¿Sí?
-
Gokudera-kun quiere
hablar con usted – le
dijo ella, y por su mirada, el castaño supo que quizás no era algo bueno de lo
que quería hablar su mano derecha.
-
¿Sucedió algo? – inquirió mirándole con
cierta preocupación en sus ojos castaños.
-
No lo sé, solo me
encomendó que lo llamara, no me dijo nada mas – le explicó ella – Yo me quedaré con Mukuro-sama.
-
Está bien – así que Tsuna se colocó
de pie y salió de la habitación dejando a los dos ilusionistas solos.
Unos segundos de silencio, en los
cuales Chrome acercó una silla a la cama y se sentó cruzándose de piernas y
brazos, para luego enarcar una ceja inquisidora. Sacudiendo polvo inexistente de
la falda que estaba usando miró a Mukuro con cierta duda.
-
¿Por qué aparentas
dormir? – cuestionó
ella mirando al mayor fijamente, este no respondió, ni dio señales de que le
escuchaba – Sé que estas despierto ¿Qué
sucede? – tras inquirir aquello, Mukuro finalmente abrió sus ojos, los
cuales clavó en el techo, no quería mirar a la chica, cosa que esta misma notó
de inmediato, algo no estaba bien con el ilusionista - ¿Mukuro-sama? – soltó con cierta duda.
-
El planea irse…- soltó de repente sin
desviar la mirada, ignorando las preguntas de la chica, no queriendo decir nada
mas – planea alejarse de mí.
-
¿Tsunayoshi-san? – inquirió ella entendiendo
un poco hacia donde iba todo esto.
-
Si – fue allí que el mayor le
miró, al hacerlo por primera vez ella pudo ver tristeza en ese peculiar par de
ojos…Chrome le miró con preocupación.
-
El….¿El dijo eso? – preguntó ella
mirándole.
-
Si, creyó que seguía
dormido.
-
Ah… - soltó ella entendiendo - Eso me lleva a preguntar Mukuro-sama ¿Cuánto
tiempo lleva despierto?
-
Solo unas horas. – le respondió Mukuro,
Chrome asintió para luego pasar la vista por los vendajes que cubrían el hombro
y parte del pecho del mayor.
-
¿Cómo te sientes? – No pudo evitar preguntar
la chica con cierto tono de preocupación en la voz.
-
Algo adolorido, pero nada
de qué preocuparse – le
respondió mientras se sentaba en la cama, notando la mueca de dolor en el
rostro del ilusionista Chrome se inclinó y acomodó una almohada en la espalda
del mayor.
-
¿Mejor? – interrogó ella una vez
que terminó de acomodar la dicha almohada.
-
Si, gracias Chrome – le respondió mientras
agachaba la mirada y se miraba las manos.
-
¿Qué vas a hacer
entonces?
– soltó ella, Mukuro parecía estar meditando algo, tanto tiempo el vivir con el
mayor dentro de su cabeza, llevaba a la chica a ser la única persona que
conocía a la perfección a Mukuro, aunque no por eso le conocía por completo,
aun habían detalles que no terminaba de entender.
-
Aun no lo sé…- le respondió él con
total sinceridad, sentía que no podía simplemente mentirle a la chica, no
después de todo lo que ella había hecho por él, lo cual por supuesto no había
sido poco, a veces Mukuro no podía evitar pensar que si hubiese tenido una
hermana, esta hubiese sido exactamente igual a Chrome.
-
Tsunayoshi-san realmente va a hacer lo que dijo – soltó Chrome afirmándolo, no
cuestionándolo, ella sabía que si el jefe tomaba una decisión, sería
definitiva, lo mejor era dejar eso determinado y partir desde ese punto, lo que
sea que pensaran debía partir desde allí.
-
No puedo alejarme de él…- le respondió Mukuro – El…le da sentido a mi vida…- Chrome le
miró, nunca antes había escuchado a Mukuro hablar de sus emociones con tanta
sinceridad.
Algo dentro de la cabeza de la chica
hizo click, una idea, algo extrema y atrevida, pero una idea al fin y al cabo,
la cual no solo podría ayudar a Mukuro, sino que también podría traer todo un
nuevo escenario a la situación de la familia. Chrome sonrió de medio lado…
-
Quizás…- interrumpió la
ilusionista, logrando la atención del mayor – quizás podría pedir un periodo de prueba.
-
¿Periodo de prueba? – inquirió él enarcando una
ceja.
-
Si, para demostrarle a
los otros guardianes que ha cambiado…- ella se detuvo – para demostrarle al jefe que ha cambiado. – soltó
esto último con una sonrisa de medio lado – las
cosas podrían cambiar – esperanza se podio percibir en la voz de la joven
ilusionista.
-
Ellos no lo aceptaran… - “Ellos”, los otros guardianes.
-
Podemos intentarlo,
después de todo yo solo soy un reemplazo, no soy el verdadero guardián. – dijo ella - Además, tomando en cuenta la situación, no
creo que haya nada que perder… - Mukuro le miró achicando la mirada - Bueno
si, pero hay que tener esperanzas… - el mayor soltó un largo suspiro.
-
No será fácil…
-
Nunca nada es fácil – se escuchó una voz ajena,
ambos ilusionistas desviaron la mirada hacia la puerta, en el umbral de esta se
encontraba el arcobaleno.
-
Reborn-san – soltó Chrome mirándole
sorprendida.
-
Arcobaleno – dijo Mukuro a modo de
saludo.
Reborn se adentró en la habitación
cerrando la puerta a su espalda, tenia asuntos que discutir con el guardián de
la niebla, con ambos.
-0-0-0-0-0-0-0-0-
La sorpresa se veía reflejada en el
rostro de todos los guardianes.
¿Acaso habían escuchado bien? ¿O sus
oídos les engañaban?
Todos los guardianes se encontraban
reunidos en la sala, de pie Reborn, Chrome y Mukuro eran los que dirigían la
reunión. Yamamoto y Gokudera sentados en uno de los sofás, uno al lado del otro
intercambiaron miradas incrédulas, Ryohei sentado en un sillón se cruzó de
brazos, Hibari por su cuenta, apoyado en una de las paredes enarcó una ceja.
Al parecer, no habían oído mal.
-
Asumo que lo que acabas
de decir va totalmente en serio – soltó el guardián de la nube mirando
al arcobaleno. Reborn achicó la mirada.
-
Por supuesto.
-
¡¡Imposible!! – exclamó Gokudera, casi
poniéndose de pie, Yamamoto con un simple gesto sobre su mano le detuvo. Chrome
sabía que el mas difícil de convencer seria él, pero no por ello se rendirían,
por supuesto que no.
-
Por primera vez estoy de
acuerdo con Gokudera – dijo
Ryohei para la sorpresa de los demás – No
creo que sea seguro tenerle cerca.
-
Pero igualmente arriesgo
su vida por Tsuna, de la misma manera que cualquiera de nosotros lo hubiese
hecho – continuó
Yamamoto, Gokudera le miro con reproche en sus ojos verdes.
-
La idea es poner a prueba
eso, cada uno de ustedes deberá al finalizar el mes, dar su aprobación o su
negación, dependiendo de lo que hayan visto durante todo el tiempo que dure la
prueba – dijo
Chrome pasando la mirada por todos los presentes, viendo sus reacciones.
-
Al final seremos nosotros
quienes decidirán ¿No es así? – inquirió Ryohei.
-
Así es.
-
¿Y Tsuna? – preguntó Yamamoto.
-
Yo me encargaré de
informarle – dijo
Reborn cruzándose de brazos - ¿Entonces?
-
Deberíamos aceptar – soltó Hibari Kyoya ante
la sorpresa de todos – Después de todo,
de esta manera le tendremos vigilado, por lo menos durante un mes.
-
Ese es un buen punto – Comentó Ryohei.
-
Y cuando no esté con
alguno de nosotros ¿Quién le vigilará? – interrogó Gokudera.
-
Yo me encargare de eso – le respondió Chrome.
Un silencio incomodo rodeó a todos los
guardianes a la espera de lo que fuera a decir Gokudera, el sería definitivo,
aprobación o no.
-
Está bien – soltó finalmente – pero solo por un mes – dijo mirando
fijamente a Mukuro, achicando la mirada.
-
Un mes será más que
suficiente – dijo
Reborn mientras se acercaba al pasillo – Preparen
sus maletas, regresamos a Italia en la mañana, no vale la pena quedarnos aquí –
y tras eso desapareció por el pasillo, lo más probable que a hablar con
Tsuna.
Una vez que Reborn se fue, perdiéndose
por el pasillo, los guardianes intercambiaron unas miradas para luego mirar a
Mukuro con cierta aprehensión.
-
No creas que te dejaremos
esto fácil – le
dijo Gokudera con desafío poniéndose de pie.
-
No espero que lo hagan – le respondió el
ilusionista.
-
Vigílalo de cerca – dijo el consigliere, esta
vez mirando a Chrome.
-
Lo hare – soltó ella.
Una vez finalizada la reunión, uno a
uno los guardianes regresaron a sus habitaciones, ya sea a meditar la decisión
que acababan de tomar o a preparar sus cosas para el regreso a la mansión
Vongola.
-
Ves, no fue tan difícil –
soltó
Chrome sentándose en uno de los sillones, miró a Mukuro mientras se cruzaba de
piernas.
-
Será complicado. – le respondió este
sentándose en un sillón frente a ella, imitándola también se cruzó de piernas.
-
Por supuesto.
-
Esto no lo hago porque
apruebo todo esto de la mafia…aun la odio con todo mí ser. – soltó con veneno en la
voz, Chrome sonrió de medio lado ante esas palabras.
-
Lo sé – le respondió la joven
ilusionista bajando la mirada – Todo esto
es por Tsunayoshi-san
-
Siempre ha sido por él.
-
Así es – dibujando una media
sonrisa – A tomado tiempo que te dieras
cuenta de ello.
-
Para algunas cosas soy
algo despreocupado. - soltó él como quien no quiere la cosa.
-
¿¡Despreocupado!? Más
bien torpe – le
corrigió ella.
-
¿No deberías estar
haciendo tus maletas? – dijo
mirándole con reproche.
-
De hecho…
Tras eso se puso de pie y se perdió
por los pasillos, dejando a Mukuro pensativo, a la espera del nuevo día, el que
traería consigo no solo una oportunidad, sino que también una esperanza.
La esperanza de estar junto al Decimo
Vongola, para siempre.
-0-0-0-0-0-0-0-0-
Tsuna dormía ya más tranquilo en su
cama, después de lo que le había dicho Reborn, simplemente no había podido
conciliar el sueño, había sido la presencia tranquilizadora de Lambo, la que le
había calmado lo suficiente como para poder dormir.
Realmente había sido una noche
agotadora, por lo menos mentalmente.
Y fue el hiperactivo pre adolescente
el que le despertó a la mañana siguiente de manera abrupta y entusiasta,
saltando a su lado en la cama.
-
¡¡Tsuna!! ¡¡Tsuna!!
¡¡Vamos!! ¡¡Vamos!! ¡¡El desayuno espera!! ¡¡Vamos, vamos!! – entre cada palabra
zarandeaba al mayor para sacarlo de la cama.
-
Ya voy, ya voy – Tsuna si bien estaba más
o menos acostumbrado a los desplantes del menor, esta clase de cosas aun le
costaba asimilarlas.
-
¡¡Vamos!!
-
Ya voy Lambo ¿Por qué tú
no te adelantas? – inquirió
mientras se restregaba los ojos y se sentaba en la cama.
-
Está bien, te guardare un
puesto al otro lado de Chrome – y tras decir eso, salto fuera de la cama y salió de la
habitación.
-
No puedo terminar de
entender cómo puede llevarse tan bien con Chrome – soltó él mientras
terminaba de despertarse y se ponía de pie.
Una ducha rápida y una simple muda de ropa después, Tsuna estaba
listo para enfrentar el desayuno con sus guardianes…con todos ellos. El castaño
no pudo evitar detenerse y dudar, ¿Habían tomado la decisión correcta al dejar
a Mukuro con ellos durante un mes?
-
Muchas cosas pueden
suceder en un mes – soltó
en un susurro saliendo de su habitación y caminando hacia el comedor, lugar en
donde ya todos le esperaban. Al momento de entrar, nadie detuvo lo que hacía,
por lo cual Tsuna creyó que quizás no le habían visto entrar, hasta que la voz
de Gokudera le saco de su ensimismamiento.
-
Una vez terminado el
desayuno partiremos al aeropuerto – había dicho el consigliere para todos
los presentes, para luego desviar su mirada hacia el castaño – Buenos días Decimo, espero que haya dejado
todo listo para el regreso a Italia.
-
Buenos días – dijo a todos en general –
Y si, dejé todo listo – le respondió
al peligris
-
Excelente.
Esas fueron las últimas palabras
dichas por Gokudera en todo el desayuno, el cual el castaño se la paso entre
escuchando a Lambo conversar animadamente con Chrome, y tratando de evitar
mirar a Mukuro, el cual cada tanto le miraba de reojo.
-0-0-0-0-0-0-0-0-
El viaje de regreso fue relativamente
tranquilo y silencioso, bueno, si no se toma en cuenta la hiperactiva presencia
de Lambo, el cual no parecía querer quedarse quieto, la idea de regresar a la
mansión parecía tenerle así. Mas allá de eso, el viaje pasó sin mayores
contratiempos.
Una vez en Italia, un grupo importante
de guardaespaldas les esperaban, los que les escoltaron de regreso a la
mansión. Solo cuando estuvieron solo en el amplio vestíbulo de la mansión
Vongola, todos pudieron relajarse finalmente.
-
Chrome – llamó Gokudera.
-
¿Si?
-
Mukuro se quedará en la
habitación que esta junto a la tuya – si bien no todos los guardianes vivían
en la mansión, todos ellos tenían su habitación en esta, ahora Mukuro también.
-
Entiendo - dijo ella para después mirar a Mukuro con una
leve sonrisa en los labios – Lo mejor es
que dejemos todo allí ¿Vamos? – Mukuro asintió para luego seguir a la chica
escaleras arriba y por el pasillo, rumbo a la habitación que sería suya durante
un mes.
Sus propios pasos eran lo único que se
escuchaba por el pasillo, Mukuro pasaba la mirada por los cuadros que colgaban
de las paredes, era una clase de tradición el colgar pinturas de los previos
jefes de familia, no pudo evitar detenerse frente a uno de los cuadros, algo
sorprendido.
-
Primo Vongola – escuchó que le decía
Chrome colocándose a su lado, Mukuro le miró de reojo para luego volver a
clavar sus ojos en el cuadro, más que intrigado.
-
¿Primo?
-
La primera vez que vi
este cuadro también, me sorprendí – comenzó a decir la ilusionista – Son parecidos…Boss y Primo.
-
Parece su versión adulta…
- Mukuro
miró el cuadro, en este salía Primo Vongola en toda su gloria, no parecía tener
más de 30 años, con sus brillantes ojos anaranjados y su enigmática sonrisa,
casi parecía una visión del futuro. Chrome también clavó su mirada en el
cuadro, el parecido era sorprendente y las diferencias pocas. Primo era rubio y
sus ojos anaranjados mostraban una seriedad y seguridad que Tsuna ya comenzaba
a desarrollar.
-
Es curioso – fue lo único que dijo
Chrome - ¿Continuamos? – Mukuro
asintió, dio un último vistazo al cuadro de Primo y siguió a la joven por el
pasillo.
No tuvieron que caminar mucho mas,
Chrome se detuvo frente a una puerta.
-
Esta es su habitación
Mukuro-sama – era
la última del largo pasillo del segundo piso, una ventana cerca de la puerta
mostraba el enorme patio que rodeaba la mansión – Junto a esta se encuentra la mía – le indicó la chica.
-
Gracias – fue lo único que dijo
Mukuro antes de adentrarse en su habitación, la chica no le dijo nada mas, de
cierta manera sabía que debía dejar solo al mayor, necesitaba pensar, en un mes
pueden pasar muchas cosas.
-0-0-0-0-0-0-0-0-
Dos días habían
transcurrido desde el regreso a Italia y a la mansión Vongola, y si bien tenía
la cabeza repleta de trabajos para la familia, eso no quitaba el hecho de que
incesantes pensamientos ligados a Mukuro hicieran fiesta dentro de su cabeza,
eso no quitaba el hecho de que no notara las cosas a su alrededor, en este caso
el comportamiento de su tutor. Reborn parecía algo…algo distraído, o sea
continuaba haciendo su trabajo a la perfección, pero fuera de ello su actitud
era algo extraña. En un principio Tsuna había creído que el arcobaleno le
estaba evitando por todo lo sucedido con Mukuro, pero solo le había tomado un
poco más de tiempo percatarse que no le estaba evitando a él, sino que a Lambo,
el pre adolescente había tomado por costumbre pasar las tardes con el castaño,
intentando ayudarle con algunas cosas pequeñas.
Así que la conclusión de
Tsuna había sido rápida y simple. Reborn estaba evitando a Lambo casi como si
su vida dependiera de ello, por supuesto, con toda la elegancia y dignidad que
siempre a caracterizado al arcobaleno. Tsuna suponía, aunque estaba casi por
completo seguro, que aquel beso que Lambo le había dado a Reborn le había
llevado al límite, la paciencia del arcobaleno se había acabado, por eso le
evitaba, temía no poder controlarse y hacer algo de lo cual después podría
arrepentirse…o peor aún, no arrepentirse para nada.
-
¿Tsuna? – el castaño levantó la
mirada de los papeles que tenia sobre su escritorio, encontrándose con los ojos
verdes de Lambo, el pre adolescente cerró la puerta a su espalda y se acercó a
pasos lentos al escritorio del castaño.
-
¿Qué sucede Lambo? – el jefe Vongola pudo
notar cierta tristeza en el rostro del menor, el cual se sentó en una de las
sillas que estaba frente al escritorio, Tsuna enarcó una ceja - ¿Lambo? – volvió a preguntar, el joven
guardián soltó un largo suspiro y clavó sus ojos en el suelo.
-
¿He hecho algo malo? – interrogó de repente, el
castaño no sabía a qué se refería.
-
No entiendo…
-
No…he robado armas,
tampoco he desordenado la cocina – comenzó a enumerar – No he sacado la bazooka de los 10 años en
meses, no he amenazado a nadie – Tsuna comenzó a preocuparse seriamente,
dejando los papeles sobre el escritorio, se colocó de pie y rodeando su
escritorio se arrodilló frente a Lambo, encontrándose con que tenía los ojos
llenos de lagrimas.
El llanto era algo común
del joven guardián del trueno, pero sus ojos verdes esta vez, mostraban
demasiada tristeza, tal que Tsuna supo de inmediato que lo que sea que le
sucedía al menor le tenía realmente afectado.
-
Lambo…- soltó en un susurro
levantando el rostro del menor con una de sus manos, sus miradas se
encontraron.
-
Creo que me odia…- soltó con la voz
entrecortada por los sollozos.
-
¿Odia? – Tsuna le miró
atentamente, y solo le tomó un segundo suponer a quien se refería el menor.
-
Antes…- un sollozo – antes…aunque sea me miraba…aunque sea me
regañaba – otro sollozo, algo más sonoro que el anterior – ahora nada…debe odiarme…debe…- no pudo
seguir hablando, el llanto ocultó todas sus palabras.
-
Oh Lambo – el castaño no supo que
mas decir, así que simplemente envolvió al menor entre sus brazos, sintiendo
como temblaba, sabiendo que su hombro quedaría empapado con las lagrimas del menor.
-
Me odia…me odia…
-
Yo…yo no creo que te odie
– le
susurró Tsuna dándole ánimos. No podía simplemente decirle que Reborn se estaba
controlando para no acabar llevando al aun menor de edad a su cama.
-
¿Tu crees? – inquirió el menor
deteniendo poco a poco su llanto y separándose del mayor, haciendo que sus ojos
se encontraran, el castaño no pudo evitar sonreír de medio lado, Lambo
realmente estaba enamorado de Reborn, en su voz, en sus ojos, en todo su rostro
se reflejaba la esperanza ante las palabras del joven Vongola.
-
Sí, eso creo…- Tsuna le sonrió y Lambo
le sonrió de vuelta.
-
Entonces… ¿Qué es lo que
sucede? – el
castaño se petrifico ante la pregunta, había olvidado lo inteligente que podía
ser Lambo cuando le era conveniente.
-
No lo sé – respondió Tsuna,
intentando sonar lo más convincente posible – Tu conoces a Reborn, algunas veces se pone así, quizás solo está
demasiado ocupado.
-0-0-0-0-0-0-0-0-
-
¿Hayato? – Yamamoto estaba en su
cama, recién despertando, al buscar con la mano el cuerpo de su amante, y no
encontrándolo, preguntó al aire, a la espera de que el otro le respondiera.
-
Aquí – le respondió el peligris
en un susurro.
Gokudera estaba sentado en el
escritorio del espadachín, revisando unos papeles, solo llevaba puestos uno par
de pantalones, siquiera se había molestado en ponerse alguna polera o camisa.
Yamamoto se sentó en la cama y tanteó por sus propios pantalones, una vez que
los encontró, se los puso y se levantó de la cama.
-
¿Qué haces? – Inquirió acercándose a su
pareja, quien no levantó la mirada de lo que hacía.
-
Leo unos reportes…- Yamamoto enarcó una ceja,
por alguna razón el moreno no pudo evitar pensar que lo que hacia el peligris
era buscar una forma de distraerse.
-
Hayato – el moreno apoyó su mano
en el hombro del otro - ¿En que piensas?
– inquirió casi en un susurro.
-
En muchas cosas – le respondió el
consigliere.
-
¿Mukuro?
-
Entre otras – guardó silencio un
segundo – Aun no entiendo porque
Reborn-san apoyo todo esto.
-
¿Te arrepientes de haber
dicho que si?
-
Un poco…¿Cómo saber si lo
que hicimos no nos atacará de vuelta?
-
Si Mukuro no nos atacará
de vuelta querrás decir – corrigió Yamamoto.
Gokudera soltó un suspiro y dejó los
papeles sobre el escritorio, para luego levantar la mirada y clavar sus ojos
claros en los oscuros de Yamamoto.
-
No le dejare las cosas
fáciles – dijo
el peligris.
-
Lo sé – sonrió el moreno ante la
determinación del otro.
-
¿Y tú?
-
Intentaré entender…- fue la simple respuesta
del espadachín.
-
¿Por qué?
-
Creo que todos merecen
una oportunidad.
Fin capitulo
10.
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