"Chrome había terminado de ayudar al joven guardián del trueno con sus cosas, dejando para sorpresa de ambos, todas las cosas en la habitación de Lambo perfectamente ordenadas. Había sido arduo pero había valido la pena, ahora todo estaba preparado para la partida del más joven de los guardianes, lo cual por supuesto llevó a la ilusionista a pensar ¿Qué haría el arcobaleno cuando supiera de esto? La chica no pudo evitar soltar un largo suspiro, por lo menos con la ausencia de Lambo en la mansión, ella podría sentirse mas tranquila, bueno, ella y Tsuna. Sonrió de medio lado al pensar en el pobre jefe Vongola, teniendo que lidiar con todo esto, realmente Chrome se sorprendía de la habilidad de Tsuna para lidiar con estas cosas, realmente le sorprendía."
Ororo.
“Insatiable”
Capitulo
13: Posesión.
Lambo estaba sentado frente al
escritorio de Tsuna, escuchando cada palabra que le decía el castaño y la
ilusionista. Ellos tenían razón, quizás esto era lo mejor, un tiempo lejos de
la familia, un tiempo solo para él, para pensar, para mejorar. Por sobre todas
las cosas el joven guardián del trueno quería hacerse fuerte, estar a la altura
de los otros guardianes.
-
Pero... – interrumpió el
adolescente.
-
¿Si? – inquirió Tsuna.
-
¿Podré venir a visitar? – preguntó con cierta
duda en la voz, el castaño no pudo evitar sonreír ampliamente, rodeando su
escritorio se arrodilló frente al menor.
-
Por supuesto, la mansión
Vongola es tu hogar –
le explicó – Es solo…que necesitas un
cambio de ambiente, será lo mejor para ti – Lambo movió la cabeza
afirmativamente.
-
Yo…quiero ser fuerte – dijo con firmeza,
clavando sus ojos verdes en el jefe Vongola.
-
Pues lo serás – dijo Chrome acercándose
a Lambo y acariciando su cabello sedoso – Después,
podrás entrenar conmigo si así lo deseas – soltó con una amplia sonrisa.
-
¡Por supuesto! – exclamó el adolescente
de manera entusiasta.
-
Pues bien – Tsuna se colocó de pie –
Entonces esta todo listo.
-
Así parece – le respondió Chrome – Comienza a preparar tus cosas – le dijo
a Lambo.
-
Si, yo avisaré a Dino
para que venga mañana.
– dijo Tsuna sonriéndole al menor.
-
¡Esta bien! – y tras eso, salió de la
oficina a pasos rápidos.
-
Eso salió mejor de lo que
esperaba – comentó
el joven jefe Vongola acercándose a su escritorio nuevamente y sentándose en el
borde de este.
-
Si, de hecho, bastante
mejor, por un segundo pensé que Lambo-kun se negaría, o por lo menos discutiría
algo…
-
Yo pensé igual…- le respondió el castaño –
Al parecer ambos nos equivocamos.
-
Eso parece – Chrome miró a Tsuna, el
cual le devolvió la mirada – Creo que
Lambo esta viendo esto no solo como una oportunidad, sino que también como una
vía de escape.
-
¿Escape?
-
Si, de Reborn-san y sus
propios sentimientos…
-
Esta madurando – soltó Tsuna – Usará este tiempo para meditar sus acciones.
-
Y sus futuras decisiones
Ambos se miraron y soltaron un largo
suspiro, por lo menos ese problema estaba solucionado, uno de todos los que
cruzaban la cabeza del pobre jefe Vongola.
-
Llamaré a Dino-san para
saber en donde esta – dijo
el castaño de repente, rompiendo el silencio que parecía haberles rodeado – Para decirle que este aquí mañana por la
tarde.
-
Yo iré a ayudar a
Lambo-kun con sus cosas.
-
Evita que lleve muchas
armas – le
dijo a la chica, la cual se había puesto de pie del sillón que había estado
ocupando – Dile que la familia Cavallone
tiene bastantes para prestarle.
-
Esta bien.
Y Tras eso, salió de la oficina
también, dejando al jefe Vongola nuevamente solo para lidiar con el
interminable papeleo que al parecer Reborn disfrutaba dejándole.
-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-
Chrome había terminado de ayudar al joven
guardián del trueno con sus cosas, dejando para sorpresa de ambos, todas las
cosas en la habitación de Lambo perfectamente ordenadas. Había sido arduo pero
había valido la pena, ahora todo estaba preparado para la partida del más joven
de los guardianes, lo cual por supuesto llevó a la ilusionista a pensar ¿Qué
haría el arcobaleno cuando supiera de esto? La chica no pudo evitar soltar un
largo suspiro, por lo menos con la ausencia de Lambo en la mansión, ella podría
sentirse mas tranquila, bueno, ella y Tsuna. Sonrió de medio lado al pensar en
el pobre jefe Vongola, teniendo que lidiar con todo esto, realmente Chrome se
sorprendía de la habilidad de Tsuna para lidiar con estas cosas, realmente le
sorprendía.
La joven ilusionista se detuvo frente
a la puerta de su habitación y colocando la mano en el pomo, la abrió, todo en
el interior estaba completamente oscuro, soltando un suspiro cansado encendió
la luz y cerró la puerta a su espalda. Se deshizo de su chaqueta, dejándola
sobre el respaldo de la silla de su escritorio.
-
Espero que todo mejore – soltó al aire mientras se
quitaba las botas y luego la corbata.
Con algo de cansancio se deshizo de su
ropa y se colocó su pijama, conformado por un short y un peto largo, los cuales
eran de un precioso color morado y tenían el diseño de pequeñas piñas
estampadas en toda a tela, tras eso de adentro en su cama y se dispuso a
dormir. Mañana sería un nuevo día, el cual por supuesto traería nuevas
sorpresas.
La mañana llegó a la mansión Vongola,
la alarma de Chrome comento a sonar exactamente a las ocho de la mañana, con
algo de pereza comenzó a despertarse, sentándose en la cama y estirando los
brazos.
Salió de su habitación rumbo al
comedor, siendo un fin de semana existía la costumbre en la mansión Vongola de
comer todos juntos, ya sea el desayuno, almuerzo o la cena, pero la idea era
interactuar los unos con los otros. La ilusionista miró de reojo el reloj de su
muñeca, siendo la hora que era quizás fuese la primera en llegar al comedor.
Al entrar al comedor se sorprendió de
encontrar nada mas y nada menos que a Rokudo Mukuro sentado tomando un café, en
su rostro se veía que aun estaba algo adormilado, aunque Chrome pudo ver
también un leve dejo de preocupación cruzando aquellos ojos bicolor que tanto
conocía.
-
Buenos días Mukuro-sama –
saludó
ella sentándose frente al otro ilusionista, el mayor levantó un poco la mirada
y le sonrió de medio lado.
-
Buenos días Chrome-chan –
y tras
eso volvió a clavar sus ojos bicolor en su café, como si este fuese la cosa mas
interesante del universo.
-
¿Sucede algo? – inquirió ella mientras
se servia un café.
-
Mañana es el día. – fue todo lo que dijo,
y fue todo lo que bastó para qe la chica supiera a lo que se refería.
-
Si – fue su escueta respuesta
- ¿Esta preocupado?
-
Por supuesto que no – le soltó él, pero ella
sabía o más bien sentía que estaba mintiendo.
-
Mukuro-sama – dijo ella en un susurro –
Todo estará bien. – el mayor no pudo
evitar mirarle con incredulidad, como si no pudiese creer que la choca acababa
de decir aquello.
-
¿Cómo puedes decir eso
con tanta seguridad? – soltó
Mukuro sin poder evitarlo.
-
Porque usted al igual que
yo, es parte de esta familia – dijo ella sonriéndole ampliamente – Ahora solo queda que los otros se den cuenta de ello – justo cuando
terminaba de decir eso por la puerta principal del comedor entraban Tsuna y
Gokudera, seguidos de cerca por Ryohei, y un poco mas atrás Reborn. Algunos “Buenos dias2 fueron intercambiados,
y luego cada uno tomó su puesto en la mesa, el jefe y su consigliere
continuaron conversando mientras Chrome no despegaba su único ojo visible de
Mukuro.
No pasaron ni diez minutos cuando por
la puerta entraron Yamamoto y Lambo, este ultimo con una sonrisa de oreja a
oreja se sentó junto a Tsuna y comenzó a intercambiar palabras apresuradas con
este.
-
No te preocupes Lambo,
todo ya esta preparado – fue
lo único que se alcanzo a escuchar que le decía el castaño al menor, para luego
clavar sus ojos cafés en la ilusionista – ¿Dejo
todo listo?
-
Si Boss, yo me encargue
de ello
-
Perfecto.
-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-
El reloj en la pared marcaba las diez
de la mañana en la mansión Vongola, en específico en la oficina del Décimo jefe
de la familia.
-
¿Entonces? – fue la pregunta que
rompió el silencio que gobernaba en el lugar, pregunta planteada por el
arcobaleno, el cual apoyado cerca de la puerta pasaba la mirada por todos los
presentes. Todos los guardianes se encontraban reunidos en la oficina, todos
menos Mukuro por supuesto, ya que era por él que estaban haciendo la reunión en
primer lugar.
-
Yo creo que cada uno
debería dar su voto y su opinión al respecto – comentó Chrome mirando a Tsuna y luego
a Reborn, el primero de los dos miró a Gokudera. El consigliere suspiro
derrotado.
-
Me parece – afirmó el peligris.
-
Yo empiezo – exclamó Lambo, el que
estaba sentado en el sillón junto a Chrome, con las piernas cruzadas al estilo
indio.
-
Prosigue – le dijo Tsuna prestando
completa atención a las palabras y al rostro serio de su guardián mas joven.
-
Voto que se quede – dijo para empezar,
sorprendiendo a mas de no de los presentes – Durante todo el mes que ha estado aquí ha sido uno mas de nosotros,
muchas veces me recuerda a Chrome…- se detuvo un segundo, meditando sus
siguientes palabras – No se muy bien que
fue lo que hizo – miró a Tsuna – No
se muy bien que fue lo que te hizo – el castaño abrió sus ojos en sorpresa
– Pero creo que todos merecen una
oportunidad para enmendar sus errores, aunque eso signifique un castigo – si
las palabras anteriores habían sorprendido a los presentes, estas ultimas simplemente
dejaron a todos boquiabiertos. Lambo no era un niño, sabía perfectamente las
cosas que sucedían a su alrededor, por mas que quisieran ocultárselas. – Por eso debe quedarse.
-
Sigo yo – dijo Yamamoto luego del
largo silencio que siguió a las palabras del menor – Igual voto a que se quede, de la misma manera que lo planteó Lambo,
creo que será lo mejor para todos si le mantenemos como aliado y no como
enemigo. – sus palabras eran determinadas, no pensaba cambiar de parecer a
pesar de la mirada de odio que parecía estar disparándole su pareja desde el
otro lado de a oficina.
-
Voto a que es una
molestia –
soltó el guardia de la nube – Pero es un
aliado lo suficientemente fuerte para hacer una diferencia, y tal como ha dicho
Yamamoto Takeshi, molestará menos siendo un aliado que un enemigo – dijo
Hibari con un semblante inexpresivo – Además,
si es que se vuelve una verdadera molestia nos deshacemos de el y la mujer de
la niebla puede tomar su lugar otra vez. – se detuvo un segundo pasando la
mirada por los presentes – Con tal de que
acabe con sus acciones de herir a Sawada Tsunayoshi, puede quedarse.
-
De acuerdo con los otros,
voto igual - dijo Ryohei – Con tal de que lo sucedido anteriormente no se repita, no veo porque no
– las palabras del guardián del sol estaban cargadas de amenaza, de la
insinuación de que si algo saliera mal, se encargaría de asesinar a Mukuro con
sus propias manos.
-
Yo digo que no…no debería
acercarse al décimo nunca, jamás…de hecho armaría un perímetro de seguridad
solo para mantenerlo alejado del jefe, pero creo que al final , no es del todo
mi decisión – Gokudera
se detuvo y clavó sus ojos claros en los castaño del jefe Vongola – Pero tengo la sospecha de que si se queda,
el karma al fin podrá atraparle y darle su merecido castigo – una macabra
sonrisa se dibujo en los labios del consigliere….
-
Creo que la decisión ya
esta tomada entonces –
comenzó a decir Reborn.
-
Pero – interrumpió Chrome – Aun no escuchamos la opinión del jefe – al
decir esto todos los ojos se clavaron en el castaño, el cual soltó un largo
suspiro, sabia que este momento llegaría.
-
Si bien todos ustedes ya
han dado su respuesta ante todo esto – comenzó Tsuna – Mi decisión la conocerán mañana – todos le miraron sorprendidos, el
joven Vongola pudo ver que su consigliere iba a decir algo mas, pero Tsuna le
silenció levantando una mano – Mañana – dijo
con firmeza – Esta reunión a terminado.
-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-
Tsuna, Chrome y Lambo se encontraban
en la entrada de la mansión, estacionado frente a esta un vehiculo negro, en su
interior el jefe de la familia Cavallone esperaba que Tsuna y la ilusionista se
despidieran del joven guardián del trueno, el que seria la preocupación de Dino
durante un buen tiempo. El rubio Cavallone no era de la clase de personas que
se metía en asuntos ajenos, pero no podía evitar preguntarse porque razón el
mas joven de los guardianes Vongola le había sido encomendado, no que le
molestara, solo despertaba su curiosidad.
-
Cuando quieras venir a
visitarnos no dudes en hacerlo – le decía el castaño, mientras el menor
le abrazaba con fuerza y una amplia sonrisa en los labios.
-
Será poco tiempo, no te
darás cuenta cuando los 4 años pasen – le dijo esta vez Chrome, siendo su
turno para recibir un abrazo de Lambo.
-
Lo se, lo se – decía separándose de la
chica y pasando la mirada de uno a otro – No
se diviertan sin mi.
-
No provoques muchos
estragos.
-
No prometo nada – y tras eso risas.
Solo Lambo se percató de que Reborn se
encontraba apoyado en el umbral de la puerta, el joven guardián del trueno
sonrió de medio lado, y se acercó al arcobaleno, sabiendo que no solo este le
seguía con la mirada, sino que también Chrome y Tsuna.
-
¿Viniste a despedirte? – inquirió como quien no
quiere la cosa.
-
Una molestia menos de la
que preocuparme – le
dijo casi en un susurro, el niño de ojos verdes sonrió.
-
Ya veo – le dijo con voz suave.
-
Lambo – escuchó la voz de Tsuna
llamándole, era momento de partir.
-
Ya voy – volvió a mirar al mayor,
acercándose lo suficiente para quedar justo bajo el, para así ver sus ojos
ocultos tras su sombrero – Nos veremos – y
sin previo aviso agarró la corbata del arcobaleno y tiró de ella haciendo que
este se inclinara hacia adelante y allí para sorpresa de Chrome, Tsuna y del
mismo Reborn, le plantó un beso en los labios, para luego alejarse unos pasos –
Espero que no te olvides de mi – y
tras eso se subió al auto que le esperaba.
El cerebro de Reborn parecía haberse
quedado en pausa en ese momento, no escuchó el auto partir, los gritos de
despedida del joven guardián, las tímidas palabras de Chrome y Tsuna a modo de
respuesta de la entusiasmada despedida de Lambo. De lo único que estaba seguro,
era el hecho de que no estaba dispuesto a olvidar ese suave y calido par de
labios sobre los suyos.
Ahora solo quedaba esperar, algo que
después de todo esto haría gustoso, al fin y al cabo el premio al final de la
espera valía por completo la pena.
Chrome y Tsuna intercambiaron unas
miradas dudosas al ver la peculiar sonrisa en el rostro del arcobaleno, el cual
sin decir nada mas a nadie se dio media vuelta y se adentro en la mansión con
una suave risa algo macabra.
-
Eso…eso fue…- comenzó a decir la
ilusionista, pero se detuvo, no sabia que mas decir al respecto de lo que había
sucedido…
-
Temo por la salud mental
de mis guardianes…- soltó
Tsuna llevándose una mano a la frente en señal de cansancio.
-
¿Todos ellos?
-
Todos – le respondió con firmeza
– Incluyéndome a mi y a mi tutor. – Chrome
rió suavemente ante esas palabras, ¿Qué más podía decir? Ella también duda de
la salud mental de la gente que vivía en la mansión, partiendo por ellas y
Mukuro-sama y obviamente el propio jefe de la familia Vongola.
-
Entonces…
-
No se si quiero saber que
estaba pensando Reborn en este momento…- se detuvo y miró a la chica – Tampoco quiero saber lo que estaba pensando
Lambo.
-
Opino igual – Le respondió la chica - ¿Entramos?
-
Si.
-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-
La noche había caído en la mansión de
la gran familia Vongola, todos los guardianes se encontraban en sus respectivas
habitaciones, ya sea durmiendo, descansando
o preparándose para ello.
Pasos silenciosos se podían escuchar
por el largo pasillo, si alguno de los guardianes los escuchó, simplemente se
hizo el desentendido, o prefirió ignorarlos por completo.
El sonido de alguien llamando a una
puerta, y pareciera que ningún otro sonido fuese mas importante que ese.
-
¿Si? – la puerta se abrió y por
esta se asomó Mukuro, el ilusionista llevaba solo unos pantalones holgados y
una toalla al cuello, había tomado una ducha hace tan solo unos minutos - ¡Oh! ¿Qué te trae por aquí Vongola? – inquirió,
a lo que el castaño enarcó una ceja - ¿Tsunayoshi?
– preguntó otra vez.
-
Vengo a dejar unas
cuantas cosas en claro – dijo
con voz firmemente seria - ¿Puedo pasar?
– fue allí que el mayor notó la caja que el menor traía entre sus manos.
-
¿Seguro que quieres
pasar?
-
Debo hacerlo…- y tras esa simple
respuesta Mukuro se hizo a un lado para dejar pasar al menor, una vez que
estuvo dentro cerró nuevamente la puerta de su habitación.
-
¿Entonces? – preguntó mientras
Tsuna pasaba la vista por la habitación, y dejaba la caja que traía consigo
sobre el escritorio, fue allí que Mukuro notó que el castaño aun venía vestido
con su impecable traje de dos piezas.
-
Los guardianes han dado
su veredicto sobre ti, Rokudo Mukuro – las palabras dejaron al mayor en
expectativa, al fin el mes de espera había llegado a su final, ahora solo
quedaba escuchar la respuesta – Has sido
aceptado – esas tres simples palabras le resonaron en la cabeza como un
eco…ahora…todo lo que Chrome le había dicho, ella había tenido razón, su
confianza había sido plena, había creído en él, incluso cuando el ya no creía
en una nueva oportunidad. – Oficialmente
ahora pasas a tomar tu lugar como el legítimo guardián Vongola de la niebla.
-
Entiendo…- fue lo único que pudo
decir Mukuro, o sea ¿Qué más decir? Tan ensimismado estaba que no se percató
cuando Tsuna se había acercado a él hasta que sintió una mano posarse sobre su
pecho, justo en el lugar en donde su corazón palpitaba relajado - ¿Vongola? – interrogó agachando la
mirada, encontrando los ojos castaños llenos de una peculiar emoción, casi
resplandeciendo como cuando estaba en hypermode.
-
Solo…cállate…- le dijo el castaño antes
de rodear con sus brazos el cuello del mayor y arrancándole el aliento con un
beso que dejó al ilusionista con la mente en blanco, ni siquiera alcanzó a
pensar que demonios pasaba cuando sintió que el menor le empujaba, no sabia
bien porque lo hacia hasta que sintió el borde de la cama chocar con sus
piernas, lo que le llevó a perder el equilibrio y caer sobre esta con el
castaño aun sujeto a su cuello.
Mukuro no podía pensar, ni mucho menos
quería hacerlo, haber pasado todo este tiempo sintiendo al joven Vongola tan
cerca y sin ser capaz de tocarle le había llevado al limite de su propia
paciencia, ahora aprovecharía esta oportunidad, casi como si fuese la única, la
ultima que podía tomar.
Sin perder tiempo el mayor se deshizo
no solo de su ropa, sino que también de la del otro, con rapidez deslizó sus
manos carentes de guantes por la suave piel del castaño, acariciando sus
hombros, su espalda, deleitándose con esa piel que necesitaba, que había
extrañado. Sonrió de medio lado cuando sus dedos tocaron ese punto que había
estado buscando, la entrada a ese delicioso cuerpo que se moría por poseer otra
vez.
Tsuna estaba medio recostado sobre
Mukuro, el cual ya tenia dos dedos en su interior abriéndose camino, la
fricción de sus cuerpos era sofocante, el roce de sus erecciones mantenía al
castaño con los ojos cerrados y el cuerpo arqueado, y al mayor con una sonrisa
de satisfacción y los ojos nublados por la lujuria.
Cuando fueron tres los dedos en el
interior de Tsuna, este mismo recostó al mayor por completo, y con una sonrisa
que nunca antes nadie había visto, miró al ilusionista el cual, por un segundo
juraría haber visto el resplandor anaranjado tan característico del hypermode.
-
Esta vez, me encargo yo…-
dijo el
joven jefe Vongola con la respiración trabajada, tomando el miembro de Mukuro y
guiándolo hasta su entrada, y con un leve suspiro y un gesto de incomodidad se
sentó sobre este de una sola vez – Mmmm~
~ - Mukuro cerró sus ojos bicolor en satisfacción al sentir nuevamente el
calido interior del castaño.
Solo bastaron unos segundos para que
el castaño estuviese acostumbrado a la intrusión y comenzará a moverse, arriba
y abajo, arriba y abajo, en una cadencia
intoxicante y adictiva.
Leves gemidos, suspiros y suaves
susurros. Mukuro retomando las riendas de la situación, se sentó abruptamente,
rodeando con sus brazos la cintura del menor, el cual dejó escapar un largo
suspiro de sus labios ante el inesperado movimiento del otro.
-
Mukuro – ignorando esto, sujetó
con firmeza al castaño e invirtió las posiciones, quedando ahora Tsuna con la
espalda en la cama, el ilusionista sonrió de medio lado y sujetando una de las
piernas del menor sobre su hombro comenzó a embestir con firmeza, golpeando
aquel dulce punto en el interior de Tsuna - ¡Dios!
¡Dios! – era lo único que lograba articular el joven Vongola.
Unas embestidas más y el primero en
alcanzar el orgasmo fue Tsuna, el cual manchó los estómagos de ambos, mientras
que Mukuro terminó solo unos segundos después en el interior del menor.
Intentando recuperar el aliento se dejó caer junto al castaño, quedando los dos
uno al lado del otro mirando el techo sobre sus cabezas.
-
Eso…eso fue…interesante –
fue lo
único que atinó a decir el ilusionista con los ojos cerrados, disfrutando la
exquisita sensación de paz que venia después del orgasmo.
-
Que bueno que te haya
gustado – soltó
Tsuna sonando mucho mas compuesto que el ilusionista – Pues esto no a terminado – cuando Mukuro abrió sus ojos bicolor se
encontraba firmemente amarrado a la cabecera de la cama.
-
¿Qué es esto? – inquirió refiriéndose
a las esposas que sujetaban sus muñecas, una a cada lado de la cama, sujeta a
cada poste de la cama.
-
Algo para hacer las cosas
mas interesante –
le respondió Tsuna poniéndose de pie, pero Mukuro pudo sentirlo, aquellas
esposas tenían llamas de ultima voluntad, lo que indicaba que no eran esposas
comunes y corrientes – Esto no te dejará
escapar, amor – dijo susurrando la ultima palabra con algo que Mukuro no
pudo identificar.
El castaño tomó una camisa de Mukuro
que descansaba sobre una silla y se la colocó, para luego acercarse al
escritorio en donde había depositado la caja que había traído consigo, el
ilusionista le seguía todos y cada uno de sus movimientos.
-
¿Vongola? – inquirió el mayor con
algo de preocupación, solo un poco - ¿Tsunayoshi?
– pero el menor no respondió, en lugar de ello regresó a la cama, cubrió a
Mukuro con una sabana de la cintura para abajo y se sentó sobre él, con la caja
en sus manos y una sonrisa peculiar en sus delgados labios.
-
Te tengo una sorpresa – le dijo el joven Vongola
– Si bien mis guardianes te han perdonado
a su manera, algunas cosas no son tan simples…- comenzó a explicar mientras
dejaba la caja a un lado y la abría – Non posso personare….cosí le cose non
funzionano – le dijo en un perfecto italiano, disfrutando de la
sorpresa en esas orbes bicolor – Dovete capire che non avrebbero mai potuto
vivere con me stesso…o si – en sus ojos castaños un brillo peculiar.
-
¿Tsunayoshi? – volvió a preguntar Mukuro
en un susurro a lo que el castaño no respondió, el mayor pudo ver como sacaba
algo de la caja, pudo ver también como las manos de Tsuna brillaban con la
llama de la ultima voluntad.
-
Sei
uno stupido a creyere che avro la mia vendetta – y aquella sonrisa, una
sonrisa llena de una malicia que jamás pensó que Tsuna tenia en su interior, y
fue allí que Mukuro reconoció lo que tenia el castaño entre sus manos, aquello
que había sacado de la caja.
Era una maquina para hacer tatuajes.
-
¿Qué vas a hacer con eso?
-
Dejarte un regalo - le dijo tomando la maquina con una mano y con
la otra acariciando el pecho del mayor, allí donde se encontraba su corazón – Haremos esto divertido….veamos cuanto dolor
puedes soportar…
-
Kufufufufufufu~ ~ - rió Mukuro, si de algo
podía jactarse era de su resistencia al dolor, años de torturas le habían
dejado eso.
-
Ora
preparateri a piangere per me – y allí todo se volvió dolor.
Mukuro apretó los labios al momento en
que la aguja tocó su piel, estaba caliente, hirviendo, al rojo vivo, o por lo
menos así lo sentía él, la piel se abrió y la sangre comenzó a manar de la
herida, un tatuaje normal sangraría poco y dolería menos, Tsuna se estaba
preocupando de que este no fuera el caso, se estaba preocupando de que este
fuera su propia y privada sesión de tortura con el que había sido su
torturador.
Tsuna miraba maravillado como la
sangre se deslizaba por la piel pálida de Mukuro, un contraste hermoso…el
castaño acababa de darse cuenta de que ahora tenia un fetiche por la sangre, en
su efecto, en específico por la sangre del ilusionista.
-
Vamos amor, grita para mi
– le
decía Tsuna ahora con las manos manchadas de sangre, preocupándose de cada
detalle del diseño que dejaría para siempre marcando la piel de su guardián. El
castaño comprobó que el dolor aun no era el suficiente para que Mukuro gritara,
oh no, el mayor le estaba quitando toda la diversión a esto. Una sonrisa se
dibujó en los labios de Tsuna, aun tenia tiempo, lograría que el mayor gritara,
aunque tuviese que herirle aun mas.
Como si aquello no fuese tentador.
Mukuro mientras tanto no podía pensar
en nada el dolor le nublaba tanto los sentidos que la sola idea de crear alguna
ilusión para poder liberarse era completamente inútil, no sabia como, pero el
joven Vongola estaba preocupándose de darle todo el dolor posible.
Este era el karma dándole una patada
bien merecida en la cara.
Tsuna estaba perdido dentro de su
propio mundo de locura donde lo único que tenia sentido para él era el dolor
que había sentido, y el que le haría pagar a su guardián.
Y la sangre con cada segundo que
pasaba no solo manchaba las manos del castaño, sino que también se deslizaba
por el pecho del mayor e iba a parar a la cama, lugar en donde la mancha roja
se ampliaba poco a poco.
-
Vamos…- Tsuna se inclinó
acariciando con sus dedos las marcas, la piel abierta, literalmente abriendo la
herida con sus manos – Grita para mi Mukuro
- y aquella sonrisa nuevamente,
lamió uno de sus dedos con sangre - ¡Grita
como me hiciste gritar a mi! - exclamó pegándole una cachetada, a lo que el
mayor solo soltó un leve quejido.
-
No creas que será fácil –
le respondió
el ilusionista con la respiración trabajada, a cada segundo se le hacia mas difícil
controlar el dolor, estaba algo mareado, la perdida de sangre comenzaba a
nublarle los sentidos.
-
No espero que lo sea – dijo metiendo con saña la
aguja en el diseño – Es solo cosa de
minutos y lo sabes.
Y tal como Tsuna lo había dicho,
sucedió.
Solo bastaron unas cuantas heridas
mas, no solo en el pecho, sino que también en los brazos, en la clavícula, en
el rostro, solo unas heridas mas para que Mukuro gritara, y gritara como si su
vida dependiera de ello, lo cual tomando en cuenta de las circunstancias podría
ser verdad.
Entre los gritos del mayor, la risa
sedosa del castaño, haciendo eco de forma macabra, ambos sonidos resonando en
la habitación y en los pasillos…en las otras habitaciones…
-
¿Ese no suena…como
Mukuro? – inquirió
Gokudera mirando a Yamamoto, el cual había venido a la habitación del
consigliere porque había escuchado algo raro provenir de la habitación de
Tsuna, la que había encontrado vacía.
-
Creo…creo que si…- Yamamoto le miró preocupado
– Quizás….Chrome tenía razón, y las cosas
se pusieron realmente feas…- dijo el espadachín no sabiendo que sentir al
saber que Mukuro estaba siendo torturado, por nada mas y nada menor que Tsuna.
¿Qué había sucedido con su amable
amigo?
Los gritos resonaron en la noche
durante horas, cuando el solo finalmente comenzó a asomarse por el cielo
mañanero, la puerta de la habitación de Mukuro se abrió, y por esta salió
Tsuna, vistiendo solo una camisa del mayor. La sangre le manchaba las manos y
parte del pecho, un poco de ella aun fresca goteando y deslizándose por sus
piernas, dejando un tenebroso rastro al caminar, y en su rostro una sonrisa
tranquila.
La puerta de una habitación cercana se
abrió, Chrome se asomó clavando su mirada en el castaño, si estaba sorprendida
por la apariencia del joven jefe Vongola, supo ocultarlo bien…
-
¿Boss? – inquirió algo preocupada,
sin saber bien a que tendría que enfrentarse.
-
¿Si? – soltó con voz ausente,
mirando solo de reojo, sin borrar su sonrisa.
-
¿Sucedió algo?
-
No…- y tras ello comenzó a
caminar rumbo a su habitación – Serias
tan amable de decirle a una sirvienta que me traiga la comida y los documentos
a mi habitación.
-
Por supuesto – le respondió la chica de
inmediato. Algo en la voz. No. No solo en la voz de Tsuna parecía haber
cambiado, todo él expelía un aura de poder que antes había estado oculto en lo
profundo de su ser. - ¿Algo mas? – el
castaño se detuvo y le miró.
-
Oh si, que nadie me
moleste – y
tras ello, continuó su camino.
Chrome se quedó estática un segundo,
sin saber como reaccionar a todo esto. Finalmente salió de su trance y decidió
entras en la habitación de Mukuro, dispuesta a enfrentar lo que sea que había
sucedido la noche anterior.
Lo que vio al momento de abrir la
puerta le heló la sangre como nunca nada antes lo había hecho.
-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-
Dos días habían transcurrido desde
aquel peculiar incidente. Incidente del cual nadie quería hablar pero del que
todos sabían, o sea ¿Cómo no saberlo? Si desde todas las habitaciones habían
podido escucharse los gritos y aquella risa. Dios, esa risa.
Un escalofrío general recorrió la
espalda de todos al recordar esa risa, ¿Cómo Tsuna había sido capaz de hacer
eso? ¿De que seria capaz ahora? El solo imaginarlo les ponía nerviosos a niveles
que nunca imaginaron.
Todos se encontraban en el vestíbulo
de la mansión esperando a Tsuna, se dirigían a una reunión de familia y habían
decidido que lo mejor era que todos escoltaran al Décimo jefe, algo a lo que
este ultimo no se había negado.
-
¿Estamos bien en la hora?
– inquirió
el consigliere mirando al guardián del sol.
-
Si – le respondió Ryohei – Allí viene…- si el guardián del solo iba
a decir algo mas, jamás lo sabrían, sus palabras murieron en sus labios.
De las escaleras bajaba Tsuna, impecablemente
vestido de negro, con capa y guantes incluidos, pero no era él quien había
llamado la atención de todos, sino quien venía detrás del jefe.
Cerca de Tsuna venía Mukuro, con su
típica sonrisa de medio lado, chaqueta larga, pantalones y botas de cuero,
camisa abierta y allí, todos los
ojos clavados, cerca de donde estaba el corazón del ilusionista descansaba un
tatuaje.
Un tatuaje
del escudo Vongola.
Gokudera sonrió de medio lado y miró a
Chrome.
-
Ahora… ¿Quién posee a
quien? - inquirió en un susurro quedo, viendo como una
leve sonrisa extraña se dibujaba en los labios de la ilusionista.
-
Es difícil saberlo. – le respondió ella.
-
¿Vamos? – dijo Tsuna mirando a
todos los presentes.
-
Si.
Fin
capitulo 13.
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