6 de junio de 2012

"Insatiable" Capitulo 13

Publicado por Ororo
Aquí esta el capitulo 13 de "Insatiable" el que puede ser considerado como el ultimo capitulo, pero no teman que se viene el epilogo.

"Chrome había terminado de ayudar al joven guardián del trueno con sus cosas, dejando para sorpresa de ambos, todas las cosas en la habitación de Lambo perfectamente ordenadas. Había sido arduo pero había valido la pena, ahora todo estaba preparado para la partida del más joven de los guardianes, lo cual por supuesto llevó a la ilusionista a pensar ¿Qué haría el arcobaleno cuando supiera de esto? La chica no pudo evitar soltar un largo suspiro, por lo menos con la ausencia de Lambo en la mansión, ella podría sentirse mas tranquila, bueno, ella y Tsuna. Sonrió de medio lado al pensar en el pobre jefe Vongola, teniendo que lidiar con todo esto, realmente Chrome se sorprendía de la habilidad de Tsuna para lidiar con estas cosas, realmente le sorprendía."

Ororo.



“Insatiable”

Capitulo 13: Posesión.
                                                               
Lambo estaba sentado frente al escritorio de Tsuna, escuchando cada palabra que le decía el castaño y la ilusionista. Ellos tenían razón, quizás esto era lo mejor, un tiempo lejos de la familia, un tiempo solo para él, para pensar, para mejorar. Por sobre todas las cosas el joven guardián del trueno quería hacerse fuerte, estar a la altura de los otros guardianes.

-       Pero... – interrumpió el adolescente.

-       ¿Si? – inquirió Tsuna.

-       ¿Podré venir a visitar? – preguntó con cierta duda en la voz, el castaño no pudo evitar sonreír ampliamente, rodeando su escritorio se arrodilló frente al menor.

-       Por supuesto, la mansión Vongola es tu hogar – le explicó – Es solo…que necesitas un cambio de ambiente, será lo mejor para ti – Lambo movió la cabeza afirmativamente.

-       Yo…quiero ser fuerte – dijo con firmeza, clavando sus ojos verdes en el jefe Vongola.

-       Pues lo serás – dijo Chrome acercándose a Lambo y acariciando su cabello sedoso – Después, podrás entrenar conmigo si así lo deseas – soltó con una amplia sonrisa.

-       ¡Por supuesto! – exclamó el adolescente de manera entusiasta.

-       Pues bien – Tsuna se colocó de pie – Entonces esta todo listo.

-       Así parece – le respondió Chrome – Comienza a preparar tus cosas – le dijo a Lambo.

-       Si, yo avisaré a Dino para que venga mañana. – dijo Tsuna sonriéndole al menor.

-       ¡Esta bien! – y tras eso, salió de la oficina a pasos rápidos.

-       Eso salió mejor de lo que esperaba – comentó el joven jefe Vongola acercándose a su escritorio nuevamente y sentándose en el borde de este.

-       Si, de hecho, bastante mejor, por un segundo pensé que Lambo-kun se negaría, o por lo menos discutiría algo…

-       Yo pensé igual…- le respondió el castaño – Al parecer ambos nos equivocamos.

-       Eso parece – Chrome miró a Tsuna, el cual le devolvió la mirada – Creo que Lambo esta viendo esto no solo como una oportunidad, sino que también como una vía de escape.

-       ¿Escape?

-       Si, de Reborn-san y sus propios sentimientos…

-       Esta madurando – soltó Tsuna – Usará este tiempo para meditar sus acciones.

-       Y sus futuras decisiones


Ambos se miraron y soltaron un largo suspiro, por lo menos ese problema estaba solucionado, uno de todos los que cruzaban la cabeza del pobre jefe Vongola.

-       Llamaré a Dino-san para saber en donde esta – dijo el castaño de repente, rompiendo el silencio que parecía haberles rodeado – Para decirle que este aquí mañana por la tarde.

-       Yo iré a ayudar a Lambo-kun con sus cosas.

-       Evita que lleve muchas armas – le dijo a la chica, la cual se había puesto de pie del sillón que había estado ocupando – Dile que la familia Cavallone tiene bastantes para prestarle.

-       Esta bien.

Y Tras eso, salió de la oficina también, dejando al jefe Vongola nuevamente solo para lidiar con el interminable papeleo que al parecer Reborn disfrutaba dejándole.


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Chrome había terminado de ayudar al joven guardián del trueno con sus cosas, dejando para sorpresa de ambos, todas las cosas en la habitación de Lambo perfectamente ordenadas. Había sido arduo pero había valido la pena, ahora todo estaba preparado para la partida del más joven de los guardianes, lo cual por supuesto llevó a la ilusionista a pensar ¿Qué haría el arcobaleno cuando supiera de esto? La chica no pudo evitar soltar un largo suspiro, por lo menos con la ausencia de Lambo en la mansión, ella podría sentirse mas tranquila, bueno, ella y Tsuna. Sonrió de medio lado al pensar en el pobre jefe Vongola, teniendo que lidiar con todo esto, realmente Chrome se sorprendía de la habilidad de Tsuna para lidiar con estas cosas, realmente le sorprendía.

La joven ilusionista se detuvo frente a la puerta de su habitación y colocando la mano en el pomo, la abrió, todo en el interior estaba completamente oscuro, soltando un suspiro cansado encendió la luz y cerró la puerta a su espalda. Se deshizo de su chaqueta, dejándola sobre el respaldo de la silla de su escritorio.

-       Espero que todo mejore – soltó al aire mientras se quitaba las botas y luego la corbata.

Con algo de cansancio se deshizo de su ropa y se colocó su pijama, conformado por un short y un peto largo, los cuales eran de un precioso color morado y tenían el diseño de pequeñas piñas estampadas en toda a tela, tras eso de adentro en su cama y se dispuso a dormir. Mañana sería un nuevo día, el cual por supuesto traería nuevas sorpresas.

La mañana llegó a la mansión Vongola, la alarma de Chrome comento a sonar exactamente a las ocho de la mañana, con algo de pereza comenzó a despertarse, sentándose en la cama y estirando los brazos.

Salió de su habitación rumbo al comedor, siendo un fin de semana existía la costumbre en la mansión Vongola de comer todos juntos, ya sea el desayuno, almuerzo o la cena, pero la idea era interactuar los unos con los otros. La ilusionista miró de reojo el reloj de su muñeca, siendo la hora que era quizás fuese la primera en llegar al comedor.

Al entrar al comedor se sorprendió de encontrar nada mas y nada menos que a Rokudo Mukuro sentado tomando un café, en su rostro se veía que aun estaba algo adormilado, aunque Chrome pudo ver también un leve dejo de preocupación cruzando aquellos ojos bicolor que tanto conocía.

-       Buenos días Mukuro-sama – saludó ella sentándose frente al otro ilusionista, el mayor levantó un poco la mirada y le sonrió de medio lado.

-       Buenos días Chrome-chan – y tras eso volvió a clavar sus ojos bicolor en su café, como si este fuese la cosa mas interesante del universo.

-       ¿Sucede algo? – inquirió ella mientras se servia un café.

-       Mañana es el día. – fue todo lo que dijo, y fue todo lo que bastó para qe la chica supiera a lo que se refería.

-       Si – fue su escueta respuesta - ¿Esta preocupado?

-       Por supuesto que no – le soltó él, pero ella sabía o más bien sentía que estaba mintiendo.

-       Mukuro-sama – dijo ella en un susurro – Todo estará bien. – el mayor no pudo evitar mirarle con incredulidad, como si no pudiese creer que la choca acababa de decir aquello.

-       ¿Cómo puedes decir eso con tanta seguridad? – soltó Mukuro sin poder evitarlo.

-       Porque usted al igual que yo, es parte de esta familia – dijo ella sonriéndole ampliamente – Ahora solo queda que los otros se den cuenta de ello – justo cuando terminaba de decir eso por la puerta principal del comedor entraban Tsuna y Gokudera, seguidos de cerca por Ryohei, y un poco mas atrás Reborn.  Algunos “Buenos dias2 fueron intercambiados, y luego cada uno tomó su puesto en la mesa, el jefe y su consigliere continuaron conversando mientras Chrome no despegaba su único ojo visible de Mukuro.

No pasaron ni diez minutos cuando por la puerta entraron Yamamoto y Lambo, este ultimo con una sonrisa de oreja a oreja se sentó junto a Tsuna y comenzó a intercambiar palabras apresuradas con este.

-       No te preocupes Lambo, todo ya esta preparado – fue lo único que se alcanzo a escuchar que le decía el castaño al menor, para luego clavar sus ojos cafés en la ilusionista – ¿Dejo todo listo?

-       Si Boss, yo me encargue de ello

-       Perfecto.


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El reloj en la pared marcaba las diez de la mañana en la mansión Vongola, en específico en la oficina del Décimo jefe de la familia.

-       ¿Entonces? – fue la pregunta que rompió el silencio que gobernaba en el lugar, pregunta planteada por el arcobaleno, el cual apoyado cerca de la puerta pasaba la mirada por todos los presentes. Todos los guardianes se encontraban reunidos en la oficina, todos menos Mukuro por supuesto, ya que era por él que estaban haciendo la reunión en primer lugar.

-       Yo creo que cada uno debería dar su voto y su opinión al respecto – comentó Chrome mirando a Tsuna y luego a Reborn, el primero de los dos miró a Gokudera. El consigliere suspiro derrotado.

-       Me parece – afirmó el peligris.

-       Yo empiezo – exclamó Lambo, el que estaba sentado en el sillón junto a Chrome, con las piernas cruzadas al estilo indio.

-       Prosigue – le dijo Tsuna prestando completa atención a las palabras y al rostro serio de su guardián mas joven.

-       Voto que se quede – dijo para empezar, sorprendiendo a mas de no de los presentes – Durante todo el mes que ha estado aquí ha sido uno mas de nosotros, muchas veces me recuerda a Chrome…- se detuvo un segundo, meditando sus siguientes palabras – No se muy bien que fue lo que hizo – miró a Tsuna – No se muy bien que fue lo que te hizo – el castaño abrió sus ojos en sorpresa – Pero creo que todos merecen una oportunidad para enmendar sus errores, aunque eso signifique un castigo – si las palabras anteriores habían sorprendido a los presentes, estas ultimas simplemente dejaron a todos boquiabiertos. Lambo no era un niño, sabía perfectamente las cosas que sucedían a su alrededor, por mas que quisieran ocultárselas. – Por eso debe quedarse.

-       Sigo yo – dijo Yamamoto luego del largo silencio que siguió a las palabras del menor – Igual voto a que se quede, de la misma manera que lo planteó Lambo, creo que será lo mejor para todos si le mantenemos como aliado y no como enemigo. – sus palabras eran determinadas, no pensaba cambiar de parecer a pesar de la mirada de odio que parecía estar disparándole su pareja desde el otro lado de a oficina.

-       Voto a que es una molestia – soltó el guardia de la nube – Pero es un aliado lo suficientemente fuerte para hacer una diferencia, y tal como ha dicho Yamamoto Takeshi, molestará menos siendo un aliado que un enemigo – dijo Hibari con un semblante inexpresivo – Además, si es que se vuelve una verdadera molestia nos deshacemos de el y la mujer de la niebla puede tomar su lugar otra vez. – se detuvo un segundo pasando la mirada por los presentes – Con tal de que acabe con sus acciones de herir a Sawada Tsunayoshi, puede quedarse.

-       De acuerdo con los otros, voto igual -  dijo Ryohei – Con tal de que lo sucedido anteriormente no se repita, no veo porque no – las palabras del guardián del sol estaban cargadas de amenaza, de la insinuación de que si algo saliera mal, se encargaría de asesinar a Mukuro con sus propias manos.

-       Yo digo que no…no debería acercarse al décimo nunca, jamás…de hecho armaría un perímetro de seguridad solo para mantenerlo alejado del jefe, pero creo que al final , no es del todo mi decisión – Gokudera se detuvo y clavó sus ojos claros en los castaño del jefe Vongola – Pero tengo la sospecha de que si se queda, el karma al fin podrá atraparle y darle su merecido castigo – una macabra sonrisa se dibujo en los labios del consigliere….

-       Creo que la decisión ya esta tomada entonces – comenzó a decir Reborn.

-       Pero – interrumpió Chrome – Aun no escuchamos la opinión del jefe – al decir esto todos los ojos se clavaron en el castaño, el cual soltó un largo suspiro, sabia que este momento llegaría.

-       Si bien todos ustedes ya han dado su respuesta ante todo esto – comenzó Tsuna – Mi decisión la conocerán mañana – todos le miraron sorprendidos, el joven Vongola pudo ver que su consigliere iba a decir algo mas, pero Tsuna le silenció levantando una mano – Mañana – dijo con firmeza – Esta reunión a terminado.


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Tsuna, Chrome y Lambo se encontraban en la entrada de la mansión, estacionado frente a esta un vehiculo negro, en su interior el jefe de la familia Cavallone esperaba que Tsuna y la ilusionista se despidieran del joven guardián del trueno, el que seria la preocupación de Dino durante un buen tiempo. El rubio Cavallone no era de la clase de personas que se metía en asuntos ajenos, pero no podía evitar preguntarse porque razón el mas joven de los guardianes Vongola le había sido encomendado, no que le molestara, solo despertaba su curiosidad.

-       Cuando quieras venir a visitarnos no dudes en hacerlo – le decía el castaño, mientras el menor le abrazaba con fuerza y una amplia sonrisa en los labios.

-       Será poco tiempo, no te darás cuenta cuando los 4 años pasen – le dijo esta vez Chrome, siendo su turno para recibir un abrazo de Lambo.

-       Lo se, lo se – decía separándose de la chica y pasando la mirada de uno a otro – No se diviertan sin mi.

-       No provoques muchos estragos.

-       No prometo nada – y tras eso risas.

Solo Lambo se percató de que Reborn se encontraba apoyado en el umbral de la puerta, el joven guardián del trueno sonrió de medio lado, y se acercó al arcobaleno, sabiendo que no solo este le seguía con la mirada, sino que también Chrome y Tsuna.

-       ¿Viniste a despedirte? – inquirió como quien no quiere la cosa.

-       Una molestia menos de la que preocuparme – le dijo casi en un susurro, el niño de ojos verdes sonrió.

-       Ya veo – le dijo con voz suave.

-       Lambo – escuchó la voz de Tsuna llamándole, era momento de partir.

-       Ya voy – volvió a mirar al mayor, acercándose lo suficiente para quedar justo bajo el, para así ver sus ojos ocultos tras su sombrero – Nos veremos – y sin previo aviso agarró la corbata del arcobaleno y tiró de ella haciendo que este se inclinara hacia adelante y allí para sorpresa de Chrome, Tsuna y del mismo Reborn, le plantó un beso en los labios, para luego alejarse unos pasos – Espero que no te olvides de mi – y tras eso se subió al auto que le esperaba.


El cerebro de Reborn parecía haberse quedado en pausa en ese momento, no escuchó el auto partir, los gritos de despedida del joven guardián, las tímidas palabras de Chrome y Tsuna a modo de respuesta de la entusiasmada despedida de Lambo. De lo único que estaba seguro, era el hecho de que no estaba dispuesto a olvidar ese suave y calido par de labios sobre los suyos.

Ahora solo quedaba esperar, algo que después de todo esto haría gustoso, al fin y al cabo el premio al final de la espera valía por completo la pena.

Chrome y Tsuna intercambiaron unas miradas dudosas al ver la peculiar sonrisa en el rostro del arcobaleno, el cual sin decir nada mas a nadie se dio media vuelta y se adentro en la mansión con una suave risa algo macabra.

-       Eso…eso fue…- comenzó a decir la ilusionista, pero se detuvo, no sabia que mas decir al respecto de lo que había sucedido…

-       Temo por la salud mental de mis guardianes…- soltó Tsuna llevándose una mano a la frente en señal de cansancio.

-       ¿Todos ellos?

-       Todos – le respondió con firmeza – Incluyéndome a mi y a mi tutor. – Chrome rió suavemente ante esas palabras, ¿Qué más podía decir? Ella también duda de la salud mental de la gente que vivía en la mansión, partiendo por ellas y Mukuro-sama y obviamente el propio jefe de la familia Vongola.

-       Entonces…

-       No se si quiero saber que estaba pensando Reborn en este momento…- se detuvo y miró a la chica – Tampoco quiero saber lo que estaba pensando Lambo.

-       Opino igual – Le respondió la chica - ¿Entramos?

-       Si.


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La noche había caído en la mansión de la gran familia Vongola, todos los guardianes se encontraban en sus respectivas habitaciones, ya sea durmiendo, descansando  o preparándose para ello.

Pasos silenciosos se podían escuchar por el largo pasillo, si alguno de los guardianes los escuchó, simplemente se hizo el desentendido, o prefirió ignorarlos por completo.

El sonido de alguien llamando a una puerta, y pareciera que ningún otro sonido fuese mas importante que ese.

-       ¿Si? – la puerta se abrió y por esta se asomó Mukuro, el ilusionista llevaba solo unos pantalones holgados y una toalla al cuello, había tomado una ducha hace tan solo unos minutos - ¡Oh! ¿Qué te trae por aquí Vongola? – inquirió, a lo que el castaño enarcó una ceja - ¿Tsunayoshi? – preguntó otra vez.

-       Vengo a dejar unas cuantas cosas en claro – dijo con voz firmemente seria - ¿Puedo pasar? – fue allí que el mayor notó la caja que el menor traía entre sus manos.

-       ¿Seguro que quieres pasar?

-       Debo hacerlo…- y tras esa simple respuesta Mukuro se hizo a un lado para dejar pasar al menor, una vez que estuvo dentro cerró nuevamente la puerta de su habitación.

-       ¿Entonces? – preguntó mientras Tsuna pasaba la vista por la habitación, y dejaba la caja que traía consigo sobre el escritorio, fue allí que Mukuro notó que el castaño aun venía vestido con su impecable traje de dos piezas.

-       Los guardianes han dado su veredicto sobre ti, Rokudo Mukuro – las palabras dejaron al mayor en expectativa, al fin el mes de espera había llegado a su final, ahora solo quedaba escuchar la respuesta – Has sido aceptado – esas tres simples palabras le resonaron en la cabeza como un eco…ahora…todo lo que Chrome le había dicho, ella había tenido razón, su confianza había sido plena, había creído en él, incluso cuando el ya no creía en una nueva oportunidad. – Oficialmente ahora pasas a tomar tu lugar como el legítimo guardián Vongola de la niebla.

-       Entiendo…- fue lo único que pudo decir Mukuro, o sea ¿Qué más decir? Tan ensimismado estaba que no se percató cuando Tsuna se había acercado a él hasta que sintió una mano posarse sobre su pecho, justo en el lugar en donde su corazón palpitaba relajado - ¿Vongola? – interrogó agachando la mirada, encontrando los ojos castaños llenos de una peculiar emoción, casi resplandeciendo como cuando estaba en hypermode.

-       Solo…cállate…- le dijo el castaño antes de rodear con sus brazos el cuello del mayor y arrancándole el aliento con un beso que dejó al ilusionista con la mente en blanco, ni siquiera alcanzó a pensar que demonios pasaba cuando sintió que el menor le empujaba, no sabia bien porque lo hacia hasta que sintió el borde de la cama chocar con sus piernas, lo que le llevó a perder el equilibrio y caer sobre esta con el castaño aun sujeto a su cuello.

Mukuro no podía pensar, ni mucho menos quería hacerlo, haber pasado todo este tiempo sintiendo al joven Vongola tan cerca y sin ser capaz de tocarle le había llevado al limite de su propia paciencia, ahora aprovecharía esta oportunidad, casi como si fuese la única, la ultima que podía tomar.

Sin perder tiempo el mayor se deshizo no solo de su ropa, sino que también de la del otro, con rapidez deslizó sus manos carentes de guantes por la suave piel del castaño, acariciando sus hombros, su espalda, deleitándose con esa piel que necesitaba, que había extrañado. Sonrió de medio lado cuando sus dedos tocaron ese punto que había estado buscando, la entrada a ese delicioso cuerpo que se moría por poseer otra vez.

Tsuna estaba medio recostado sobre Mukuro, el cual ya tenia dos dedos en su interior abriéndose camino, la fricción de sus cuerpos era sofocante, el roce de sus erecciones mantenía al castaño con los ojos cerrados y el cuerpo arqueado, y al mayor con una sonrisa de satisfacción y los ojos nublados por la lujuria.

Cuando fueron tres los dedos en el interior de Tsuna, este mismo recostó al mayor por completo, y con una sonrisa que nunca antes nadie había visto, miró al ilusionista el cual, por un segundo juraría haber visto el resplandor anaranjado tan característico del hypermode.

-       Esta vez, me encargo yo…- dijo el joven jefe Vongola con la respiración trabajada, tomando el miembro de Mukuro y guiándolo hasta su entrada, y con un leve suspiro y un gesto de incomodidad se sentó sobre este de una sola vez – Mmmm~ ~ - Mukuro cerró sus ojos bicolor en satisfacción al sentir nuevamente el calido interior del castaño.

Solo bastaron unos segundos para que el castaño estuviese acostumbrado a la intrusión y comenzará a moverse, arriba y abajo, arriba y abajo, en una  cadencia intoxicante y adictiva.

Leves gemidos, suspiros y suaves susurros. Mukuro retomando las riendas de la situación, se sentó abruptamente, rodeando con sus brazos la cintura del menor, el cual dejó escapar un largo suspiro de sus labios ante el inesperado movimiento del otro.

-       Mukuro – ignorando esto, sujetó con firmeza al castaño e invirtió las posiciones, quedando ahora Tsuna con la espalda en la cama, el ilusionista sonrió de medio lado y sujetando una de las piernas del menor sobre su hombro comenzó a embestir con firmeza, golpeando aquel dulce punto en el interior de Tsuna - ¡Dios! ¡Dios! – era lo único que lograba articular el joven Vongola.

Unas embestidas más y el primero en alcanzar el orgasmo fue Tsuna, el cual manchó los estómagos de ambos, mientras que Mukuro terminó solo unos segundos después en el interior del menor. Intentando recuperar el aliento se dejó caer junto al castaño, quedando los dos uno al lado del otro mirando el techo sobre sus cabezas.

-       Eso…eso fue…interesante – fue lo único que atinó a decir el ilusionista con los ojos cerrados, disfrutando la exquisita sensación de paz que venia después del orgasmo.

-       Que bueno que te haya gustado – soltó Tsuna sonando mucho mas compuesto que el ilusionista – Pues esto no a terminado – cuando Mukuro abrió sus ojos bicolor se encontraba firmemente amarrado a la cabecera de la cama.

-       ¿Qué es esto? – inquirió refiriéndose a las esposas que sujetaban sus muñecas, una a cada lado de la cama, sujeta a cada poste de la cama.

-       Algo para hacer las cosas mas interesante – le respondió Tsuna poniéndose de pie, pero Mukuro pudo sentirlo, aquellas esposas tenían llamas de ultima voluntad, lo que indicaba que no eran esposas comunes y corrientes – Esto no te dejará escapar, amor – dijo susurrando la ultima palabra con algo que Mukuro no pudo identificar.

El castaño tomó una camisa de Mukuro que descansaba sobre una silla y se la colocó, para luego acercarse al escritorio en donde había depositado la caja que había traído consigo, el ilusionista le seguía todos y cada uno de sus movimientos.

-       ¿Vongola? – inquirió el mayor con algo de preocupación, solo un poco - ¿Tsunayoshi? – pero el menor no respondió, en lugar de ello regresó a la cama, cubrió a Mukuro con una sabana de la cintura para abajo y se sentó sobre él, con la caja en sus manos y una sonrisa peculiar en sus delgados labios.

-       Te tengo una sorpresa – le dijo el joven Vongola – Si bien mis guardianes te han perdonado a su manera, algunas cosas no son tan simples…- comenzó a explicar mientras dejaba la caja a un lado y la abría – Non posso personare….cosí le cose non funzionano – le dijo en un perfecto italiano, disfrutando de la sorpresa en esas orbes bicolor – Dovete capire che non avrebbero mai potuto vivere con me stesso…o si – en sus ojos castaños un brillo peculiar.

-       ¿Tsunayoshi? – volvió a preguntar Mukuro en un susurro a lo que el castaño no respondió, el mayor pudo ver como sacaba algo de la caja, pudo ver también como las manos de Tsuna brillaban con la llama de la ultima voluntad.

-       Sei uno stupido a creyere che avro la mia vendetta – y aquella sonrisa, una sonrisa llena de una malicia que jamás pensó que Tsuna tenia en su interior, y fue allí que Mukuro reconoció lo que tenia el castaño entre sus manos, aquello que había sacado de la caja.

Era una maquina para hacer tatuajes.

-       ¿Qué vas a hacer con eso?

-       Dejarte un regalo -  le dijo tomando la maquina con una mano y con la otra acariciando el pecho del mayor, allí donde se encontraba su corazón – Haremos esto divertido….veamos cuanto dolor puedes soportar…

-       Kufufufufufufu~ ~ - rió Mukuro, si de algo podía jactarse era de su resistencia al dolor, años de torturas le habían dejado eso.

-       Ora preparateri a piangere per me – y allí todo se volvió dolor.

Mukuro apretó los labios al momento en que la aguja tocó su piel, estaba caliente, hirviendo, al rojo vivo, o por lo menos así lo sentía él, la piel se abrió y la sangre comenzó a manar de la herida, un tatuaje normal sangraría poco y dolería menos, Tsuna se estaba preocupando de que este no fuera el caso, se estaba preocupando de que este fuera su propia y privada sesión de tortura con el que había sido su torturador.

Tsuna miraba maravillado como la sangre se deslizaba por la piel pálida de Mukuro, un contraste hermoso…el castaño acababa de darse cuenta de que ahora tenia un fetiche por la sangre, en su efecto, en específico por la sangre del ilusionista.

-       Vamos amor, grita para mi – le decía Tsuna ahora con las manos manchadas de sangre, preocupándose de cada detalle del diseño que dejaría para siempre marcando la piel de su guardián. El castaño comprobó que el dolor aun no era el suficiente para que Mukuro gritara, oh no, el mayor le estaba quitando toda la diversión a esto. Una sonrisa se dibujó en los labios de Tsuna, aun tenia tiempo, lograría que el mayor gritara, aunque tuviese que herirle aun mas.

Como si aquello no fuese tentador.

Mukuro mientras tanto no podía pensar en nada el dolor le nublaba tanto los sentidos que la sola idea de crear alguna ilusión para poder liberarse era completamente inútil, no sabia como, pero el joven Vongola estaba preocupándose de darle todo el dolor posible.

Este era el karma dándole una patada bien merecida en la cara.

Tsuna estaba perdido dentro de su propio mundo de locura donde lo único que tenia sentido para él era el dolor que había sentido, y el que le haría pagar a su guardián.

Y la sangre con cada segundo que pasaba no solo manchaba las manos del castaño, sino que también se deslizaba por el pecho del mayor e iba a parar a la cama, lugar en donde la mancha roja se ampliaba poco a poco.

-       Vamos…- Tsuna se inclinó acariciando con sus dedos las marcas, la piel abierta, literalmente abriendo la herida con sus manos – Grita para mi Mukuro -  y aquella sonrisa nuevamente, lamió uno de sus dedos con sangre - ¡Grita como me hiciste gritar a mi! -  exclamó pegándole una cachetada, a lo que el mayor solo soltó un leve quejido.

-       No creas que será fácil – le respondió el ilusionista con la respiración trabajada, a cada segundo se le hacia mas difícil controlar el dolor, estaba algo mareado, la perdida de sangre comenzaba a nublarle los sentidos.

-       No espero que lo sea – dijo metiendo con saña la aguja en el diseño – Es solo cosa de minutos y lo sabes.

Y tal como Tsuna lo había dicho, sucedió.

Solo bastaron unas cuantas heridas mas, no solo en el pecho, sino que también en los brazos, en la clavícula, en el rostro, solo unas heridas mas para que Mukuro gritara, y gritara como si su vida dependiera de ello, lo cual tomando en cuenta de las circunstancias podría ser verdad.

Entre los gritos del mayor, la risa sedosa del castaño, haciendo eco de forma macabra, ambos sonidos resonando en la habitación y en los pasillos…en las otras habitaciones…

-       ¿Ese no suena…como Mukuro? – inquirió Gokudera mirando a Yamamoto, el cual había venido a la habitación del consigliere porque había escuchado algo raro provenir de la habitación de Tsuna, la que había encontrado vacía.

-       Creo…creo que si…- Yamamoto le miró preocupado – Quizás….Chrome tenía razón, y las cosas se pusieron realmente feas…- dijo el espadachín no sabiendo que sentir al saber que Mukuro estaba siendo torturado, por nada mas y nada menor que Tsuna.

¿Qué había sucedido con su amable amigo?

Los gritos resonaron en la noche durante horas, cuando el solo finalmente comenzó a asomarse por el cielo mañanero, la puerta de la habitación de Mukuro se abrió, y por esta salió Tsuna, vistiendo solo una camisa del mayor. La sangre le manchaba las manos y parte del pecho, un poco de ella aun fresca goteando y deslizándose por sus piernas, dejando un tenebroso rastro al caminar, y en su rostro una sonrisa tranquila.

La puerta de una habitación cercana se abrió, Chrome se asomó clavando su mirada en el castaño, si estaba sorprendida por la apariencia del joven jefe Vongola, supo ocultarlo bien…

-       ¿Boss? – inquirió algo preocupada, sin saber bien a que tendría que enfrentarse.

-       ¿Si? – soltó con voz ausente, mirando solo de reojo, sin borrar su sonrisa.

-       ¿Sucedió algo?

-       No…- y tras ello comenzó a caminar rumbo a su habitación – Serias tan amable de decirle a una sirvienta que me traiga la comida y los documentos a mi habitación.

-       Por supuesto – le respondió la chica de inmediato. Algo en la voz. No. No solo en la voz de Tsuna parecía haber cambiado, todo él expelía un aura de poder que antes había estado oculto en lo profundo de su ser. - ¿Algo mas? – el castaño se detuvo y le miró.

-       Oh si, que nadie me moleste – y tras ello, continuó su camino.

Chrome se quedó estática un segundo, sin saber como reaccionar a todo esto. Finalmente salió de su trance y decidió entras en la habitación de Mukuro, dispuesta a enfrentar lo que sea que había sucedido la noche anterior.

Lo que vio al momento de abrir la puerta le heló la sangre como nunca nada antes lo había hecho.


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Dos días habían transcurrido desde aquel peculiar incidente. Incidente del cual nadie quería hablar pero del que todos sabían, o sea ¿Cómo no saberlo? Si desde todas las habitaciones habían podido escucharse los gritos y aquella risa. Dios, esa risa.

Un escalofrío general recorrió la espalda de todos al recordar esa risa, ¿Cómo Tsuna había sido capaz de hacer eso? ¿De que seria capaz ahora? El solo imaginarlo les ponía nerviosos a niveles que nunca imaginaron.

Todos se encontraban en el vestíbulo de la mansión esperando a Tsuna, se dirigían a una reunión de familia y habían decidido que lo mejor era que todos escoltaran al Décimo jefe, algo a lo que este ultimo no se había negado.

-       ¿Estamos bien en la hora? – inquirió el consigliere mirando al guardián del sol.

-       Si – le respondió Ryohei – Allí viene…- si el guardián del solo iba a decir algo mas, jamás lo sabrían, sus palabras murieron en sus labios.

De las escaleras bajaba Tsuna, impecablemente vestido de negro, con capa y guantes incluidos, pero no era él quien había llamado la atención de todos, sino quien venía detrás del jefe.

Cerca de Tsuna venía Mukuro, con su típica sonrisa de medio lado, chaqueta larga, pantalones y botas de cuero, camisa abierta y allí, todos los ojos clavados, cerca de donde estaba el corazón del ilusionista descansaba un tatuaje.

Un tatuaje del escudo Vongola.

Gokudera sonrió de medio lado y miró a Chrome.

-       Ahora… ¿Quién posee a quien? -  inquirió en un susurro quedo, viendo como una leve sonrisa extraña se dibujaba en los labios de la ilusionista.

-       Es difícil saberlo. – le respondió ella.

-       ¿Vamos? – dijo Tsuna mirando a todos los presentes.

-       Si.

Fin capitulo 13.

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