6 de junio de 2012

"Insatiable" Epilogo.

Publicado por Ororo
Aquí esta el último capitulo de "Insatiable"

"Si algo había cambiado en estos cuatro años, era la forma en la que todos trataban a Chrome, si bien con Rokudo siempre eran precavidos, la chica se había ganado la confianza de todos a través de su calida personalidad y carácter firme, el cual había sido moldeado con el tiempo de haber vivido solo con Ken, Chikusa y Mukuro."

Ororo.





“Insatiable”

Capitulo 14: Epilogo. Marca.

-       Dije que no quería nada exagerado, en serio. – Decía Tsuna mientras debatía por teléfono con alguien – Una simple fiesta, solo los cercanos – el castaño soltó un suspiro con quien sea que hablaba era inútil, había perdido. – A veces creo que no puedo pelear contigo… - Tsuna sonrió al escuchar la suave risa del otro lado de la línea.

La puerta de su oficina se abrió y por esta hizo acto su mano derecha,  Gokudera Hayato, guardián del trueno,  cargando unas cajas, en su semblante se podía ver un poco de enojo.

-       Déjalas por allí – señaló el jefe sin soltar el teléfono -  Esta bien, esta bien – terminó diciendo antes de cortar, clavando sus ojos en su consigliere - ¿Y?

-       Todo esta listo – le respondió el peligris – Regalos, adornos y comida – enumeró con cierto cansancio en la voz.

-       Perfecto – Tsuna se colocó de pie y se asomó por la ventana – No puedo creer que cuatro años hayan pasado tan rápido – soltó como quien no quiere la cosa.

-       Ni yo…- le respondió su guardián  - No puedo creer que el mocoso regrese.

-       No seas malo Gokudera-kun – soltó con una risita. Por lo que había escuchado de Dino, Lambo había progresado con creces, incluso había llegado al punto de poder mantener un combate con Hibari por unos 20 minutos, así que Tsuna no podía estar mas orgulloso de su guardián mas joven.

-       ¿Entonces?

-       Deja todo listo para la fiesta, Lambo estará llegando dentro de dos horas – le informó el castaño, a lo que Gokudera asintió.

-       Por supuesto – su consigliere estaba llegando a la puerta de la oficina cuando el castaño le detuvo.

-       Gokudera-kun.

-       ¿Si Décimo?

-       ¿Dónde esta Mukuro?

-       Creo que salió con Chrome.

-       ¿Con Chrome? Porque eso no me extraña. Sabes a que fue.

-       Creo que le acompañó a comprar unas cosas – le dijo.

-       Ah.

-       ¿Eso es todo?

-       Si, gracias Gokudera-kun.

-       De nada Décimo – y tras eso el peligris salió de la oficina a cumplir con lo encomendado.

En cuatro años no solo Lambo había cambiado, Tsuna y todos a su alrededor también lo habían hecho. El décimo jefe de la familia Vongola después de aquella peculiar noche que quedaría en la memoria de todos, había cambiado mucho. Mukuro ahora era parte de la familia por el simple hecho de que esa era la única manera en la que podía estar cerca de Tsuna, no que pudiera escapar ahora, no con un tatuaje del escudo Vongola en su pecho, ni mucho menos que quisiera escapar, por alguna razón prefería esta vida. Solo Tsuna sabia la verdadera razón de la estadía del ilusionista, él y quizás Chrome.

Mukuro no podía vivir sin Tsuna, y este ultimo sin Mukuro, se necesitaban mutuamente, como una droga al que eran adictos, se complementaban y afirmaban, quizás ellos aun no se lo dijeran en voz alta, pero ellos dos se amaban demasiado como para siquiera describirlo con palabras.

Un amor obsesivo y peligroso.

Hoy en la mansión Vongola se celebraba el regreso del menor de los guardianes del Décimo jefe, unos más entusiasmados que otros, unos con intenciones mas claras que otros.

Tsuna no pudo evitar sonreír al pensar en Reborn y en como todo esto le había afectado, aunque insistiera de lo contrario.

Durante la ausencia de Lambo había sido evidente para el castaño el cambio en su tutor. Solo un poco más altanero, solo un poco más antisocial, antipático y sádico, lo cual por supuesto no había sido bueno para todos, y el joven jefe lo sabia, sabia que esa había sido la forma de demostrar que extrañaba al menor después de todo.

EL castaño miró el cielo celeste y sonrió más ampliamente. Era realmente interesante como las cosas habían cambiado, como el tiempo había transcurrido.

Soltando un suspiro recordó la conversación que había tenido con Chrome la mañana anterior respecto a Lambo…

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-       Entonces, al fin regresa Lambo-kun – soltó Chrome como quien no quiere la cosa, la chica ahora tenia el cabello casi tan largo como el mismo Mukuro, lo cual acentuaba el hecho de que parecían hermanos.

-       Así es – le respondió Tsuna, ambos se encontraban en la cocina tomando desayuno. El silencio les envolvió por algunos minutos antes de que la chica lo interrumpiera con voz suave.

-       No puedo creer que hayan pasado cuatro años ya – susurró mientras clavaba su mirada en el café que tenia sujetó entre sus manos, el castaño a su lado sonrió con algo peculiar en el rostro, una emoción que la chica no pudo terminar de analizar.

-       Yo tampoco puedo creerlo…- le dijo Tsuna con una suave sonrisa en sus labios - ¿Qué crees que suceda? – Preguntó de repente. La chica enarcó una ceja, ¿A que se refería con esa pregunta? ¿Con respecto a que? ¿A Lambo? ¿A Reborn? Ella le miró, lo más probable es que se refiriera a este último.

-       ¿Se refiere a Reborn-san? – inquirió ella con cuidado.

-       Si...desde que Lambo se fue, la forma en la que a estado actuando a sido… - se detuvo, como buscando la palabra adecuada, miró a Chrome y luego a su café - …un poco diferente. – la chica rió ante esto. Oh si, lo había notado.

-       Si, lo he notado… o sea, creo que todos lo han notado – dijo ella con un tono de voz que bien indicaba “¡Es imposible no notarlo!” – Aunque creo que no todos saben muy bien porque. – Tsuna soltó un largo suspiro.

-       Reborn siempre ha sido algo complicado. – soltó el a lo que la ilusionista enarco una ceja inquisidora.

-       Yo creo que complicado es decir poco.

-       No critiques. – le regañó el castaño – Si tenemos que hablar de personas complicadas, todos entramos en esa categoría. ¿O no?

-       Esta bien, esta bien – ella se cruzó de brazos sobre la lisa superficie de la mesa - Yo creo que lo que suceda ahora dependerá de Lambo-kun, como él regrese, cuanto ha cambiado – comentó la ilusionista, a lo que Tsuna asintió.

-       En ese sentido te entiendo, dependerá de cómo reaccione Lambo una vez que este de regreso.

-       Exacto. – ella bebió un sorbo de su café – Aunque igual, no deberíamos confiarnos mucho…de Reborn-san podríamos esperarnos cualquier cosa.

-       ¿Tú crees? ¿Tu lo vez capaz de… - se detuvo, prefirió no decir la frase completa, sabiendo que la chica le había entendido.

-       No lo se, realmente no lo se.

-       Lambo aun es un niño.

-       No, ya no lo es – le dijo ella con firmeza – 17 años ya no lo hacen un niño, esta a solo un año de la mayoría de edad.

-       Quizás debí dejar que se quedará un año más.

-       Un año más quizás no haga diferencia alguna.

-       Quizás….

De repente la puerta de la cocina se abrió y por ella entró Mukuro, el cual se acercó a Chrome y deposito un beso en la mejilla de la chica, para luego dirigirse a Tsuna y depositar un beso en los labios de este, gesto que solo llevaba acabo cuando estaban solos, o con Chrome.

-       Buenos días Mukuro-sama – saludó Chrome mientras servia una tasa de café para el ilusionista mayor.

-       Buenos días – respondió el mayor recibiendo la rasa y sentándose junto al castaño - ¿Y que hacen por aquí tan temprano? – preguntó sin mucho intereses, a lo que los otros dos no pudieron evitar reír.


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Tsuna salió9 de su oficina rumbo a la cocina para ver como iban las los preparativos, mientras caminaba por el pasillo daba ordenes a diestra y siniestra a los sirvientes que se encontraban en su camino. Se detuvo frente  a la puerta de la cocina y la abrió.

El castaño pestañeó varias veces ante lo que estaba viendo ¿Cuál era la manía de venir a hacer esta clase de cosas a la cocina? ¡¡Para eso todos tenían sus propias habitaciones!!

-       Ejem – Tsuna carraspeó un poco. Allí apoyados en uno de los mesones estaban Spanner y un joven alto de cabello castaño medio rojizo ¿Castaño rojizo? ¿Con quien demonios se estaba besando su joven ingeniero? - ¿Spanner?

El rubio a pesar de tener 20 años y ser menor que el jefe Vongola, era tan alto como este, y con quien sea que se estaba besando era tan alto como él.

Las manos del rubio envolvían la cintura del otro, mientras que este tenía sus manos en el hombro y rostro de Spanner, dándole la espalda al recién llegado Vongola.

-       ¡¡Spanner!! – exclamó Tsuna logrando al fin la atención de los dos involucrados - ¡Aun hay cosas por hacer y tu aquí besuqueándote…- el castaño se detuvo al reconocer con quien había estado besándose el rubio, abriendo sus ojos en sorpresa - ¿Shoishi-kun?

-       Ho…hola – saludó algo nervioso, mientras el menor de los presentes sacaba una paleta de su bolsillo y se la metía a la boca.

-       ¿Necesita algo jefe? – inquirió Spanner.

Tsuna se llevo una mano a la frente y suspiro ¿Por qué todos en su familia tenían que estar así de locos?

-       Necesito terminar con los preparativos de la fiesta – dijo retrocediendo para salir de la cocina – Un placer verte Shoishi-kun – dijo mirando al joven de lentes para luego mirar a Spanner – Si van a continuar esto vayan a un lugar mas privado, por eso todos tienen sus habitaciones – y de esta manera Tsuna salio de allí dejando tras de si a un muy avergonzado Irie Shoichi.

El castaño decidió dirigirse entonces al salón principal, donde todo debiera estar relativamente listo, o por lo menos eso es lo que esperaba él.


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Rokudo Mukuro y Dokuro Chrome entraron en la mansión cargando unas bolsas y paquetes en sus manos, en ambos se podía apreciar el cansancio, pero la chica a pesar de ello sonreía de oreja a oreja, el ilusionista solo soltó un largo suspiro al ver la felicidad en el rostro de su aprendiz.

-       Deberíamos dejar todo esto en el salón. – soltó ella señalando el pasillo por donde se encontraba el salón principal.

-       Me parece una excelente idea Chrome. – iban a encaminarse a dicho pasillo.

-       Oh, llegaron – escucharon una voz salir de uno de los pasillos – Rokudo, el Décimo te estaba buscando. – dijo Gokudera acercándose a los dos ilusionistas con unos papeles en las manos.

-       En seguida – tras decir eso dejó las cajas a los pies de la escalera y subió rumbo a la oficina de Tsuna, dejando a la chica con el consigliere.

Chrome soltó un largo suspiro cruzándose de brazos para luego mirar a Gokudera, el cual hizo lo mismo mientras enarcaba una ceja.

-       ¿Me ayudas con esto? – inquirió ella mientras se amarraba su largo cabello en una coleta alta para que así no le molestara, a lo que el peligris sonrió de medio lado.

-       Por supuesto – Le respondió.


Si algo había cambiado en estos cuatro años, era la forma en la que todos trataban a Chrome, si bien con Rokudo siempre eran precavidos, la chica se había ganado la confianza de todos a través de su calida personalidad y carácter firme, el cual había sido moldeado con el tiempo de haber vivido solo con Ken, Chikusa y Mukuro.

De esta manera ambos se encaminaron hacia el salón principal cargando todas las cosas que la ilusionista había comprado.

-       ¿Qué es todo esto? – preguntó finalmente Gokudera dejando algunas de las cosas sobre una mesa cercana.

-       Algunos regalos para Lambo-kun – le respondió Chrome con una sonrisa mientras comenzaba a sacar los dichos regalos y los dejaba sobre una mesa.

-       ¿Regalos? – inquirió el de cabello gris – Pero si el mocoso no esta de cumpleaños.

-       No lo esta, pero esta es su fiesta de bienvenida, deben haber regalos – le explico ella con voz suave, como si fuese la cosa mas obvia del mundo – Y por favor Gokudera-kun, Lambo-kun ya no es un mocoso.

-       Para mi lo es, después de todo solo tiene 17 años – dijo Gokudera ayudando a Chrome a sacar los regalos de sus respectivas bolsas.

-       Solo 17 años – soltó ella en un susurro para si misma. Cuanto significado tenían esas tres palabras para ella y todo lo que sabia con respecto al menor de todos los guardianes Vongola.

Sin mas demora, los dos guardianes terminaron de hacer aquello para luego cada uno quedarse en el salón organizando pequeños detalles, ante esto Chrome no pudo evitar sonreír pues por mas que Gokudera se hiciera el loco con respecto al regreso de Lambo, igualmente extrañaba al guardián del trueno, e igual a todos estaba preocupado que todo esto saliera a la perfección.

Y ahora que se detenía a pensarlo ¿Dónde estaba Mukuro-sama y el jefe? El mayor había ido a la oficina de Tsuna hace ya un buen rato, al pensar en ello Chrome no pudo evitar sonreír para si misma, lo mejor seria no molestarles aun, lo mas probable es que estuviesen ocupados.

-       ¿Sucede algo Chrome? Te quedaste callada – comentó Gokudera, ya acostumbrado a las ligeras conversaciones con la ilusionista.

-       Lo siento, me perdí dentro de mi cabeza – se disculpo ella - ¿Decías algo?

-       Si, ¿Hace falta alguna otra cosa¿

-       Ahora que lo pienso…creo que faltan unos arreglos de flores sobre las mesas.

-       Cierto, las flores.


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Cuando solo quedaban 30 minutos para la llegada del mas joven de los guardianes Vongola, el jefe de dicha familia brillaba por su ausencia en el salón en donde se llevaban acabo todos los preparativos.

Sawada Tsunayoshi, Décimo jefe de la afamada familia Vongola se encontraba recostado sobre su escritorio, con cada una de sus piernas a los costados de la cintura de Rokudo Mukuro, uno de sus guardianes de la niebla, todas las cosas que habían estado sobre el escritorio yacían en el suelo, el castaño solo vestía su camisa, todas las demás prendas habían sido olvidadas a un lado del escritorio. Mukuro por su parte llevaba el cabello suelto y desordenado, su camisa negra estaba completamente abierta, y en el espacio entre su cuello y hombro tenia una mordida que resplandecía en rojo con un poco de sangre.

-       No creí que serias capaz de morderme – dijo el mayor entre embestidas, sujetando una de las piernas del menor para así embestir mas profundamente.

-       Mmh…no creí que tardaras tanto en acompañar a Chrome – le respondió el castaño entre leves gemidos y suspiros quedos.

-       Kufufufu ¿Estábamos impacientes? ¿No es así Tsunayoshi-kun? – susurró el ilusionista agachándose para devorar aquellos labios de los cuales era adicto.

Tsuna rodeó con sus brazos el cuello de Mukuro, tirando un poco de su cabello mientras sus lenguas luchaban en su boca, mientras las embestidas aumentaban en velocidad y fuerza.

-       ¡Ah! – fue lo único que alcanzó a exclamar el menor antes de que todo su cerebro se nublara por la intensidad de su orgasmo, segundos después pudo sentir como el mayor le llenaba al llegar al clímax.

-       Un poco intenso – susurró Mukuro sujetándose apenas por sus brazos para mirar al castaño, el cual tenía los ojos cerrados, disfrutando del escalofrío que quedaba después del orgasmo.

Un llamado en la puerta les sacó a los dos de su estado de ensoñación post-sexo.

-       Mukuro-sama, Boss ¿Están presentables?  -era Chrome, Tsuna sonrió de medio lado ante la pregunta de la ilusionista.

-       Por supuesto – respondió Mukuro con una sonrisa malévola en los labios.

-       ¡Mukuro! – Tsuna empujó al mayor fuera de su interior, había alcanzado a bajar del escritorio cuando la puerta de la oficina se abrió, revelando a la ilusionista.

-       ¿Se supone que esto es presentable? – inquirió la chica enarcando una ceja y cerrando la puerta a su espalda – Que bueno que le dije a Gokudera-kun que yo vendría en su lugar – susurró mas para si que para todos.

-       Muchas gracias por eso Chrome-san – le dijo Tsuna manteniéndose de pie detrás del escritorio, mientras Mukuro se acomodaba su ropa.

-       Hubiese sido divertido si hubiese venido el consigliere – soltó el mayor seguido de su característica risa, a lo que Chrome le miró.

-       No, no lo hubiese sido – le espetó el castaño cruzándose de brazos.

-       Lambo-kun debe estar por llegar – dijo Chrome interrumpiendo la batalla de miradas que parecían estar teniendo los otros dos – Recomiendo que se arreglen – después de ello abrió la puerta para salir – Y abran las ventanas, este lugar quedo pasado a sexo.

Tsuna se sonrojo furiosamente ante las palabras de la chica, mientras que Mukuro simplemente rió ante toda la situación.

-       Estaremos en el salón de inmediato – le respondió Mukuro.

Y tras ello la chica salió de la oficina. El ilusionista miró s Tsuna y este solo soltó un largo suspiro, ¿¡Es que acaso no podían calmarse!? Cada vez que estaban solos en un lugar el deseo de tocarse, de sentirse cerca era insoportable.

-       A veces creo que me has hechizado – soltó Tsuna acercándose a la puerta del baño que había en su oficina.

-       Yo bien podría decir lo mismo – le respondió Mukuro recogiendo la ropa y dejándola en el respaldo de uno de los sofás que allí habían.

-       Mejor aun, así ninguno de los dos escapará del otro – dijo el castaño abriendo la puerta.

-       Aunque quisieras que me fuera, jamás lo haré – le dijo el mayor deteniéndole.

-       Lo se, porque ahora eres mío…- una peculiar sonrisa se dibujo en los labios del castaño.

-       De igual manera que tú me perteneces.

-       Así es

-       Mio signore, el mio cielo – susurró el mayor abrazando al menor por la espalda, el cual solto una suave risita.

-       Sei la mia rovina, il mio Desiderio, la mia nebbia che copre il cielo – le respondió antes de que los dos se adentraran en el cuarto de baño sin soltarte.

El deseo que tenían el uno por el otro era imparable, el amor que sentían insaciable.


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Gokudera estaba de pie en el vestíbulo de la mansión, a la espera de que llegara Lambo y la comitiva Cavallone, estaba algo nervioso de todo esto, no que realmente se lo fuese a decir a alguien, pero era evidente en su lenguaje corporal y en el hecho de que estaba jugando con el anillo plateado que llevaba en su mano izquierda, una simple banda plateada con un nombre grabado en su interior.

-       ¿Aun no llegan? – escuchó una voz a su espalda, el peligris no se volteó,  no había necesidad de hacerlo, sabia perfectamente a quien pertenecía la voz en cuestión.

-       No, Décimo. Pero deben estar por llegar

-       Perfecto

-       Hayato, vamos cambia esa cara, no queremos que Lambo te vea así – le dijo Yamamoto apareciendo casi como de la nada, con su típica sonrisa despreocupada en el rostro.

-       No molestes – le respondió el peligris entre dientes.

Las puertas se abrieron y por ellas entraron un sequito de hombres de negro, seguidos de cerca por Dino, Décimo jefe de la familia Cavallone, a su lado Hibari Kyoya, guardián Vongola de la nube, y detrás de ellos un joven que Tsuna reconoció de inmediato como su joven guardián del trueno.

Lambo Bovino llevaba el cabello algo mas largo y con unas pocas trencitas descansando sobre uno de sus hombros, sus ojos verdes brillaban con alegría. Vestía unos simples jeans algo desgastados, boas, una polera negra con una chaqueta algo larga color café, muy parecida a la que Tsuna había visto en la versión de 25 años hace ya tanto tiempo atrás.

-       ¡¡Tsuna!! – exclamó alegre, acercándose al mencionado castaño con una amplia sonrisa en el rostro, ante esto el joven jefe Vongola no pudo evitar sonreír de igual manera.

-       ¡Lambo! – el joven de ahora 17 años le abrazó efusivamente mientras reía con aquella risa exquisita que ahora sonaba tan varonil, risa que pareció llenar todo el vestíbulo e impregnar a todos con su calida energía.

-       ¡Te extrañe muchísimo! – exclamaba el adolescente sin soltar al mayor.

-       ¡Che! Si estuvo hace solo 6 meses atrás – soltó Gokudera mas para si que para todos los presentes.

-       Hayato, no seas malo – escuchó que le decía Yamamoto.

-       Es bueno ver que todos parecen estar bien – dijo Dino, el cual había pasado por completo desapercibido a causa del eufórico desplante del menor.

-       ¡Lo siento Dino-san! – se disculpó Tsuna soltándose de Lambo – Vamos – indicó a todos que le siguieran, en especial Lambo.

-       ¿Vamos? – inquirió el adolescente.

-       Una fiesta te espera – le respondió Yamamoto pasando un brazo por los hombros de Lambo, notando con este gesto que el menor era poco menos de una cabeza mas bajo – Haz crecido, pronto me pasarás en estatura – dijo el espadachín con una risa suave. Yamamoto era el mas alto entre los guardianes, seguido muy de cerca por Mukuro. El único que era más alto que ambos, era el arcobaleno.

-       ¿Tú crees? – inquirió el adolescente

-       Por supuesto.


Sin mas preámbulos todos se encaminaron al salón, después de que Dino enviará a casi todos sus hombres de regreso, quedándose de esta manera solo unos pocos y Romario, después de todo quizás pasara la noche en la mansión Vongola.

El salón había sido preciosamente adornado, gracias a Chrome, la que se había encargado del mas mínimo detalle, mesas de comida y otras cosas, aunque por lejos una mesa fue la que se llevó toda la atención de Lambo al momento de entrar en el hermoso salón.

-       ¿Regalos? – preguntó mirando a Tsuna, el cual le sonrió ampliamente.

-       Por supuesto. Regalos de bienvenida – le respondió una voz femenina que pareció sonar de cualquier parte, la que Lambo reconoció de inmediato

-       ¡Chrome-san! – exclamó Lambo al momento que la chica hizo acto de presencia de la nada.

-       ¡Bienvenido Lambo-kun! – al momento que el menor le abrazó, ella notó de inmediato el cambio. Lambo era ahora mas alto que ella, y su cuerpo parecía expeler energía, muy semejante a la estática. Ella sonrió. Estos cuatro años le había hecho mucho bien, se notaba.

-       ¡Oh! ¡Muchas gracias por todo! – dijo pasando la mirada por los presente. Lambo estaba muy agradecido de todos ellos, de Chrome y Tsuna por haberle enviado a la mansión Cavallone, sino que también del mismo Dino por haberle enseñado tantas cosas durante este tiempo, incluso Hibari, a quien ahora podía ver con mas respeto que miedo, el guardián de la nube a su manera le había entrenado, gracias a ello ahora podía decir con cierto orgullo que había logrado mantener entretenido a Hibari por lo menos por una hora, tarea que no había sido fácil de lograr.

-       Entonces ¡Que comience la fiesta! – exclamó Tsuna.

-       ¡Regalos! – no pudo evitar exclamar Lambo provocando la risa de varios. Podría haber crecido y madurado bastante, pero muy en el fondo su actitud como su marca registrada seguía siendo la misma.


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La fiesta ya llevaba unas cuantas horas de haber comenzado, Dino en algún momento entre ir y buscar cosas de comer había desaparecido, siendo arrastrado fuera del salón por un Hibari que peculiarmente parecía haber ingerido algo de alcohol.

-       ¿Quién le dio alcohol a Hibari-san? – inquirió Tsuna pasando la mirada por quienes se habían volteado al escucharle hablar.

-       ¿Cómo saberlo? – soltó Mukuro con una risita, intercambiando una mirada con Chrome, la que rió también. Tsuna solo se llevó una mano a la frente.

-       Ustedes dos son un peligro para la humanidad – soltó el castaño – Quien sabe que cosas le hará Hibari-san al pobre de Dino-san

-       Kufufufufu…puedo imaginarme unas cuantas…

-       Que involucran esposas…y un látigo – le completó la ilusionista con una sonrisa traviesa en los labios.

-       Oh querida Chrome-chan hemos pensado exactamente lo mismo

-       Dios – suspiró el jefe Vongola – Son unos pervertidos.

-       Lo sabemos – respondieron los dos ilusionistas al unísono.

Mientras Tsuna intercambiaba palabras con sus guardianes de la niebla, Lambo deambulaba por el salón mirando maravillado todo a su alrededor, deteniéndose cerca de uno de los enormes ventanales. Se sentía tan bien estar de regreso en la mansión Vongola. En su hogar.

De repente, sintió que alguien se puso de pie junto a él, pero no desvió la vista para saber de quien se trataba, la presencia no le molestaba.

-       Esto a sido divertido – soltó Lambo mas para si que para los dos.

-       Eso parece – al escuchar aquella respuesta los ojos verdes de Lambo se abrieron en sorpresa, había reconocido esa voz.

-       Reborn – soltó volteándose y levantando la mirada, el arcobaleno era solo una cabeza más alto que él. El verlo allí, frente a el, en toda su gloria, el menor no pudo evitar sentir algo calido en su interior, al igual que un leve sonrojo en su juvenil rostro. – Hola – saludó con suavidad desviando la mirada para mirar por la ventana nuevamente.

El mayor pudo sentir un cambio en el aire a su alrededor, o mas bien alrededor del adolescente junto a el. El joven guardián parecía expeler energía estática, la que le acariciaba con suavidad, la que le hizo sonreír ampliamente de medio lado, después de todo, era más que obvio que él era el causante de aquella reacción en el menor. Lambo estaba nervioso, eso se notaba, todo su lenguaje corporal y la energía a su alrededor lo gritaban.

Reborn aprovecho este silencio para poder admirar al menor con detalle. El cuerpo de Lambo no era mas el de un niño pequeño, delgado y frágil, ahora era alto y esbelto, con un cuerpo bien definido por entrenamientos físicos, pero aun así algo pequeño, aunque nunca tan pequeño como había sido Tsuna, el cual a pesar de todos los años seguía siendo el mas bajo dentro de la familia, eso y sin contar a Chrome.

El arcobaleno sonrió y bebió del baso que había traído consigo, disfrutaría de esto, de saber lo que provocaba en el menor, el sonrojo, el nerviosismo, la exquisita energía que acariciaba su piel, todo esto le hacia desear simplemente arrojarse al pequeño guardián sobre el hombro para así follarle como si no hubiese un mañana, pero no podía hacer eso aun…debía demostrar que tenia algo de fuerza de voluntad…Pero era tan difícil con semejante joven cerca de el.

-       ¿Y como has estado? – preguntó el menor con voz suave, intentando inicias una conversación, una que el arcobaleno no parecía tener intención alguna de continuar.

-       Como siempre – le respondió el mayor con una seductora sonrisa en los labios, Lambo le miró un segundo antes de desviar la mirada nuevamente - ¿Y tu? – cuando preguntó eso llevó una de sus manos al rostro del menor y sujetando su mentón le hizo mirarle.

-       Yo…yo…- Lambo no sabia por donde empezar, y aunque supiera, su voz parecía querer negarse a salir, su cerebro comenzaba a nublarse por la cercanía del otro, la energía a su alrededor pareció hacer aun mas densa.

-       Tan elocuente como siempre – soltó el arcobaleno, a lo que Lambo recupero algo de su autocontrol y se alejó un paso del mayor.

-       ¡Me pones nervioso! – le reprochó sin pensar mucho en las palabras que acababa de soltar, sino que hasta que vio como Reborn enarcaba una ceja y daba un paso adelante, acercándose, que notó lo que había dicho.

-       Me gusta hacerlo… - le respondió con voz ronca, una de sus manos deslizándose hasta descansar en la cintura del menor, mientras que la otra acariciaba una de las pequeñas trenzas en el cabello de Lambo, el cual se había sonrojado y soltado un suspiro ante la cercanía del mayor.

-       Eres un bastardo – le susurro el joven guardián, el cual casi pudo respirar la suave risa del arcobaleno.

-       Quizás lo sea, pero no solo eso – se detuvo – He sido un hombre paciente – le dijo – pero mi paciencia ha llegado a su limite…así que prepárate – y tras decir eso besó a Lambo de lleno en los labios. Lo que ambos sintieron cuando sus labios se encontraron solo puede compararse con una descarga eléctrica, aunque conociendo al menor bien podría haberse tratado de una.

Reborn rodeó con sus brazos la cintura del menor mientras que las manos de Lambo quedaron atrapadas entre ambos cuerpos, aferradas a la solapa de la chaqueta del mayor como si su vida dependiera de ello, sin separarse o si quiera respirar una de las piernas del arcobaleno se abrió paso descaradamente entre las del guardián, lo que provocó que este se estremeciera en los brazos del mayor. El beso era fogoso y desordenado, ambos querían demasiado del otro, deseaban poder tenerlo todo solo con ese beso.

Al momento de separarse, ambos tenían las respiraciones aceleradas y los ojos nublados por el deseo, Reborn no se alejó mucho, muy por el contrario mantuvo su boca cerca de la del menor disfrutando de sentir aquella respiración agitaba acariciando sus propios labios, acariciando con su lengua el labio inferior de Lambo, sintiendo como este parecía no dejar de estremecerse, sobrecogido por tanto deseo.

-       De esta, no te escapas – soltó Reborn con voz grave por la lujuria, acariciando con una de sus manos la piel expuesta entre el cuello y el hombro del menor.

-       No pienso hacerlo – le respondió Lambo con firmeza.

Sin pensarlo dos veces, el adolescente tomó la mano del arcobaleno y salió del salón sin mirar atrás, sin preocuparse por los invitados, por la fiesta, por Tsuna y los demás, ahora su cabeza solo quería, necesitaba una cosa y solo una.

Reborn.

El menor le guió por los pasillos sin detenerse, sin mirar atrás, simplemente sujetando su mano y llevándole a su destino. El arcobaleno solo pudo dibujar una sonrisa cuando se detuvieron al fin. Estaban frente a la puerta de la habitación de Lambo.

-       No voy a escapar -  dijo el menor abriendo la puerta y haciéndose a un lado para que así el otro asesino entrara a su habitación.

Una vez que la puerta se cerro a su espalda fue como si todo el autocontrol del arcobaleno se hubiese quedado fuera de la recamara, en el pasillo, porque al hallarse al fin solo con el joven guardián se le acerco a este y lo atrapó entre la pared y su propio cuerpo, haciéndole chocar con fuerza.

-       Auch – fue todo lo que alcanzó a decir Lambo antes de verse atrapado en un nuevo beso, tan o mas caliente que el que habían compartido solo minutos atrás en el salón. Reborn quería devorarle, y no solo con sus labios, sus manos acariciaban todo a su paso con descarada desfachatez, casi como si la ropa no estuviese presente, si esto seguía así Lambo seria capaz de llegar al clímax solo de las manos del arcobaleno en su cuerpo.

Lambo no sabia que hacer, sus manos se habían quedado petrificadas mientras que las de Reborn ya se habrían paso por la camisa del menor acariciando la suave piel de la espalda de este, sintiendo como esta se erizaba bajo su toque.

Era demasiado el calor, el deseo, la mente del menor estaba completamente nublada, solo pensando en las manos en su cuerpo, en los labios que de seguro dejaban marcas en su cuerpo, se la firmeza del agarre de Reborn en su cintura y espalda.

Reborn sonrió de medio lado apegado al cuello de Lambo, aprovechándose de que el guardián era mas bajo que el mismo le sujeto con firmeza y le levantó hasta hacerse apoyarse en la pared, dejando que las piernas del adolescente envolvieran su cintura, haciendo que sus miembros se rozaran en una cadencia desesperante.

-       Mmm~ - soltó el adolescente acomodándose mejor, moviendo sus caderas descaradamente. Reborn besó su cuello, dejando marcas rojizas por toda esa exquisita piel, dejando en evidencia que el adolescente en sus brazos solo le pertenecía a él…solo él podía tocarle como lo estaba haciendo, solo él podía ver ese rostro de brillantes ojos verdes contorsionado por el deseo y el placer, solo él tenia ese privilegio.

Sin previo aviso Reborn se separó de la pared y dejó que Lambo nuevamente apoyara sus pies en el suelo, sujetándolo firmemente, sabiendo que las piernas del menor no le sostendrían del todo, no en estas circunstancias.

-       Ya no puedo esperar mas – le dijo el mayor con la voz rasposa, sujetando a Lambo y volteándolo, haciendo que el rostro del menor quedara apoyado en la pared en donde segundos antes había estado apoyada su espalda. El joven guardián se sonrojó furiosamente ante las implicancias de esto. Podía sentir como el arcobaleno se deshacía de sus pantalones con maestría. En un abrir y cerrar de ojos se encontraba solo en polera aferrado a la pared, mientras una mano de Reborn trabajaba en su miembro y dos dedos se ocupaban de su entrada.

-       ¡¡Dios!! ¡¡Reborn!! – exclamó el adolescente sintiendo como los dedos del arcobaleno acariciaban con insistencia aquel dulce punto en su interior, podía sentir como sus piernas temblaban, como la pared era el solo sustento que tenia para no caer al suelo.

-       Si~ -  Reborn aun seguía en su gran mayoría vestido, pero su estado de excitación no podía ser negado, sus  ojos dorados casi no se veían al estar cubiertos por el color negro de sus pupilas dilatadas de placer.

-       Mmm~ - Lambo sintió como los dedos eran reemplazados por algo mas grande y caliente, abriéndose paso en su interior. Reborn soltó un sonido gutural en el momento que se adentro de una sola vez en el menor, disfrutando de la calidez de esas paredes, envolviéndole.


Sin esperar a que Lambo dijera algo mas que los leves gemidos y suspiros que escapaban de sus labios, el arcobaleno comenzó a embestir con fuerza, golpeando aquel dulce punto en el interior de Lambo, provocando que este arqueara la espalda y se estremeciera con fuerza. Reborn sabía que todo esto no duraría mucho, la inexperiencia de parte del guardián haría que llegara al orgasmo demasiado rápido. El arcobaleno dibujo una sonrisa, eso solo significaba que no solo haría al menor perder su virginidad, si no que le haría conocer lo que era tener mas de 4 orgasmos en una sola noche, después de todo, la noche aun era joven, y Lambo también.

-       ¡¡Ahh!! – y así era como Lambo llegaba al clímax, casi llevando al arcobaleno con el, pero teniendo la experiencia que tenia en relación al sexo aquello no sucedió. Reborn disfrutaría del premio tras su espera con calculada lujuria.

Oh si, disfrutaría.


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-       Buenos días – saludó Yamamoto entrando a la cocina, el lugar estaba repleto de gente, estaban casi todos los guardianes presentes, incluyendo a Dino y a Romario.

-       Buenos días -  se escucharon las respuestas. El espadachín enarcó una ceja al ver al jefe Cavallone, el cual portaba unas pocas vendas en una mano y en el cuello, eso y sin contar los leves rasguños en el cuello y muñecas.

-       ¿Qué le paso a Dino? – inquirió el moreno sentándose junto a su pareja, quien bebía café intentando ignorar a todo el mundo.

-       No quieres saberlo – le respondió Gokudera sin levantar la vista

-       ¿En serio?

-       De verdad no quieres Takeshi.

-       Buenos días para ti también Hayato – dijo depositando un casto beso en los labios del peligris. En ese momento la puerta de la cocina se abrió y por esta entro Lambo, Yamamoto no pudo evitar notar las marcas rojizas en el cuello del menor, Gokudera también se volteo para ver quien había entrado - ¿Esas no parecen….

-       No quiero saberlo – soltó el consiguiere volviendo a su café. Yamamoto rió y prefirió no decir nada, mas aun ante el hecho de que detrás de Lambo hizo acto de presencia el arcobaleno. Reborn lucía en el rostro una peculiar sonrisa de soberbia y satisfacción.

-       ¿Cómo dormiste? – preguntó Tsuna a su guardián mas pequeño, lo que resulto en un fuerte sonrojo de parte de este, el castaño enarcó una ceja.

-       No creo que haya dormido mucho Boss – le respondió Chrome con una sonrisa de medio lado, guiñándole un ojo a Lambo, el cual se sonrojo aun mas.

Por lo menos ahora, Tsuna esperaba que las cosas en la familia estuviesen más calmadas.

-       ¡Ey! ¡Deja de acosar al décimo! – escuchó que exclamaba Gokudera a Mukuro, el cual había depositado una de sus manos en la pierna de del castaño.

Bueno, tan tranquilas dentro de lo que se podía considerar tranquilo dentro de la peculiar familia Vongola. Tsuna soltó un largo suspiro.

-       Dejen de armar alboroto – soltó Hibari – O los morderé a todos hasta la muerta.

-       Creo que Cavallone ya fue lo suficientemente mordido – soltó Mukuro provocando un leven sonrojo en el mayor.

-       Herbívoro….preparate para ser mordido – dijo Hibari poniéndose de pie y haciendo aparecer sus tonfas de la nada.

-       Nocálmense – intentó intervenir Tsuna, pero quizás ya era demasiado tarde.

Así que simplemente soltó un suspiro y prefirió ignorarles.

Finite.

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