"Si algo había cambiado en estos cuatro años, era la forma en la que todos trataban a Chrome, si bien con Rokudo siempre eran precavidos, la chica se había ganado la confianza de todos a través de su calida personalidad y carácter firme, el cual había sido moldeado con el tiempo de haber vivido solo con Ken, Chikusa y Mukuro."
Ororo.
“Insatiable”
Capitulo
14: Epilogo. Marca.
-
Dije que no quería nada
exagerado, en serio. – Decía
Tsuna mientras debatía por teléfono con alguien – Una simple fiesta, solo los cercanos – el castaño soltó un suspiro
con quien sea que hablaba era inútil, había perdido. – A veces creo que no puedo pelear contigo… - Tsuna sonrió al
escuchar la suave risa del otro lado de la línea.
La puerta de su oficina se abrió y por
esta hizo acto su mano derecha, Gokudera
Hayato, guardián del trueno, cargando
unas cajas, en su semblante se podía ver un poco de enojo.
-
Déjalas por allí – señaló el jefe sin soltar
el teléfono - Esta bien, esta bien – terminó diciendo
antes de cortar, clavando sus ojos en su consigliere - ¿Y?
-
Todo esta listo – le respondió el peligris
– Regalos, adornos y comida – enumeró
con cierto cansancio en la voz.
-
Perfecto – Tsuna se colocó de pie y
se asomó por la ventana – No puedo creer
que cuatro años hayan pasado tan rápido – soltó como quien no quiere la
cosa.
-
Ni yo…- le respondió su
guardián - No puedo creer que el mocoso regrese.
-
No seas malo Gokudera-kun
– soltó
con una risita. Por lo que había escuchado de Dino, Lambo había progresado con
creces, incluso había llegado al punto de poder mantener un combate con Hibari
por unos 20 minutos, así que Tsuna no podía estar mas orgulloso de su guardián
mas joven.
-
¿Entonces?
-
Deja todo listo para la
fiesta, Lambo estará llegando dentro de dos horas – le informó el castaño, a
lo que Gokudera asintió.
-
Por supuesto – su consigliere estaba
llegando a la puerta de la oficina cuando el castaño le detuvo.
-
Gokudera-kun.
-
¿Si Décimo?
-
¿Dónde esta Mukuro?
-
Creo que salió con
Chrome.
-
¿Con Chrome? Porque eso
no me extraña. Sabes a que fue.
-
Creo que le acompañó a
comprar unas cosas – le
dijo.
-
Ah.
-
¿Eso es todo?
-
Si, gracias Gokudera-kun.
-
De nada Décimo – y tras eso el peligris
salió de la oficina a cumplir con lo encomendado.
En cuatro años no solo Lambo había
cambiado, Tsuna y todos a su alrededor también lo habían hecho. El décimo jefe
de la familia Vongola después de aquella peculiar noche que quedaría en la
memoria de todos, había cambiado mucho. Mukuro ahora era parte de la familia
por el simple hecho de que esa era la única manera en la que podía estar cerca
de Tsuna, no que pudiera escapar ahora, no con un tatuaje del escudo Vongola en
su pecho, ni mucho menos que quisiera escapar, por alguna razón prefería esta
vida. Solo Tsuna sabia la verdadera razón de la estadía del ilusionista, él y
quizás Chrome.
Mukuro no podía vivir sin Tsuna, y
este ultimo sin Mukuro, se necesitaban mutuamente, como una droga al que eran
adictos, se complementaban y afirmaban, quizás ellos aun no se lo dijeran en
voz alta, pero ellos dos se amaban demasiado como para siquiera describirlo con
palabras.
Un amor
obsesivo y peligroso.
Hoy en la mansión Vongola se celebraba
el regreso del menor de los guardianes del Décimo jefe, unos más entusiasmados
que otros, unos con intenciones mas claras que otros.
Tsuna no pudo evitar sonreír al pensar
en Reborn y en como todo esto le había afectado, aunque insistiera de lo
contrario.
Durante la ausencia de Lambo había
sido evidente para el castaño el cambio en su tutor. Solo un poco más altanero,
solo un poco más antisocial, antipático y sádico, lo cual por supuesto no había
sido bueno para todos, y el joven jefe lo sabia, sabia que esa había sido la
forma de demostrar que extrañaba al menor después de todo.
EL castaño miró el cielo celeste y
sonrió más ampliamente. Era realmente interesante como las cosas habían
cambiado, como el tiempo había transcurrido.
Soltando un suspiro recordó la
conversación que había tenido con Chrome la mañana anterior respecto a Lambo…
-0-0-0-0-0-0-0-0-Flash Back-0-0-0-0-0-0-0-0-
-
Entonces, al fin regresa
Lambo-kun – soltó
Chrome como quien no quiere la cosa, la chica ahora tenia el cabello casi tan
largo como el mismo Mukuro, lo cual acentuaba el hecho de que parecían
hermanos.
-
Así es – le respondió Tsuna, ambos
se encontraban en la cocina tomando desayuno. El silencio les envolvió por
algunos minutos antes de que la chica lo interrumpiera con voz suave.
-
No puedo creer que hayan
pasado cuatro años ya –
susurró mientras clavaba su mirada en el café que tenia sujetó entre sus manos,
el castaño a su lado sonrió con algo peculiar en el rostro, una emoción que la
chica no pudo terminar de analizar.
-
Yo tampoco puedo creerlo…- le dijo Tsuna con una
suave sonrisa en sus labios - ¿Qué crees
que suceda? – Preguntó de repente. La chica enarcó una ceja, ¿A que se
refería con esa pregunta? ¿Con respecto a que? ¿A Lambo? ¿A Reborn? Ella le
miró, lo más probable es que se refiriera a este último.
-
¿Se refiere a Reborn-san? – inquirió ella con cuidado.
-
Si...desde que Lambo se
fue, la forma en la que a estado actuando a sido… - se detuvo, como buscando
la palabra adecuada, miró a Chrome y luego a su café - …un poco diferente. – la chica rió ante esto. Oh si, lo había
notado.
-
Si, lo he notado… o sea,
creo que todos lo han notado – dijo ella con un tono de voz que bien indicaba “¡Es
imposible no notarlo!” – Aunque creo que
no todos saben muy bien porque. – Tsuna soltó un largo suspiro.
-
Reborn siempre ha sido
algo complicado. – soltó
el a lo que la ilusionista enarco una ceja inquisidora.
-
Yo creo que complicado es
decir poco.
-
No critiques. – le regañó el castaño – Si tenemos que hablar de personas
complicadas, todos entramos en esa categoría. ¿O no?
-
Esta bien, esta bien – ella se cruzó de brazos
sobre la lisa superficie de la mesa - Yo
creo que lo que suceda ahora dependerá de Lambo-kun, como él regrese, cuanto ha
cambiado – comentó la ilusionista, a lo que Tsuna asintió.
-
En ese sentido te
entiendo, dependerá de cómo reaccione Lambo una vez que este de regreso.
-
Exacto. – ella bebió un sorbo de su
café – Aunque igual, no deberíamos
confiarnos mucho…de Reborn-san podríamos esperarnos cualquier cosa.
-
¿Tú crees? ¿Tu lo vez
capaz de… - se
detuvo, prefirió no decir la frase completa, sabiendo que la chica le había
entendido.
-
No lo se, realmente no lo
se.
-
Lambo aun es un niño.
-
No, ya no lo es – le dijo ella con firmeza
– 17 años ya no lo hacen un niño, esta a
solo un año de la mayoría de edad.
-
Quizás debí dejar que se
quedará un año más.
-
Un año más quizás no haga
diferencia alguna.
-
Quizás….
De repente la puerta de la cocina se
abrió y por ella entró Mukuro, el cual se acercó a Chrome y deposito un beso en
la mejilla de la chica, para luego dirigirse a Tsuna y depositar un beso en los
labios de este, gesto que solo llevaba acabo cuando estaban solos, o con
Chrome.
-
Buenos días Mukuro-sama –
saludó
Chrome mientras servia una tasa de café para el ilusionista mayor.
-
Buenos días – respondió el mayor
recibiendo la rasa y sentándose junto al castaño - ¿Y que hacen por aquí tan temprano? – preguntó sin mucho intereses,
a lo que los otros dos no pudieron evitar reír.
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Tsuna salió9 de su oficina rumbo a la
cocina para ver como iban las los preparativos, mientras caminaba por el
pasillo daba ordenes a diestra y siniestra a los sirvientes que se encontraban
en su camino. Se detuvo frente a la
puerta de la cocina y la abrió.
El castaño pestañeó varias veces ante
lo que estaba viendo ¿Cuál era la manía de venir a hacer esta clase de cosas a
la cocina? ¡¡Para eso todos tenían sus propias habitaciones!!
-
Ejem – Tsuna carraspeó un poco.
Allí apoyados en uno de los mesones estaban Spanner y un joven alto de cabello
castaño medio rojizo ¿Castaño rojizo? ¿Con quien demonios se estaba besando su
joven ingeniero? - ¿Spanner?
El rubio a pesar de tener 20 años y
ser menor que el jefe Vongola, era tan alto como este, y con quien sea que se
estaba besando era tan alto como él.
Las manos del rubio envolvían la
cintura del otro, mientras que este tenía sus manos en el hombro y rostro de
Spanner, dándole la espalda al recién llegado Vongola.
-
¡¡Spanner!! – exclamó Tsuna logrando al
fin la atención de los dos involucrados - ¡Aun
hay cosas por hacer y tu aquí besuqueándote…- el castaño se detuvo al
reconocer con quien había estado besándose el rubio, abriendo sus ojos en
sorpresa - ¿Shoishi-kun?
-
Ho…hola – saludó algo nervioso,
mientras el menor de los presentes sacaba una paleta de su bolsillo y se la
metía a la boca.
-
¿Necesita algo jefe? – inquirió Spanner.
Tsuna se llevo una mano a la frente y
suspiro ¿Por qué todos en su familia tenían que estar así de locos?
-
Necesito terminar con los
preparativos de la fiesta – dijo retrocediendo para salir de la cocina – Un placer verte Shoishi-kun – dijo
mirando al joven de lentes para luego mirar a Spanner – Si van a continuar esto vayan a un lugar mas privado, por eso todos
tienen sus habitaciones – y de esta manera Tsuna salio de allí dejando tras
de si a un muy avergonzado Irie Shoichi.
El castaño decidió dirigirse entonces
al salón principal, donde todo debiera estar relativamente listo, o por lo
menos eso es lo que esperaba él.
-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-
Rokudo Mukuro y Dokuro Chrome entraron
en la mansión cargando unas bolsas y paquetes en sus manos, en ambos se podía
apreciar el cansancio, pero la chica a pesar de ello sonreía de oreja a oreja,
el ilusionista solo soltó un largo suspiro al ver la felicidad en el rostro de
su aprendiz.
-
Deberíamos dejar todo
esto en el salón. – soltó
ella señalando el pasillo por donde se encontraba el salón principal.
-
Me parece una excelente
idea Chrome. – iban
a encaminarse a dicho pasillo.
-
Oh, llegaron – escucharon una voz salir
de uno de los pasillos – Rokudo, el
Décimo te estaba buscando. – dijo Gokudera acercándose a los dos
ilusionistas con unos papeles en las manos.
-
En seguida – tras decir eso dejó las
cajas a los pies de la escalera y subió rumbo a la oficina de Tsuna, dejando a
la chica con el consigliere.
Chrome soltó un largo suspiro
cruzándose de brazos para luego mirar a Gokudera, el cual hizo lo mismo
mientras enarcaba una ceja.
-
¿Me ayudas con esto? – inquirió ella mientras se
amarraba su largo cabello en una coleta alta para que así no le molestara, a lo
que el peligris sonrió de medio lado.
-
Por supuesto – Le respondió.
Si algo había cambiado en estos cuatro
años, era la forma en la que todos trataban a Chrome, si bien con Rokudo siempre
eran precavidos, la chica se había ganado la confianza de todos a través de su
calida personalidad y carácter firme, el cual había sido moldeado con el tiempo
de haber vivido solo con Ken, Chikusa y Mukuro.
De esta manera ambos se encaminaron
hacia el salón principal cargando todas las cosas que la ilusionista había
comprado.
-
¿Qué es todo esto? – preguntó finalmente
Gokudera dejando algunas de las cosas sobre una mesa cercana.
-
Algunos regalos para
Lambo-kun – le
respondió Chrome con una sonrisa mientras comenzaba a sacar los dichos regalos
y los dejaba sobre una mesa.
-
¿Regalos? – inquirió el de cabello
gris – Pero si el mocoso no esta de
cumpleaños.
-
No lo esta, pero esta es
su fiesta de bienvenida, deben haber regalos – le explico ella con voz suave, como si
fuese la cosa mas obvia del mundo – Y por
favor Gokudera-kun, Lambo-kun ya no es un mocoso.
-
Para mi lo es, después de
todo solo tiene 17 años – dijo Gokudera ayudando a Chrome a sacar los regalos de
sus respectivas bolsas.
-
Solo 17 años – soltó ella en un susurro
para si misma. Cuanto significado tenían esas tres palabras para ella y todo lo
que sabia con respecto al menor de todos los guardianes Vongola.
Sin mas demora, los dos guardianes
terminaron de hacer aquello para luego cada uno quedarse en el salón
organizando pequeños detalles, ante esto Chrome no pudo evitar sonreír pues por
mas que Gokudera se hiciera el loco con respecto al regreso de Lambo,
igualmente extrañaba al guardián del trueno, e igual a todos estaba preocupado
que todo esto saliera a la perfección.
Y ahora que se detenía a pensarlo
¿Dónde estaba Mukuro-sama y el jefe? El mayor había ido a la oficina de Tsuna
hace ya un buen rato, al pensar en ello Chrome no pudo evitar sonreír para si
misma, lo mejor seria no molestarles aun, lo mas probable es que estuviesen
ocupados.
-
¿Sucede algo Chrome? Te
quedaste callada – comentó
Gokudera, ya acostumbrado a las ligeras conversaciones con la ilusionista.
-
Lo siento, me perdí
dentro de mi cabeza – se
disculpo ella - ¿Decías algo?
-
Si, ¿Hace falta alguna
otra cosa¿
-
Ahora que lo pienso…creo
que faltan unos arreglos de flores sobre las mesas.
-
Cierto, las flores.
-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-
Cuando solo quedaban 30 minutos para
la llegada del mas joven de los guardianes Vongola, el jefe de dicha familia
brillaba por su ausencia en el salón en donde se llevaban acabo todos los
preparativos.
Sawada Tsunayoshi, Décimo jefe de la
afamada familia Vongola se encontraba recostado sobre su escritorio, con cada
una de sus piernas a los costados de la cintura de Rokudo Mukuro, uno de sus
guardianes de la niebla, todas las cosas que habían estado sobre el escritorio
yacían en el suelo, el castaño solo vestía su camisa, todas las demás prendas
habían sido olvidadas a un lado del escritorio. Mukuro por su parte llevaba el
cabello suelto y desordenado, su camisa negra estaba completamente abierta, y
en el espacio entre su cuello y hombro tenia una mordida que resplandecía en
rojo con un poco de sangre.
-
No creí que serias capaz
de morderme – dijo
el mayor entre embestidas, sujetando una de las piernas del menor para así
embestir mas profundamente.
-
Mmh…no creí que tardaras
tanto en acompañar a Chrome – le respondió el castaño entre leves gemidos y suspiros
quedos.
-
Kufufufu ¿Estábamos
impacientes?
¿No es así Tsunayoshi-kun? – susurró
el ilusionista agachándose para devorar aquellos labios de los cuales era
adicto.
Tsuna rodeó con sus brazos el cuello
de Mukuro, tirando un poco de su cabello mientras sus lenguas luchaban en su
boca, mientras las embestidas aumentaban en velocidad y fuerza.
-
¡Ah! – fue lo único que alcanzó
a exclamar el menor antes de que todo su cerebro se nublara por la intensidad
de su orgasmo, segundos después pudo sentir como el mayor le llenaba al llegar
al clímax.
-
Un poco intenso – susurró Mukuro
sujetándose apenas por sus brazos para mirar al castaño, el cual tenía los ojos
cerrados, disfrutando del escalofrío que quedaba después del orgasmo.
Un llamado en la puerta les sacó a los
dos de su estado de ensoñación post-sexo.
-
Mukuro-sama, Boss ¿Están
presentables? -era Chrome, Tsuna sonrió
de medio lado ante la pregunta de la ilusionista.
-
Por supuesto – respondió Mukuro con una
sonrisa malévola en los labios.
-
¡Mukuro! – Tsuna empujó al mayor
fuera de su interior, había alcanzado a bajar del escritorio cuando la puerta
de la oficina se abrió, revelando a la ilusionista.
-
¿Se supone que esto es
presentable?
– inquirió la chica enarcando una ceja y cerrando la puerta a su espalda – Que bueno que le dije a Gokudera-kun que yo
vendría en su lugar – susurró mas para si que para todos.
-
Muchas gracias por eso
Chrome-san
– le dijo Tsuna manteniéndose de pie detrás del escritorio, mientras Mukuro se
acomodaba su ropa.
-
Hubiese sido divertido si
hubiese venido el consigliere – soltó el mayor seguido de su característica risa, a lo
que Chrome le miró.
-
No, no lo hubiese sido – le espetó el castaño
cruzándose de brazos.
-
Lambo-kun debe estar por
llegar – dijo
Chrome interrumpiendo la batalla de miradas que parecían estar teniendo los
otros dos – Recomiendo que se arreglen – después
de ello abrió la puerta para salir – Y
abran las ventanas, este lugar quedo pasado a sexo.
Tsuna se sonrojo furiosamente ante las
palabras de la chica, mientras que Mukuro simplemente rió ante toda la
situación.
-
Estaremos en el salón de
inmediato – le
respondió Mukuro.
Y tras ello la chica salió de la
oficina. El ilusionista miró s Tsuna y este solo soltó un largo suspiro, ¿¡Es
que acaso no podían calmarse!? Cada vez que estaban solos en un lugar el deseo
de tocarse, de sentirse cerca era insoportable.
-
A veces creo que me has
hechizado – soltó
Tsuna acercándose a la puerta del baño que había en su oficina.
-
Yo bien podría decir lo
mismo – le
respondió Mukuro recogiendo la ropa y dejándola en el respaldo de uno de los
sofás que allí habían.
-
Mejor aun, así ninguno de
los dos escapará del otro – dijo el castaño abriendo la puerta.
-
Aunque quisieras que me
fuera, jamás lo haré –
le dijo el mayor deteniéndole.
-
Lo se, porque ahora eres
mío…-
una peculiar sonrisa se dibujo en los labios del castaño.
-
De igual manera que tú me
perteneces.
-
Así es…
-
Mio
signore, el mio cielo – susurró el mayor abrazando al menor por la espalda, el
cual solto una suave risita.
-
Sei
la mia rovina, il mio Desiderio, la mia nebbia che copre il cielo – le respondió antes de
que los dos se adentraran en el cuarto de baño sin soltarte.
El deseo que tenían el uno por el otro
era imparable, el amor que sentían insaciable.
-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-
Gokudera estaba de pie en el vestíbulo
de la mansión, a la espera de que llegara Lambo y la comitiva Cavallone, estaba
algo nervioso de todo esto, no que realmente se lo fuese a decir a alguien,
pero era evidente en su lenguaje corporal y en el hecho de que estaba jugando
con el anillo plateado que llevaba en su mano izquierda, una simple banda
plateada con un nombre grabado en su interior.
-
¿Aun no llegan? – escuchó una voz a su
espalda, el peligris no se volteó, no
había necesidad de hacerlo, sabia perfectamente a quien pertenecía la voz en cuestión.
-
No, Décimo. Pero deben
estar por llegar
-
Perfecto
-
Hayato, vamos cambia esa
cara, no queremos que Lambo te vea así – le dijo Yamamoto apareciendo casi como
de la nada, con su típica sonrisa despreocupada en el rostro.
-
No molestes – le respondió el peligris
entre dientes.
Las puertas se abrieron y por ellas
entraron un sequito de hombres de negro, seguidos de cerca por Dino, Décimo
jefe de la familia Cavallone, a su lado Hibari Kyoya, guardián Vongola de la
nube, y detrás de ellos un joven que Tsuna reconoció de inmediato como su joven
guardián del trueno.
Lambo Bovino llevaba el cabello algo
mas largo y con unas pocas trencitas descansando sobre uno de sus hombros, sus
ojos verdes brillaban con alegría. Vestía unos simples jeans algo desgastados,
boas, una polera negra con una chaqueta algo larga color café, muy parecida a
la que Tsuna había visto en la versión de 25 años hace ya tanto tiempo atrás.
-
¡¡Tsuna!! – exclamó alegre,
acercándose al mencionado castaño con una amplia sonrisa en el rostro, ante
esto el joven jefe Vongola no pudo evitar sonreír de igual manera.
-
¡Lambo! – el joven de ahora 17 años
le abrazó efusivamente mientras reía con aquella risa exquisita que ahora
sonaba tan varonil, risa que pareció llenar todo el vestíbulo e impregnar a
todos con su calida energía.
-
¡Te extrañe muchísimo! – exclamaba el adolescente
sin soltar al mayor.
-
¡Che! Si estuvo hace solo 6 meses atrás – soltó Gokudera mas para si que
para todos los presentes.
-
Hayato, no seas malo – escuchó que le decía
Yamamoto.
-
Es bueno ver que todos
parecen estar bien –
dijo Dino, el cual había pasado por completo desapercibido a causa del eufórico
desplante del menor.
-
¡Lo siento Dino-san! – se disculpó Tsuna
soltándose de Lambo – Vamos – indicó
a todos que le siguieran, en especial Lambo.
-
¿Vamos? – inquirió el
adolescente.
-
Una fiesta te espera – le respondió Yamamoto
pasando un brazo por los hombros de Lambo, notando con este gesto que el menor
era poco menos de una cabeza mas bajo – Haz
crecido, pronto me pasarás en estatura – dijo el espadachín con una risa
suave. Yamamoto era el mas alto entre los guardianes, seguido muy de cerca por
Mukuro. El único que era más alto que ambos, era el arcobaleno.
-
¿Tú crees? – inquirió el
adolescente
-
Por supuesto.
Sin mas preámbulos todos se
encaminaron al salón, después de que Dino enviará a casi todos sus hombres de
regreso, quedándose de esta manera solo unos pocos y Romario, después de todo
quizás pasara la noche en la mansión Vongola.
El salón había sido preciosamente
adornado, gracias a Chrome, la que se había encargado del mas mínimo detalle,
mesas de comida y otras cosas, aunque por lejos una mesa fue la que se llevó
toda la atención de Lambo al momento de entrar en el hermoso salón.
-
¿Regalos? – preguntó mirando a Tsuna,
el cual le sonrió ampliamente.
-
Por supuesto. Regalos de
bienvenida – le
respondió una voz femenina que pareció sonar de cualquier parte, la que Lambo
reconoció de inmediato
-
¡Chrome-san! – exclamó Lambo al momento
que la chica hizo acto de presencia de la nada.
-
¡Bienvenido Lambo-kun! – al momento que el menor
le abrazó, ella notó de inmediato el cambio. Lambo era ahora mas alto que ella,
y su cuerpo parecía expeler energía, muy semejante a la estática. Ella sonrió.
Estos cuatro años le había hecho mucho bien, se notaba.
-
¡Oh! ¡Muchas gracias por todo! – dijo pasando la mirada por los
presente. Lambo estaba muy agradecido de todos ellos, de Chrome y Tsuna por
haberle enviado a la mansión Cavallone, sino que también del mismo Dino por
haberle enseñado tantas cosas durante este tiempo, incluso Hibari, a quien
ahora podía ver con mas respeto que miedo, el guardián de la nube a su manera
le había entrenado, gracias a ello ahora podía decir con cierto orgullo que
había logrado mantener entretenido a Hibari por lo menos por una hora, tarea
que no había sido fácil de lograr.
-
Entonces ¡Que comience la
fiesta!
– exclamó Tsuna.
-
¡Regalos! – no pudo evitar
exclamar Lambo provocando la risa de varios. Podría haber crecido y madurado
bastante, pero muy en el fondo su actitud como su marca registrada seguía
siendo la misma.
-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-
La fiesta ya llevaba unas cuantas
horas de haber comenzado, Dino en algún momento entre ir y buscar cosas de
comer había desaparecido, siendo arrastrado fuera del salón por un Hibari que
peculiarmente parecía haber ingerido algo de alcohol.
-
¿Quién le dio alcohol a
Hibari-san? – inquirió
Tsuna pasando la mirada por quienes se habían volteado al escucharle hablar.
-
¿Cómo saberlo? – soltó Mukuro con una
risita, intercambiando una mirada con Chrome, la que rió también. Tsuna solo se
llevó una mano a la frente.
-
Ustedes dos son un
peligro para la humanidad – soltó el castaño – Quien
sabe que cosas le hará Hibari-san al pobre de Dino-san
-
Kufufufufu…puedo
imaginarme unas cuantas…
-
Que involucran esposas…y
un látigo – le
completó la ilusionista con una sonrisa traviesa en los labios.
-
Oh querida Chrome-chan
hemos pensado exactamente lo mismo
-
Dios – suspiró el jefe Vongola –
Son unos pervertidos.
-
Lo sabemos – respondieron los dos
ilusionistas al unísono.
Mientras Tsuna intercambiaba palabras
con sus guardianes de la niebla, Lambo deambulaba por el salón mirando
maravillado todo a su alrededor, deteniéndose cerca de uno de los enormes
ventanales. Se sentía tan bien estar de regreso en la mansión Vongola. En su
hogar.
De repente, sintió que alguien se puso
de pie junto a él, pero no desvió la vista para saber de quien se trataba, la
presencia no le molestaba.
-
Esto a sido divertido – soltó Lambo mas para si
que para los dos.
-
Eso parece – al escuchar aquella
respuesta los ojos verdes de Lambo se abrieron en sorpresa, había reconocido
esa voz.
-
Reborn – soltó volteándose y
levantando la mirada, el arcobaleno era solo una cabeza más alto que él. El
verlo allí, frente a el, en toda su gloria, el menor no pudo evitar sentir algo
calido en su interior, al igual que un leve sonrojo en su juvenil rostro. – Hola – saludó con suavidad desviando la
mirada para mirar por la ventana nuevamente.
El mayor pudo sentir un cambio en el
aire a su alrededor, o mas bien alrededor del adolescente junto a el. El joven
guardián parecía expeler energía estática, la que le acariciaba con suavidad,
la que le hizo sonreír ampliamente de medio lado, después de todo, era más que
obvio que él era el causante de aquella reacción en el menor. Lambo estaba
nervioso, eso se notaba, todo su lenguaje corporal y la energía a su alrededor
lo gritaban.
Reborn aprovecho este silencio para
poder admirar al menor con detalle. El cuerpo de Lambo no era mas el de un niño
pequeño, delgado y frágil, ahora era alto y esbelto, con un cuerpo bien
definido por entrenamientos físicos, pero aun así algo pequeño, aunque nunca
tan pequeño como había sido Tsuna, el cual a pesar de todos los años seguía
siendo el mas bajo dentro de la familia, eso y sin contar a Chrome.
El arcobaleno sonrió y bebió del baso
que había traído consigo, disfrutaría de esto, de saber lo que provocaba en el
menor, el sonrojo, el nerviosismo, la exquisita energía que acariciaba su piel,
todo esto le hacia desear simplemente arrojarse al pequeño guardián sobre el
hombro para así follarle como si no hubiese un mañana, pero no podía hacer eso
aun…debía demostrar que tenia algo de fuerza de voluntad…Pero era tan difícil
con semejante joven cerca de el.
-
¿Y como has estado? – preguntó el menor con voz
suave, intentando inicias una conversación, una que el arcobaleno no parecía
tener intención alguna de continuar.
-
Como siempre – le respondió el mayor con
una seductora sonrisa en los labios, Lambo le miró un segundo antes de desviar
la mirada nuevamente - ¿Y tu? – cuando
preguntó eso llevó una de sus manos al rostro del menor y sujetando su mentón
le hizo mirarle.
-
Yo…yo…- Lambo no sabia por donde
empezar, y aunque supiera, su voz parecía querer negarse a salir, su cerebro
comenzaba a nublarse por la cercanía del otro, la energía a su alrededor
pareció hacer aun mas densa.
-
Tan elocuente como
siempre –
soltó el arcobaleno, a lo que Lambo recupero algo de su autocontrol y se alejó
un paso del mayor.
-
¡Me pones nervioso! – le reprochó sin pensar
mucho en las palabras que acababa de soltar, sino que hasta que vio como Reborn
enarcaba una ceja y daba un paso adelante, acercándose, que notó lo que había
dicho.
-
Me gusta hacerlo… - le respondió con voz
ronca, una de sus manos deslizándose hasta descansar en la cintura del menor,
mientras que la otra acariciaba una de las pequeñas trenzas en el cabello de
Lambo, el cual se había sonrojado y soltado un suspiro ante la cercanía del
mayor.
-
Eres un bastardo – le susurro el joven guardián,
el cual casi pudo respirar la suave risa del arcobaleno.
-
Quizás lo sea, pero no
solo eso –
se detuvo – He sido un hombre paciente – le
dijo – pero mi paciencia ha llegado a su
limite…así que prepárate – y tras decir eso besó a Lambo de lleno en los
labios. Lo que ambos sintieron cuando sus labios se encontraron solo puede
compararse con una descarga eléctrica, aunque conociendo al menor bien podría
haberse tratado de una.
Reborn rodeó con sus brazos la cintura
del menor mientras que las manos de Lambo quedaron atrapadas entre ambos
cuerpos, aferradas a la solapa de la chaqueta del mayor como si su vida
dependiera de ello, sin separarse o si quiera respirar una de las piernas del
arcobaleno se abrió paso descaradamente entre las del guardián, lo que provocó
que este se estremeciera en los brazos del mayor. El beso era fogoso y
desordenado, ambos querían demasiado del otro, deseaban poder tenerlo todo solo
con ese beso.
Al momento de separarse, ambos tenían
las respiraciones aceleradas y los ojos nublados por el deseo, Reborn no se
alejó mucho, muy por el contrario mantuvo su boca cerca de la del menor
disfrutando de sentir aquella respiración agitaba acariciando sus propios
labios, acariciando con su lengua el labio inferior de Lambo, sintiendo como
este parecía no dejar de estremecerse, sobrecogido por tanto deseo.
-
De esta, no te escapas – soltó Reborn con voz
grave por la lujuria, acariciando con una de sus manos la piel expuesta entre
el cuello y el hombro del menor.
-
No pienso hacerlo – le respondió Lambo con
firmeza.
Sin pensarlo dos veces, el adolescente
tomó la mano del arcobaleno y salió del salón sin mirar atrás, sin preocuparse
por los invitados, por la fiesta, por Tsuna y los demás, ahora su cabeza solo
quería, necesitaba una cosa y solo
una.
Reborn.
El menor le guió por los pasillos sin
detenerse, sin mirar atrás, simplemente sujetando su mano y llevándole a su
destino. El arcobaleno solo pudo dibujar una sonrisa cuando se detuvieron al
fin. Estaban frente a la puerta de la habitación de Lambo.
-
No voy a escapar - dijo el menor abriendo la puerta y haciéndose
a un lado para que así el otro asesino entrara a su habitación.
Una vez que la puerta se cerro a su
espalda fue como si todo el autocontrol del arcobaleno se hubiese quedado fuera
de la recamara, en el pasillo, porque al hallarse al fin solo con el joven
guardián se le acerco a este y lo atrapó entre la pared y su propio cuerpo,
haciéndole chocar con fuerza.
-
Auch – fue todo lo que alcanzó a
decir Lambo antes de verse atrapado en un nuevo beso, tan o mas caliente que el
que habían compartido solo minutos atrás en el salón. Reborn quería devorarle,
y no solo con sus labios, sus manos acariciaban todo a su paso con descarada
desfachatez, casi como si la ropa no estuviese presente, si esto seguía así
Lambo seria capaz de llegar al clímax solo de las manos del arcobaleno en su
cuerpo.
Lambo no sabia que hacer, sus manos se
habían quedado petrificadas mientras que las de Reborn ya se habrían paso por
la camisa del menor acariciando la suave piel de la espalda de este, sintiendo
como esta se erizaba bajo su toque.
Era demasiado el calor, el deseo, la
mente del menor estaba completamente nublada, solo pensando en las manos en su
cuerpo, en los labios que de seguro dejaban marcas en su cuerpo, se la firmeza
del agarre de Reborn en su cintura y espalda.
Reborn sonrió de medio lado apegado al
cuello de Lambo, aprovechándose de que el guardián era mas bajo que el mismo le
sujeto con firmeza y le levantó hasta hacerse apoyarse en la pared, dejando que
las piernas del adolescente envolvieran su cintura, haciendo que sus miembros
se rozaran en una cadencia desesperante.
-
Mmm~ - soltó el adolescente
acomodándose mejor, moviendo sus caderas descaradamente. Reborn besó su cuello,
dejando marcas rojizas por toda esa exquisita piel, dejando en evidencia que el
adolescente en sus brazos solo le pertenecía a él…solo él podía tocarle como lo
estaba haciendo, solo él podía ver ese rostro de brillantes ojos verdes
contorsionado por el deseo y el placer, solo él tenia ese privilegio.
Sin previo aviso Reborn se separó de
la pared y dejó que Lambo nuevamente apoyara sus pies en el suelo, sujetándolo
firmemente, sabiendo que las piernas del menor no le sostendrían del todo, no
en estas circunstancias.
-
Ya no puedo esperar mas –
le dijo
el mayor con la voz rasposa, sujetando a Lambo y volteándolo, haciendo que el
rostro del menor quedara apoyado en la pared en donde segundos antes había
estado apoyada su espalda. El joven guardián se sonrojó furiosamente ante las
implicancias de esto. Podía sentir como el arcobaleno se deshacía de sus
pantalones con maestría. En un abrir y cerrar de ojos se encontraba solo en
polera aferrado a la pared, mientras una mano de Reborn trabajaba en su miembro
y dos dedos se ocupaban de su entrada.
-
¡¡Dios!! ¡¡Reborn!! – exclamó el adolescente
sintiendo como los dedos del arcobaleno acariciaban con insistencia aquel dulce
punto en su interior, podía sentir como sus piernas temblaban, como la pared
era el solo sustento que tenia para no caer al suelo.
-
Si~ - Reborn aun seguía en su gran mayoría vestido,
pero su estado de excitación no podía ser negado, sus ojos dorados casi no se veían al estar
cubiertos por el color negro de sus pupilas dilatadas de placer.
-
Mmm~ - Lambo sintió como los
dedos eran reemplazados por algo mas grande y caliente, abriéndose paso en su
interior. Reborn soltó un sonido gutural en el momento que se adentro de una
sola vez en el menor, disfrutando de la calidez de esas paredes, envolviéndole.
Sin esperar a que Lambo dijera algo
mas que los leves gemidos y suspiros que escapaban de sus labios, el arcobaleno
comenzó a embestir con fuerza, golpeando aquel dulce punto en el interior de
Lambo, provocando que este arqueara la espalda y se estremeciera con fuerza. Reborn
sabía que todo esto no duraría mucho, la inexperiencia de parte del guardián
haría que llegara al orgasmo demasiado rápido. El arcobaleno dibujo una
sonrisa, eso solo significaba que no solo haría al menor perder su virginidad,
si no que le haría conocer lo que era tener mas de 4 orgasmos en una sola
noche, después de todo, la noche aun era joven, y Lambo también.
-
¡¡Ahh!! – y así era como Lambo
llegaba al clímax, casi llevando al arcobaleno con el, pero teniendo la
experiencia que tenia en relación al sexo aquello no sucedió. Reborn
disfrutaría del premio tras su espera con calculada lujuria.
Oh si, disfrutaría.
-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-
-
Buenos días – saludó Yamamoto entrando
a la cocina, el lugar estaba repleto de gente, estaban casi todos los
guardianes presentes, incluyendo a Dino y a Romario.
-
Buenos días - se escucharon las respuestas. El espadachín
enarcó una ceja al ver al jefe Cavallone, el cual portaba unas pocas vendas en
una mano y en el cuello, eso y sin contar los leves rasguños en el cuello y
muñecas.
-
¿Qué le paso a Dino? – inquirió el moreno
sentándose junto a su pareja, quien bebía café intentando ignorar a todo el
mundo.
-
No quieres saberlo – le respondió Gokudera
sin levantar la vista
-
¿En serio?
-
De verdad no quieres Takeshi.
-
Buenos días para ti
también Hayato – dijo
depositando un casto beso en los labios del peligris. En ese momento la puerta
de la cocina se abrió y por esta entro Lambo, Yamamoto no pudo evitar notar las
marcas rojizas en el cuello del menor, Gokudera también se volteo para ver
quien había entrado - ¿Esas no parecen….
-
No quiero saberlo – soltó el consiguiere
volviendo a su café. Yamamoto rió y prefirió no decir nada, mas aun ante el
hecho de que detrás de Lambo hizo acto de presencia el arcobaleno. Reborn lucía
en el rostro una peculiar sonrisa de soberbia y satisfacción.
-
¿Cómo dormiste? – preguntó Tsuna a su
guardián mas pequeño, lo que resulto en un fuerte sonrojo de parte de este, el
castaño enarcó una ceja.
-
No creo que haya dormido
mucho Boss –
le respondió Chrome con una sonrisa de medio lado, guiñándole un ojo a Lambo,
el cual se sonrojo aun mas.
Por lo menos ahora, Tsuna esperaba que
las cosas en la familia estuviesen más calmadas.
-
¡Ey! ¡Deja de acosar al
décimo! – escuchó
que exclamaba Gokudera a Mukuro, el cual había depositado una de sus manos en
la pierna de del castaño.
Bueno, tan tranquilas dentro de lo que
se podía considerar tranquilo dentro de la peculiar familia Vongola. Tsuna
soltó un largo suspiro.
-
Dejen de armar alboroto –
soltó Hibari
– O los morderé a todos hasta la muerta.
-
Creo que Cavallone ya fue
lo suficientemente mordido – soltó Mukuro provocando un leven sonrojo en el mayor.
-
Herbívoro….preparate para ser mordido – dijo Hibari poniéndose de pie y
haciendo aparecer sus tonfas de la nada.
-
No…cálmense – intentó intervenir Tsuna, pero quizás ya era demasiado
tarde.
Así que simplemente soltó un suspiro y
prefirió ignorarles.
Finite.
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