6 de junio de 2012

"Insatiable" Capitulo 11

Publicado por Ororo
Aquí les traigo el capitulo 11 de "Insatiable".


"La recién pasada reunión le había demostrado algo, Rokudo Mukuro llevaba ya dos semanas en la mansión Vongola. Jamás pensó que el tiempo transcurriría tan rápido, jamás pensó que podría estar bajo el mismo techo que Mukuro…y lo que más le sorprendía era el hecho de que este no había intentado nada extraño, absolutamente nada."


Ororo.

Insatiable

Capitulo 11: “Cambiando.”

El reloj que colgaba de la pared marcaba las cuatro de la tarde, todo el papeleo que había tenido que llevar a cabo le había mantenido confinado a su oficina por casi todo el día, y comenzaba a tener hambre, la idea de un descanso parecía tentadora, así que dejando los papeles sobre el escritorio y sin molestarse en tomar su sombrero, salió de la oficina y se encaminó a la cocina.

Tras pasar por todos los pasillos y a unas cuantas sirvientas, finalmente llegó a la puerta de la cocina, tomando el picaporte abrió sin más espera, lo que encontró en el interior le dejo meditando seriamente si había sido buena idea todo esto de buscar algo de comer.

La cocina de la mansión Vongola era un lugar bastante amplio, en su centro un mesón rodeado de taburetes, para aquellos que disfrutaban de sentarse a comer en la cocina, de hecho por esa misma razón eran pocas veces las que se veía a la servidumbre en el lugar, los que solo entraban a la cocina cuando debían preparar las comidas, durante la mayor parte del día, la cocina era libre de ser transitada por todos los que estaban en la mansión.

Sentados en dos taburetes, de espaldas al gran ventanal se encontraban Spanner, el mecánico de 16 años tenía el rostro cruzado por la curiosidad, y a su lado, para martirio de Reborn, se encontraba nada más y nada menos que el guardián del trueno, Lambo. Ambos parecían completamente concentrados en la tarea en sus manos, el arcobaleno enarcó una ceja ante esto. Sobre el mesón se encontraba la bazooka de los 10 años, algunas piezas de esta se encontraban repartidas por la liza superficie.

-       Entonces después haces esto – pudo escuchar el arcobaleno que Lambo le decía a Spanner.

-       Realmente fascinante – soltó Spanner mientras observaba con completa atención como Lambo manipulaba cada una de las partes de la bazooka consumo cuidado – Eres bueno en esto – le dijo el rubio sonriéndole y llevándose nuevamente la paleta a la boca.

-       Gracias, pero son solo años de practica -  le respondió el de ojos verdes, y tenia razón, tanto tiempo cargando con la dichosa arma, le había llevado a entender cada una de sus partes con sumo cuidado y dedicación, lo que a su vez le había empujado a su actual pasión, las armas. - ¡Listo! – anuncio entregándole la bazooka completamente lista a Spanner, el cual sonrió ampliamente, fue allí que Lambo finalmente notó la presencia de Reborn en el umbral de la puerta – Hola -  saludo escuetamente.

-       Continúen con lo suyo – Reborn volteó con toda la intención de enviar al demonio la idea de buscar algo de comer, cuando una explosión, una que conocía muy bien le detuvo y le obligo a voltearse a ver el resultado.

Tal como lo había sospechado, una gran nube de humo lo envolvía todos, dejando imposible ver algo.

-       Ups – escuchó al rubio decir, apenas el humo comenzó a disiparse apareció ante ellos un Lambo de 22 años, cabello levemente largo, una que otra pequeña trenza acariciando su cuello, ojos verdes mirando su alrededor con intriga hasta que se posaron en la bazooka que sostenía un Spanner mas que sorprendido, el joven mecánico nunca había visto los efectos del arma en vivo, solo escuchado de ellos.

-       La bazooka – dijo con una voz sedosa y varonil, Lambo tenia la completa atención no solo de Spanner, sino que también de Reborn, el cual había dado unos pocos pasos hacia adelante, haciendo que la puerta de la cocina se cerrara a su espalda, movimiento que captó la atención de la versión adulta del guardián del trueno.

-       Esto sí que es fascinante – soltó Spanner a lo que el Lambo del futuro sonrió de medio lado, desviando la mirada de Reborn para así mirar al mecánico, el que no pudo evitar sonrojarse cuando los brillantes ojos verdes del ahora mayor le miraron con atención.

Un detalle del cual el Lambo adulto parecía no haber tomado importancia, era en su atuendo, llevaba solo una camisa puesta, una que parecía unas pocas tallas más grandes, la que dejaba expuestas unas largas piernas, las que tenían toda la atención de Reborn en ese preciso momento.

-       Eso no es nada – le respondió Lambo acercándose al rubio, para luego entablar una silenciosa conversación con este, ignorando olímpicamente al arcobaleno.

Reborn no pudo evitar pasear su mirada por el atractivo joven del futuro, sus rasgos bien definidos, su cabello oscuro y algo revuelto, aquella camisa que dejaba a la vista las llamativas piernas del menor ¿Traía algo más bajo eso? El arcobaleno suponía que no… Dios, ¿En 10 años seria así? Los ojos del tutor se nublaron de deseo al imaginar mil y un escenarios en donde el joven guardián del trueno y el eran los protagonistas.

-       Reborn te estaba buscando ¿Has visto a Span—la frase quedó cortada, Tsuna había entrado a la cocina, primero solo notando la presencia de su tutor y luego la de los otros dos. El castaño solo tuvo que ver la bazooka para saber qué es lo que había pasado, solo eso podía explicar la presencia de un Lambo adulto sentado en su cocina conversando con Spanner, aunque el hecho de que estuviese solo vestido con una camisa le hizo enarcar una ceja inquisidora.

-       Hola Decimo – saludo Spanner como quien no quiere la cosa, sin siquiera levantar la vista, lo más probable es que le había escuchado hablar,

-       Tsuna…-  dijo el Lambo del futuro a modo de saludo, sonriéndole levemente.

-       ¿Qué… -  el joven Vongola no pudo decir nada mas, no sabía que preguntar, la idea de salir de la cocina para evitar mas líos ahora parecía gritarle dentro de su cabeza.

Tsuna comenzó a retroceder cuando escuchó la voz del Lambo adulto, lo cual le detuvo.

-       Ya casi es hora - ¿Hora? ¿Hora de qué? Se preguntó Tsuna viendo como Lambo se alejaba de Spanner y se acercaba a donde estaba Reborn, deteniéndose frente a este, levantando poco a poco la mirada para ver directamente a los ojos del arcobaleno – No tendrás que esperar mucho – susurró el ojiverde -  Por tu paciencia, un regalo.

Antes de que alguien pudiese decir algo ante las curiosas palabras del joven del futuro, Lambo rodeó con sus brazos el cuello de Reborn y le besó de lleno en los labios, aprovechando la sorpresa del mayor, introdujo su lengua en la cálida cavidad del arcobaleno, disfrutando de aquel familiar y exótico sabor, disfrutando de saber que Reborn no podría resistirse a esto, en segundos comenzó a devolverle el beso.

Tsuna y Spanner aguantaron el aliento, esto casi parecía como si estuviesen viendo una película porno en vivo, la manera en como las manos del Lambo adulto revolvían el cabello del arcobaleno, como las manos de este descendían por la espalda del menor, en busca de aquel lugar en el sur que sabia no estaba cubierto por mas tela que la de la camisa que llevaba.

Y tal como empezó, terminó. Lambo se separó de Reborn, ambos intentando recuperar el aire perdido.

-        Nos veremos -  el ojiverde sonrió, le guiñó un ojo al arcobaleno y desapareció tras una nube de humo

En el lugar en donde había estado el Lambo adulto, hizo acto de presencia el pre adolescente guardián del trueno, el cual levantó la mirada algo confundido, encontrándose con los ojos de Reborn, de manera instantánea un furioso sonrojo le cubrió el rostro, y sin decir nada mas salió corriendo de la cocina.

-        Oh por Dios -  escuchó soltó Spanner, el cual de la pura impresión había dejado caer su paleta, su rostro se encontraba casi tan sonrojado como el del mismo Lambo.

-       Lo mismo digo – Fue lo único que pudo decir el castaño.


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-       Y después tenemos que ir con Gokudera-san a una reunión – decía Chrome mientras llevaba unas carpetas en las manos, las cuales estaba hojeando, a su lado caminaba Mukuro cargando una pila de hojas, documentos sin lugar a dudas.

-       ¿Tenemos? -  inquirió él sin detenerse.

-       Si, Tsunayoshi-san no puede ir, tiene que recibir a Hibari Kyoya.

-       Ah -  fue la escueta respuesta del otro ilusionista.

Una semana había transcurrido ya desde el regreso a Italia, Mukuro se la había pasado con Chrome haciendo papeleo, solo había podido ver al joven jefe Vongola de lejos, ambos parecían estar demasiado ocupados. A pesar de ello, Mukuro no se sentía frustrado ni nada por el estilo, el solo saber que estaba bajo el mismo techo que Tsuna le bastaba…por ahora…

-       ¿Mukuro-sama? -  escuchó la voz de Chrome.

-        Si.

-       ¿Estás bien? -  inquirió ella levantando la mirada para ver al mayor, ambos se habían detenido en el medio del pasillo.

-       Si, ¿Por qué no debería estarlo? – soltó él sonriéndole levemente.

-       No creo que este todo bien – le devolvió ella con firmeza.

Ambos guardaron silencio, a la espera de que el otro dijera que algo mas, lo cual por supuesto no sucedió.

-       ¡Hola! -  apareció alguien al final del pasillo, a espaldas de los dos ilusionistas, ambos se voltearon, encontrándose con el guardián de la lluvia.

-       Yamamoto-san – saludó Chrome al otro guardián mientras que Mukuro solo movió la cabeza en asentimiento.

-       Gokudera les esta esperando – fue lo primero que dijo al acercarse a los dos ilusionistas.

-       Lo sentimos – se disculpo Chrome con una sonrisa en los labios.

-       No hay problema, yo le digo que espere un poco mientras ustedes dejan eso.

-       Gracias.

Yamamoto se devolvió rumbo a la oficina de Gokudera, mientras los otros dos llegaron a su destino, la oficina de Tsuna. Chrome llamó a la puerta antes de entrar.

-       Boss, Hibari Kyoya – Dijo l achica a modo de saludo, Mukuro prefirió guardar silencio siguiendo de cerca a la joven, ambos dejaron las cosas sobre el escritorio del castaño.

-       Muchas gracias – fue lo único que dijo Tsuna para luego volver la mista a su guardián de la nube, continuando una conversación silenciosa con este.

-       Vamos – dijo Chrome saliendo de la oficina con Mukuro siguiéndole los pasos.

Una vez que los dos ilusionistas salieron de la oficina, pudo soltar el aliento que sin saberlo había estado guardando, detalle que por supuesto no paso desapercibido por su guardián.

-       ¿Sawada Tsunayoshi? – soltó de repente Hibari, el castaño le miró a la espera de que dijera algo mas, pero el mayor no dijo nada.

-       Hibari-san ¿Sucede algo? -  inquirió el castaño.

-       Podría preguntar lo mismo – dijo el pelinegro mirando con suma atención al menor.

-       No sé de que hablas -  le respondió haciéndose el desentendido, desviando la vista a la pila de documentos que los ilusionistas le habían traído.

-       Rokudo Mukuro – Tsuna se quedó quieto ante la mención de ese nombre solo por un segundo - ¿Cómo han estado las cosas? -  interrogó el pelinegro tomando una de las carpetas que había sobre el escritorio y comenzando a hojearla.

-       Bien…bastante bien…-  le respondió sin levantar la mirada - ¿Y cómo han estado las cosas con Dino-san? – inquirió el castaño mirando al mayor y enarcando una ceja cuando un leve y casi imperceptible tic en el ojo de Hibari le indicó que no le había gustado la mención del nombre del jefe Cavallone…-  Con respecto a la investigación, por supuesto -  dijo Tsuna sonriendo de medio lado, a lo que el mayor achicó la mirada amenazadoramente.

-       Sawada Tsunayoshi…creo que estas buscando molestarme…- dijo el pelinegro con la voz sedosa y letal.

-       No, solo distraerte para cambiar de tema, no quiero hablar más de Mukuro, tengo suficiente con Gokudera-kun preguntándome a cada momento – Hibari guardó silencio ante la sinceridad en las palabras del castaño, y no solo eso, podía notar su cansancio y hastío, quizás lo mejor era dejar ese tema hasta allí, por lo menos por ahora.

El silencio les envolvió por unos segundos hasta que el celular de Tsuna comenzó a sonar, el castaño rebuscó en sus bolsillos.

-       Dime Gokudera-kun.

-       “Estamos partiendo a la reunión”

-       Excelente.

-       “Nos veremos después”

-       Está bien.


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En la oficina se encontraban Tsuna y Ryohei, el primero sentado tras su escritorio y el segundo en uno de los sillones, de brazos cruzados con el ceño fruncido.

-       ¿Están atrasados? – Inquirió el castaño mirando a su guardián del sol y luego al reloj de la pared, el cual marcaba las doce en punto de la noche.

-       Si, debieron haber regresado hace horas – le respondió el guardián del sol, intentando no sonar demasiado preocupado, lo que solo preocuparía aun mas a Tsuna.

-       Demonios… - soltó el castaño -  Por favor trae a Yamamoto-kun, tengo un mal presentimiento – le dijo el jefe a una sirvienta, la que justo había entrado a llevarse las tazas de café que habían estado bebiendo.

-       Enseguida Decimo. -  y tras ello salió a cumplir con lo ordenado.

Gokudera, Chrome y Mukuro acompañados de algunos guardaespaldas, habían ido a una reunión con una familia que buscaba una alianza con los Vongola, se suponía que sería una reunión relativamente corta, y que estarían regresando antes de las 10 de la noche, pero ya llevaban dos horas de retraso, algo no estaba bien en todo esto.

De repente la puerta de la oficina se abrió abruptamente mostrando a un Lambo cruzado por el nerviosismo y la preocupación.

-       ¡¡Llegaron!! – anunció, una vez dicho eso Ryohei y Tsuna se pusieron de pie de inmediato y siguieron al joven guardián del trueno.

-       ¿Dónde están? – interrogó el castaño al ojiverde.

-       En el vestíbulo – le respondió el menor sin detener sus  pasos.

-       Dios -  Tsuna aun no podía sentirse del todo relajado, algo en su interior le decía que debía mantenerse alerta.

A paso rápido llegaron en cuestión de segundos al vestíbulo, lugar en donde Gokudera y los dos ilusionistas se encontraban, los tres presentaban algunas heridas, pero ninguna de estas parecía ser grave, de inmediato Tsuna mandó a llamar a los médicos.

-       No se preocupe Decimo, estamos bien -  dijo Gokudera, mientras Yamamoto inspeccionaba una herida que presentaba en el brazo – No es nada -  dijo casi en un susurro, esta vez al moreno.

-        ¿Qué sucedió? – interrogó Tsuna acercándose a Chrome, la cual le sonreía a Lambo, el cual parecía aun más preocupado al notar las heridas de la chica.

-       Trataron de emboscar a una de las familias presentes en la reunión – explicó Gokudera.

-       Lo siento Decimo – el peligris desvió la mirada. En el momento que los médicos hicieron acto de presencia Tsuna escuchó a Chrome.

-       Mukuro-sama debe quedarse, tienen que tratar sus heridas -  decía la chica en voz baja intentando detener al mayor.

-       No lo necesito, así que no te preocupes -  le respondió el mayor comenzando a subir las escaleras, lo más probable que rumbo a su habitación.

-       Mukuro – llamó el castaño, y  para sorpresa de todos los presentes el mayor se detuvo.

-       ¿Sí? – dijo sin voltearse.

-       Debes tratar tus heridas.

-       No me gustan los médicos. – Su voz sonó peligrosa, al voltearse sus ojos estaban cargados de un odio que no estaba dirigido a ningún de ellos, un odio profundo y doloroso, Tsuna sintió una opresión en el pecho.

-       Lo sé -  fue la escueta respuesta del castaño – Yamamoto – dijo

-       ¿Sí?

-       Acompáñame a la oficina de Gokudera, Ryohei-san también -  dijo con voz imperiosa, para luego mirar a los heridos -  ustedes vienen con nosotros.

Esa había sido una orden, una que todos acataron de inmediato, los médicos dieron unas cuantas indicaciones antes de retirarse, mientras que los otros se adentraron en la oficina del guardián de la tormenta, una de las más cercanas al vestíbulo. Una vez allí Yamamoto obligó al consigliere a sentarse en uno de los sillones mientras veía sus heridas, Ryohei ayudaba a Chrome mientras ella se quitaba la chaqueta, la cual estaba manchada de sangre. Tsuna miró a Mukuro.

-       No tienes porque hacer esto -  le dijo el mayor en un susurro, sentándose en el borde del escritorio, el castaño tomó una de sus manos.

-       Quiero hacerlo – le respondió mientras limpiaba las heridas con un paño húmedo.

El silencio los inundo a todos, lo único que se escuchaba eran los leves quejidos cuando el desinfectante tocaba la piel herida, más allá de eso nadie se atrevía a decir palabra alguna, cuatro pares de ojos atentos a lo que habían el jefe Vongola con el guardián de la niebla, casi como si fueran a combustionar espontáneamente.

Uno de los primeros en retirarse fue el guardián del sol, el cual habiendo terminado con su tarea había preferido regresar a su habitación, la tensión era insoportable, quien le siguió se cerca fue Yamamoto, quien recomendó a los otros comer algo antes de irse a dormir. Una vez solos, Chrome y Gokudera intercambiaron unas miradas.

-       He cambiado – soltó Mukuro de repente, mirando fijamente al castaño, el cual soltó un largo suspiro.

-       Te creo – le respondió Tsuna, ante esto Mukuro no pudo evitar ocultar su sorpresa.

-       Vaya…eso es algo…-  soltó como quien no quiere la cosa, Tsuna dejo todo a un lado y se alejó unos pasos del mayor.

-       Solo…que no se en que te has transformado – le dijo mirándole, el mayor pudo ver miedo y duda en esas orbes castañas.

-       Quizás tengas que averiguarlo – una leve sonrisa se dibujo en los labios del ilusionista.

-       Eso temo – y tras esas últimas palabras, Tsuna salió de aquella oficina sin mirar atrás.

-       Eso no me lo esperaba – soltó Gokudera mirando a Chrome.

-       Yo tampoco – le respondió ella posando sus ojos en la figura pensativa del otro guardián de la niebla, el cual se había quedado meditando las palabras del joven jefe Vongola.


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-       ¡Mierda!

-       ¿Tsuna? ¿Estás bien?

-       No te preocupes Lambo, estoy bien.

-       Está bien.

-       Dile a Gokudera-kun que voy enseguida.

-       Está bien.

A través de la puerta que les separaba, el castaño escuchó como el menor de sus guardianes se alejaba a cumplir con lo ordenado.

Tsuna levantó la vista, el enorme espejo del baño le mostraba su desaliñada imagen, llevaba su pijama puesto, tenia levantada la polera y miraba con cierto odio el aro que parecía estar burlándose de su propia ineptitud para deshacerse de él. Había intentado varias veces quitarse el piercing, pero simplemente no había caso, el aro no salía.

-       Demonios – medio gruñó rindiéndose – Sino bajo pronto, Gokudera-kun vendrá a buscarme – así que quitándose la ropa y encendiendo la ducha, se baño rápidamente y se vistió. Cuando salía de su habitación notó que no era el único que iba tarde, Yamamoto le sonrió desde el umbral de la puerta de su propia habitación - ¿Tarde también? – le preguntó a su guardián.

-       Si – le respondió a su guardián de la lluvia, acercándose – Vamos.

-       Vamos – le devolvió el castaño.

Ambos caminando por el pasillo rumbo a la escalera, Gokudera les esperaba en el comedor, al parecer algo quería discutir con los otros guardianes. Cuando abrieron la puerta del comedor, todos los guardianes miraron a los recién llegados, para luego ver como ocupaban sus respectivos lugares.

-       Entonces…-  comenzó Tsuna a la cabeza de la mesa, mirando a su consigliere - ¿Qué sucede Gokudera-kun?

-       Esta reunión tiene que ver con Rokudo Mukuro -  dijo el peligris pasando la mirada por todos los presentes, deteniéndose en Tsuna.

-       Me lo imaginaba – soltó Tsuna, de repente notando también la presencia de Chrome - ¿Quién está con…

-       En su habitación – le respondió ella.

-       Dokuro Chrome nos aseguró que Rokudo Mukuro no saldrá de su recamara – dijo Hibari con voz seria.

-       Bueno, entonces – soltó Tsuna -  Comencemos.

-       Estamos aquí para discutir el progreso de Rokudo Mukuro en estas dos semanas – comenzó a decir Gokudera, el castaño no pudo evitar sorprenderse ante esto, ¿Ya habían transcurrido dos semanas? Ni cuenta se había dado de ello.

-       Es más callado que Chrome, pero no creo que sea malo -  fue el comentario de Lambo, el cual también estaban presente, y para sorpresa de todos, se estaba comportando seriamente, tal como la situación lo ameritaba.

-       Estoy de acuerdo con Lambo -  dijo Ryohei de repente.

-       ¿Y eso a que se debe? – inquirió Gokudera.

-       Ha estado ya dos semanas aquí, y no ha hecho absolutamente nada, se a apegado a los quehaceres que todos debemos llevar a cabo – explicó.

-       Ryohei tiene razón – dijo esta vez Yamamoto – Mukuro podría haber hecho algo, pero nada.

-       Podría estar esperando el momento oportuno – opinó Hibari, Chrome le miró amenazadoramente, pero no dijo nada.

-       ¿Para qué? ¿Para atacar a la familia? ¿A nosotros? ¿A Tsuna? – inquirió Yamamoto – Yo ya no creo que lo haga.

-       Y si llegará a hacerlo podríamos detenerlo – dijo Tsuna, ganándose la atención de todos – Podrá ser muy poderoso, pero todos juntos podemos hacerle frente y vencerlo.

-       Así es – soltó Gokudera.

-       Pero él no lo hará – interrumpió Chrome clavando la mirada en Tsuna – El ha cambiado.

Un silencio inundo el lugar, todos miraban a Tsuna con suma atención, a la espera de que dijera algo más

-       Lo se – soltó el castaño agachando la mirada un segundo – Quizás llegue un momento en que pueda personarle lo que me hizo -  comenzó a decir el joven jefe.

-       Decimo...

-       Algún día le perdonare -  se puso de pie mirando a todos los presentes – Pero aun no creo que sea ese día – Y tras eso se puso de pie y salió del lugar.

Todos los guardianes le vieron partir para luego intercambiar unas miradas, no sabían que decir.

-       Quizás nunca le perdone – dijo Gokudera mirando a Chrome, algo en su voz sonó diferente.

-       Quizás ya ha comenzado a perdonarle – le devolvió ella con firmeza.

-       ¿Tú crees? – No pudo evitar preguntar Yamamoto con duda.

-       Sí, estoy segura de ello…pero el problema no está allí.

-       Está en el hecho de que comenzara a sentirse culpable – Soltó Ryohei entendiendo a que iba la chica – A medida que vaya perdonando a Mukuro, comenzará a sentir que no debe perdonarlo, sentirá que se traiciona a si mismo, y a nosotros.

-       Y…¿Y cómo podrá superar eso? – inquirió el espadachín.

-       El mismo encontrara una manera de hacer valer su perdón – dijo Hibari – una forma de perdonar a Mukuro sin chocar con sus principios.

-       Eso es bueno – soltó Ryohei, pero notando la expresión de Chrome, dudó.

-       Las cosas podrían ponerse feas – dijo Chrome.

-       Quien sabe de qué manera podría lograr el equilibrio – dijo Gokudera siguiente el hilo de la conversación.


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La recién pasada reunión le había mostrado algo, Rokudo Mukuro llevaba ya dos semanas en la mansión, jamás pensó que el tiempo transcurriría tan rápido, jamás pensó que podría estar bajo el mismo techo que Mukuro…y lo que más le sorprendía era el hecho de que este no había intentado nada extraño, absolutamente nada.

No que le haya estado vigilando.

¿A quien engañaba? Si, había estado vigilando al ilusionista, desde la distancia, sin saber si esperaba que este hiciera algo, o que no hiciera nada. Mukuro se mantenía siempre ocupado, con Chrome a su lado.

El castaño caminaba por el pasillo rumbo a la cocina a buscar algo para comer, el reloj en una de las paredes marcaba las tres de la tarde.

Soltó un largo suspiro.

Quizás algún día perdonada a Mukuro, quizás nunca lo haría. Otro suspiro escapo de sus labios, ¿a quién engañaba? Sabia muy en el fondo que ya había comenzado a perdonarle ¿¡Como podía ser tan enfermo!? ¡¡Perdonar a quien le había hecho daño!! ¡¡A quien le había violado!! No se entendía a si mismo, no podía comprender como a pesar de todo quería que Mukuro estuviese a su lado, se quedara en la mansión, fuese su guardián. ¿Cómo podía desearlo?

¿Podría olvidar todo el daño? ¿Todo el dolor? ¿Podría vivir consigo mismo si lo hacía?  Todo era demasiado difícil, por una parte sabía perfectamente que Mukuro lo intentaba, estaba cambiado y eso podía verlo, y Tsuna sabia, sabía perfectamente que Mukuro estaba cambiando por él y solo por él.

Se detuvo frente a la puerta de la cocina y la abrió, lo que encontró dentro era algo que jamás imagino ver, o sea lo había supuesto desde hace tiempo, pero verlo, era lejos otra cosa.

-       Eh~~ Hibari-san…Dino-san… - Soltó casi en un susurro, mientras una voz dentro de su cabeza le gritaba que saliera de allí de inmediato.

-       Tsuna…-  alcanzó a decir Dino, el cual estaba en el suelo de la cocina apoyado en sus codos, con Hibari sentado sobre él, sujetándole de la camisa. El castaño pudo notar como su guardián parecía algo acalorado, con la ropa descolocada y el cabello revuelto, más que evidente que no habían estado peleando antes de que el castaño entrara a la cocina.

-       Lo siento -  se disculpó Tsuna alcanzando a cerrar la puerta, ya que pudo escuchar como una tonfa había ido a parar al exacto lugar en donde él había estado parado – Es mi idea o todos mis guardianes se están acostando con alguien – soltó en un susurro para sí.

-       Yo no estoy durmiendo con nadie…aun…- escuchó una voz que le decía.

-       ¡Chrome-san!

-       Lo siento si le asuste Boss.

-       No…no importa…-  le respondió él.

-       No creo que podamos entrar en la cocina – dijo ella como quien no quiere la cosa, sabiendo exactamente qué es lo que sucedía en el interior de esta.

-       Eso parece – soltó él con una risita suave.

-       ¿Quiere pedir una pizza?

-       No estaría mal.

Fin capitulo 11.

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