28 de abril de 2013

"Blood in the Shadows" Capitulo 01

Publicado por Ororo
Aquí les traigo el capitulo 01 de "Blood in the shadows", la historia comienza aquí, vampiros, criaturas de la noche y jóvenes victimas a la espera de ser atacadas.

"No podía olvidar cada detalle, aquella despedida, esos ojos perdiendo el brillo, esa sonrisa desapareciendo, el dolor de alejarse del lugar que en un momento fue su hogar, que en un momento fue el lugar más maravilloso en la faz de la tierra, y que ahora parecía ser una prisión que amenazaba con engullirle para nunca dejarle escapar."

Ororo.

“Blood in the shadows”

Capitulo 1: “Regreso a casa”

Porque los años cambian a las personas, cambian los lugares, lo cambian todo…

Todo menos a el.

Acababa de subirse al vehiculo que lo trasladaría de regreso a su vieja ciudad natal, a aquella que había abandonado hace tantos años atrás, a la que conservaba fresca dentro de su memoria como una vieja fotografía, como un recuerdo vívido que le daba el impulso para continuar.

Dolía estar de regreso, dolía volver a pisar aquel lugar, dolía revivir en su cabeza todo lo que había vivido en esa ciudad la última vez que había estado allí. Los momentos felices, las risas, las lagrimas, los momentos tristes, el dolor…todo.

No podía olvidar cada detalle, aquella despedida, esos ojos perdiendo el brillo, esa sonrisa desapareciendo, el dolor de alejarse del lugar que en un momento fue su hogar, que en un momento fue el lugar más maravilloso en la faz de la tierra, y que ahora parecía ser una prisión que amenazaba con engullirle para nunca dejarle escapar.

Las cosas cambian, para bien o para mal, él lo sabía con demasiada seguridad.

Veía pasar las casas, los edificios, las calles, las personas, todo parecía haber cambiado. Casas en nuevos lugares, edificios donde antes no los había, gente nueva, gente diferente. Podía escuchar con claridad las voces de las personas afuera del automóvil, podía escuchar el sonido de una campana de instituto.

El solo pensar en todos esos jóvenes, hacía a su frío corazón estrecharse como nunca antes. Le hacia recordar todos aquellos años perdidos, una juventud vivida hace muchos años atrás. El solo imaginar esos estudiantes le hacia recordar la juventud en la cual estaba atrapado y de la cual nunca podría escapar.

La cruel ironía.

¿Quién dijo que la inmortalidad es un regalo?

El había comprobado que la inmortalidad solo alargaba el dolor, solo hacia que todo durara mas, doliera más.

¿Quién dijo que ya no podían sentir como humanos?

Su corazón dolía, de la misma manera que había dolido aquella noche cuando había partido de aquella ciudad a la que ahora regresaba.

Las emociones ahora son mas intensas, pero a la vez mas controladas. Ahora siente con mayor humanidad que nunca antes, eso quizás lo hace un monstruo aun más temible, un monstruo deseoso de destruir, con todo lo que la naturaleza humana teme. Con ese deseo de acabar con la vida, tal como un simple asesino mortal, solo que con mejores herramientas para cumplir su cometido.

Pudo ver una iglesia, una que había estado de pie desde que el había sido humano. Seguía allí en toda su belleza, había sobrevivido a su vida humana y ahora sobrevivía a su vida mortal, era impresionante cuanto pueden durar algunas estructuras.

Recordó su juventud, como había sido la ciudad cuando el había vivido en ella, cuando aun era joven en su inmortalidad, cuando le había conocido a él.

Sacudió la cabeza, intentado desvanecer los recuerdos que amenazaban con salir a relucir dentro de su mente, esas sonrisas, esos brillantes ojos, esas anos suaves. Esos besos…

Las cosas eran muy diferentes ahora a como habían sido cuando el había sido joven. Muchas cosas habían desaparecido, muchas personas habían muerto, solo quedaba él y el recuerdo de que todo eso sucedió alguna vez.

-       Hemos llegado joven…- escuchó que le decía el chofer, simplemente soltó un suspiro mientras miraba por la ventana, la enorme estructura de la mansión que se levantaba en lo alto de la colina, en la parte mas alejada de la ciudad.

Sin querer alargar mas este momento salió del vehiculo, mientras el chofer sacaba sus maletas de la parte de atrás, las cuales dejó a un lado del automóvil. El sol en el cielo ya había desaparecido, pero aun podía verse algo de claridad, un leve tono rojizo lo cubría todo.

Era el momento perfecto, la noche recién comenzaba.

Una vez fuera del vehiculo, el chofer pudo ver con mas claridad a su cliente, este se sorprendió al notar que era un joven, unos 27 años como máximo, alto y elegante, vestía un traje de tela, de cabello azulado en un peculiar peinado, el cual daba la ilusión de ser corto, pero que de la parte de atrás se podía ver una larga mecha de cabello que le llegaba hasta la cadera, sus ojos estaban ocultos tras unas gafas de sol, toda su ropa oscura hacia un perfecto contraste con su piel blanca. Una de sus manos enguantadas se perdió dentro de los bolsillos de su chaqueta.

-       Muchas gracias por traerme hasta aquí – dijo mientras sacaba una suma de dinero de su billetera y le pagaba al chofer del vehiculo, el cual movió la cabeza en asentimiento mientras recibía el dinero que el otro le entregaba, para luego mirar de reojo la mansión que se levantaba lúgubre frente a ellos.

-       ¿No pensará quedarse en ese lugar? – inquirió el hombre refiriéndose a la mansión, a lo que el otro enarcó una ceja, mirándole aun detrás de sus gafas oscuras.

-       ¿Por qué? ¿Hay algún problema con eso? – le devolvió el joven a modo de pregunta, curioso de saber que clase de cosas se decían de la mansión en la colina.

-       Dicen que esta embrujada, podría ser peligroso – algunas cosas parecían no cambiar con el tiempo, muchos años podrían haber transcurrido desde su vida mortal, pero aun se mantenía el mito de la mansión embrujada, aunque analizando los hechos, quizás no era tan mito como quería hacerse creer, después de todo, el había vivido allí, y el mismo era un mito viviente.

-       No se preocupe, yo he vivido antes aquí – dijo como quien no quiere la cosa sabiendo lo que provocarían sus palabras en el hombre cerca de el.

-       ¿Cómo? – en su rostro se podía ver la sorpresa, pero el joven de cabello azulado podía oler su miedo.

-       ¿No es hora de que regrese? La noche esta por llegar y podría ponerse peligroso por estos lados – le dijo aprovechándose de su clara habilidad para manipular lo que sea que estuviese pensando la persona frente a el.

-       Tiene toda la razón – le respondió el hombre mientras se acercaba a la puerta del vehiculo. - ¿No necesita nada mas Joven?

-       No, estoy perfectamente, muchas gracias – y tras esas últimas palabras el chofer se subió al automóvil, al cual hizo andar para luego desaparecer colina abajo.

Una vez que el vehiculo desapareció por las calles que poco a poco se oscurecían, el joven se quitó las gafas que cubrían sus ojos, un peculiar par de ojos bicolor, uno rojo y otro azul.

El joven se detuvo a admirar la vista que tenia desde lo alto de la colina, notando como casi ninguna casa estaba ubicada cerca de la mansión, de hecho todas las casas parecían haberse comenzado a construir bajo la colina, lo mas alejadas en la mansión.

-       ¿Con que mansión embrujada? – soltó para si mismo mientras tomaba sus maletas y se acercaba a la reja, la cual sin siquiera tocarla se abrió ante su presencia, casi como si le reconociera a pesar de todos los años alejado.

Caminó por los terrenos, el amplio antejardín que en su tiempo había sido un maravilloso lugar repleto de bellas flores y preciosas fuentes de agua, ahora parecía un simple bosque embrujado, lleno de plantas secas y flores muertas, nada hermoso quedaba ya, solo el recuerdo. Sin quedarse a contemplar más de lo que quedaba de todo eso, continuó caminando hasta detenerse ante las enormes puertas de la mansión. Al igual que como sucedió con las rejas ni siquiera tuvo que tocar la madera de las puertas para que estas se abrieran ante el, dándole la bienvenida.

Se adentró en el enorme vestíbulo, unas pocas velas iluminaban el enorme lugar, la mansión parecía completamente abandonada y deshabitada, en apariencia nadie que pudiera estarle esperando.

Pero el sabia mejor…

Alguien le esperaba, y podía sentir que le observaba en este preciso momento…

-       ¿Ni un saludo para tu hermano menor? – inquirió el joven de cabello oscuro, hablándole a la oscuridad, esperando que el otro le respondiera, sabiendo que no tardaría en hacerlo, podía sentirle cerca, muy cerca entre las sombras del vestíbulo.

-       Jamás pensé que regresarías…Mukuro – se escuchó una voz varonil de entre las sombras, la luz de las velas tembló ante el sonido de aquella voz…

El peliazulado rió con suavidad, mientras dejaba sus maletas en el suelo y pasaba la mirada por cada rincón del enorme vestíbulo, sabiendo que seria cosa se tiempo para que el otro se dejara ver finalmente.

-       Dije que algún día lo haría…- le respondió como quien no quiere la cosa, viendo como de entre una esquina sombría salía un joven que parecía unos pocos años mayor que el, vestido completamente de negro, con un maravilloso y largo cabello blanco, el cual llevaba suelto, acariciando sus hombros y espalda. Aunque el sabía mejor, aquel albino era siglos mayor que el, muchos siglos mayor. Una criatura tan antigua que su propio cabello se había decolorado con el correr de los años.

-       Cierto – le dijo mientras se acercaba al otro joven de cabello oscuro - Pero después de lo sucedido con el chico Vongola, no creí que realmente regresarías – dijo mientras se cruzaba de brazos y clavaba sus ojos en los bicolor del otro, sabiendo lo que sus palabras provocarían en el menor.

-       ¡No menciones a Primo! – exclamó el otro con enfado, el albino sonrió de medio lado sin dejar de caminar de un lado a otro, casi como si rodeara al pelinegro.

-       Lo siento, lo siento… - se disculpó mientras se detenía detrás del joven de nombre Mukuro, dejando que su fría presencia envolviera al pelinegro - Olvido lo sensible que te pones por  tu antiguo amante mortal…

-       Squalo…- susurró con la voz filosa, insinuando que una palabra mas y se aseguraría de arrancarle la lengua, o que por lo menos lo intentaría.

-       Jejejejeje…vamos no seas exagerado, esas cosas sucedieron hace mucho tiempo atrás ¿Por qué no lo olvidas de una vez?

-       Tu bien sabes que no puedo olvidarlo…- le dijo Mukuro mientras tomaba sus maletas y comenzaba a subir las escaleras.

-       A veces me sorprende lo humano que puedes ser…

-       A mi no me sorprende el monstruo sin corazón que eres…

-       Muchos años…- soltó el albino agachando la mirada, jugando con un mechón de cabello entre sus dedos enguantados.

-       Lo se…- fue lo ultimo que dijo el peliazul antes de perderse escaleras arriba, de regreso a la que había sido su habitación durante muchos años.


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Estar de regreso en la mansión era un sentimiento extraño, como si una parte de el quisiera irse de inmediato, mientras otra quiere simplemente mantenerse aferrada a la sensación de hogar que de cierta forma aun parecía desprender el lugar.

Abrió sus ojos con algo de cansancio, se había quedado dormido apenas se había dejado caer sobre la cama. Podía notar como el sol quería entrar, las gruesas cortinas oscuras evitaban que los rayos entraran a la amplia habitación y le hicieran daño.

Aunque si bien el sol no era completamente dañino para el, era sin lugar a dudas molesto a estas horas de la mañana, así que prefería no arriesgarse a sentirlo sobre su piel.

Aun recordaba como había descubierto que a pesar de ser un inmortal, y en contra de todas las típicas creencias sobre las criaturas de la noche, era posible para él caminar bajo la luz del sol. Solo por unas cuantas horas, y solo si era lo suficientemente viejo, lo cual era por supuesto. Aunque no sabia si sentirse orgulloso de serlo o no.

Pero como bien había comprobado, el caminar bajo la luz del sol era simplemente algo molesto para los más viejos de su raza, por esa razón preferían mantenerse en la oscuridad por cosas de comodidad.

Squalo era un ejemplo de ello, el albino nunca salía a la luz del sol, lo cual era comprensible, su peculiar belleza resaltaba como un faro a la luz del día, aunque eso no quitaba que igualmente de noche resaltara, su apariencia era demasiado llamativa y atrayente como para simplemente ignorarla, esa era una de las razones por las cuales nunca abandonaba la mansión, aunque bien sospechaba Mukuro, habían mas razones por las que Squalo no quería salir de la mansión, pero ya tendría tiempo para descubrir eso…

Mukuro se estiró en la cama y pasó la vista por su habitación, varias sabanas blancas cubrían sus muebles, sus maletas descansaban a un lado de la puerta.

La recamara era grande, la cama de dos plazas, los muebles elegantes, todos y cada uno de los detalles gritaban el lujo que la mansión había poseído y que a pesar de los años aun conservaba. Pues si de algo podía jactarse Mukuro, era del hecho de que era lo suficientemente rico como para vivir en lujo durante unos cuantos siglos más, y bien sabia que en el caso de Squalo era igual, el porque vivía en esta mansión descuidad seguía siendo un misterio para el peliazul.

De repente alguien llamó a la puerta. El peliazul enarcó una ceja ante esto, no creía que fuese Squalo, el albino aun estaría durmiendo, y de hecho dormiría durante todo el día, un algo común en los vampiros, pero que al parecer el no compartía con sus pares.

Así que tomando en cuenta eso hechos, se preguntó ¿Quién demonios llamaba a la puerta de su habitación a estas horas de la mañana?

-       Pase…- dijo mientras se levantaba y se acomodaba el cabello con las manos, aun llevaba la ropa del día anterior, bastante arrugada cabe decir, a causa de haberse dormido con ella puesta.

Al momento de abrirse la puerta, un peculiar individuo apareció. Vestía de manera algo extravagante, pantalones de cuero, chaqueta con plumas, Mukuro enarcó una ceja mientras le miraba de pies a cabeza, notando que llevaba el cabello de un llamativo rosado, o por lo menos el mechón que cubría parte de su rostro era de ese color. Parecía ser mayor que el mismo Mukuro, aunque bien suponía que eso no era muy posible que digamos, tomando en cuenta los siglos que el peliazul tenía sobre sus hombros.

-       Tu debes ser Mukuro-chan… - dijo el recién llegado con una sonrisa en los labios. El peliazul enarcó una ceja y frunció los labios ante la forma en la cual había sido llamado por el individuo en cuestión.

-       ¿Y tú eres? – inquirió el menor cruzándose de brazos, sin dejar de mirarle.

-       Lussuria – respondió con simplicidad.

-       ¿Lussuria? – inquirió, a lo que el otro asintió como corroborando de que había captado bien su nombre - ¿Y que haces aquí? – preguntó esta vez.

-       Vengo de vez en cuando a dejarle comida a Squalo, ya que el chico no quiere salir.

-       ¿Sigue sin salir? – soltó el menor mientras se acercaba a su maletas y las colocaba sobre la cama.

-       Así es…

-       Así que eres uno de los nuestros ¿O me equivoco? – inquirió mientras rebuscaba por algo de ropa.

-       No te equivocas, y si mis cálculos no están mal, soy menor que Squalo pero mayor que tu – dijo esto con una sonrisa en el rostro, a lo que el menor no pudo evitar sorprenderse, siempre era difícil encontrar a alguien que fuese mayor que el, tomando en cuenta de que realmente tenia su buena cantidad de siglos sobre sus hombros – Pareces sorprendido…

-       Lo estoy, es difícil encontrar a criaturas mayores que yo.- le dijo con total sinceridad, por alguna razón había optado por ser sincero con este inmortal, algo que normalmente no era…

-       Vives con una – dijo refiriéndose a Squalo.

-       Viví con una y ahora regreso a vivir con ella…- le respondió, dando a entender de que llevaba tiempo sin convivir con el albino.

-       Eso escuche por allíregresaste hace poco a la ciudad ¿No es así? -  inquirió cruzándose de brazos.

-       Si

-       ¿El mundo estaba aburrido? – inquirió, deseando saber el porque el menor había deseado regresar a una ciudad tan poco conocida y tan poco importante, si podría estar en cualquier lugar del mundo si así lo deseaba.

-       Deseaba regresar.

Un silencio les envolvió a los dos, casi como si ambos estuviesen pensando en sus propios porques y en sus propias razones para estar en este lugar en este preciso momento…

-       Esta ciudad parece tener un algo que nos atrae – soltó de repente Lussuria, captando la atención del joven de ojos bicolor, el cual le miró con cierta curiosidad.

-       Eso parece. – de cierta manera entendía a que se refería, que es lo que querían decir sus palabras.

-       Bueno yo voy a estar abajo limpiando un poco este lugar – dijo acercándose al umbral de la puerta nuevamente - Ahora que hay dos personas un poco de limpieza no vendría mal. – soltó con voz cantarina mirando al menor.

-       ¿Limpieza?

-       No te molestes en decirme algo, Squalo siempre que puede me regaña por eso, pero que quieres que te diga, me gusta hacerlo – si Mukuro había encontrado extraño a Lussuria antes, esto solo lo hacia aun mas. – Nos vemos…

-       Nos vemos. – se despidió el peliazul mas que intrigado.

Un inmortal al que le gusta limpiar y cuidar a los demás. Mukuro simplemente le vio salir de la habitación para luego cerrar la puerta a su espalda.

El peliazul soltó un suspiro de su maleta sacó un cambio de ropa y se dirigió al cuarto de baño, ya después se dedicaría a ordenar su recamara, la presencia de esas sabanas blancas cubriéndolo todo le estaba poniendo algo nervioso, así que lo mejor seria deshacerse de ellas de inmediato…

Así que con su cambio de ropa en mano se adentró en el cuarto de baño, lugar en el cual tomó una ducha rápida para luego vestirse y comenzar a quitar todas las sabanas que cubrían sus muebles.

Se entretuvo haciendo eso, después de deshacerse de las sabanas, se dedicó a limpiar la recamara en si, la cual tenia una buena cantidad de polvo acumulado por los años de abandono, así que sin darse cuenta ocupó gran parte de la mañana en eso, simplemente limpiando y ordenando, el tiempo corrió sin que pudiese darse cuenta de ello.

Horas después, una vez que acabó con su habitación, quedó impresionado al  descubrir como el tiempo parecía haberse detenido en la recamara. Parecía como si ni un solo día hubiese transcurrido desde la última vez que había estado allí. Algo dentro de su pecho se oprimió ante tal pensamiento,  el ardor de un recuerdo en lo profundo de su corazón…

-       Curioso…- fue lo único que pudo decir al comprobar como todo seguía exactamente igual, cada detalle, cada mueble, en cada lugar. Agachó la mirada algo triste – Quizás un poco de aire sea lo mejor – Se dijo para si mismo, mientras tomaba su chaqueta, sus gafas y sus guantes.

Salió de la mansión con paso tranquilo, ¿Hace cuando tiempo que no sentía la luz del sol acariciándole la piel? Unos cuantos años ya. Normalmente no acostumbraba a salir a la luz, pero su regreso a la ciudad le había impulsado a pasear por sus calles a la luz del día, solo para ver como el tiempo había corrido en aquel lugar, solo para ver los cambios bajo la luminosa luz del sol.

Ver la gente pasar, yendo y viniendo de sus lugares de trabajo o hogares, los estudiantes paseando con sus amigos, la gente riendo, conversando. Mukuro soltó un largo suspiro mientras continuo paseándose por las calles, completamente solo en medio de una multitud.

Se sentía tan fuera de lugar, tan solo…tan extraño, en situaciones como estas, caminando entre medio de la gente, perdido entre una multitud sentía al monstruo dentro de el gruñir, sentía como se retorcía en su interior en búsqueda de salir, en búsqueda de lo único que podía saciarle…

Sangre…

No supo bien porque, pero acabó frente a un instituto, recordaba que antes, había habido otro instituto en el mismo lugar, pero de ese ya no quedaba rastro, en su lugar se levantaba uno nuevo uno moderno, bonito en su estructura simple, carente de todos los detalles que tuvo su predecesor, pero igualmente cuidadosamente construido, el inmortal sonrió con melancolía.

El dolor regresaba…

La tristeza…

Quizás no había sido tan buena idea regresar a la ciudad…

Quizás realmente habido sido una mala idea…

-       ¡¡Décimo!! – escuchó que alguien cerca de el gritaba en dirección a la entrada del instituto, ni se había percatado de que la campana acababa de sonar y los estudiantes salían de clases, se había quedado ensimismado en sus pensamientos, en sus recuerdos.

Se volteó para ver quien era la persona que gritaba, encontrándose con un chico de unos 16 años, de cabello gris y con cierta apariencia de maleante. Mukuro enarcó una ceja ante esto, para luego desviar la mirada en dirección hacia donde el chico caminaba.

Y allí…se quedo petrificado.

¿Es que acaso los años le estaban jugando una ilusión?

¿Acaso sus ojos le engañaban?

¿Acaso al fin había enloquecido?

Eso no podía ser real…simplemente era imposible…

Allí, caminando hacia el chico de cabello gris, estaba la viva imagen de su adorado Vongola, de su perdido y nunca olvidado Primo Vongola.

El chico no parecía tener mas de 16 años, no pudo evitar sonreír ante esto, cuando había conocido a Primo, este no había tenido mas de 16, llevaba el uniforme del instituto al igual que el peligris, era un poco mas bajo que este, su bolso colgando de su hombro, sus ojos grandes y castaños, y su cabello café desordenado. Todo en el gritaba el recuerdo de Primo, todo en el le reflejaba…

¿Es que acaso veía un espejismo? ¿O lo que veía era real?

-       ¿Qué sucede Gokudera-kun? – escuchó que el chico de cabello castaño le preguntaba al peligris, ¿La gente notaria su mirada impresionada? O el hecho de que se había detenido a un lado de la entrada simplemente para mirar con claridad al chico que era el reflejo de su antiguo Vongola.

-       Nada, es solo que dijimos que íbamos a ir al cine hoy ¿No es así?

-       ¡Cierto! – exclamó el mas bajo con una sonrisa en el rostro – Tenemos que esperar a Yamamoto-kun

-       ¿Tenemos que esperarle? – preguntó como quien no quiere la cosa, casi como si esperara que el mas bajo le dijera que no había necesidad de esperar al otro.

-       Gokudera-kun – le regañó el castaño mientras entrecerraba sus ojos, a lo que el peligris simplemente se encogió de hombros, casi como si aceptara su derrota ante el mas bajo

-       Esta bien, le esperaremos. – y fue en ese momento, que lo vio…el castaño clavó sus ojos cafés en la silueta que estaba de pie junto a la entrada del instituto, casi como si estuviera hipnotizado por esta. Mukuro tembló ante el contacto visual directo con ese enorme par de ojos cafés.

-       ¿Quién… - se estaba preguntando Tsuna, cuando sin poder aguantar mas el hecho de estar frente al vivo reflejo de su perdido Vongola, la silueta desapareció de regreso a la mansión a una velocidad que ningún humano normal podría jamás soñar.

-       ¿Sucede algo Décimo? – interrogó el mas alto, al ver el rostro del castaño cruzado por la sorpresa.

-       No, nada…solo…me pareció ver algo… - dijo mientras buscaba con la mirada la silueta que había visto ¿Acaso había simplemente desaparecido?

Oh, pero si al destino le gusta jugar con los corazones de las personas, ya sean estos mortales o inmortales.


Fin capitulo 1.

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