10 de marzo de 2011

"Insatiable" Capitulo 4

Publicado por Ororo
Capitulo 4 de "Insatiable"

"Podía sentir un par de manos frías recorriendo su piel, el contraste entre lo caliente de su cuerpo y lo frío de as manos, las que viciosamente le acariciaban como si quisieran recordar cada centímetro de su piel, cada detalle, cada lugar, era sobrecogedor…"

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Ororo.


"Insatiable"

Capitulo 4: “Golpe de realidad”



Dos días tuvieron que pasar para que Tsuna estuviera algo más tranquilo, aunque aquí la palabra clave es “algo”, si bien aun de vez en cuando Mukuro revoloteaba en sus pensamientos, el joven jefe Vongola había logrado calmarse lo suficiente como para al fin recibir a Gokudera y a Yamamoto como si nada hubiese pasado, aunque tubo que recurrir a todas sus habilidades actorales para no dejar escapar ningún rastro de nerviosismo…No podía permitir que su consigliere sospechara algo…

- ¿Todo a estado bien? – fue lo primero que preguntó Gokudera mientras se encaminaban a la oficina del joven jefe Vongola.

- Por supuesto ¿Por qué lo preguntas? – inquirió Tsuna al momento de detenerse frente a la puerta de su oficina para así abrirla, sabiendo que Gokudera entraría justo después de el.

- Es solo que… - el peligris dudó un segundo antes de responder - Reborn-san parecía algo preocupado – dijo cerrando la puerta a su espalda, viendo como el castaño se acercaba al escritorio y se sentaba detrás de este.

- ¿Reborn preocupado? – el castaño no pudo evitar enarcar una ceja ante esto, sabia que el arcobaleno era inquisidor y perspicaz, pero nunca creyó que llegaría al punto de advertir a Gokudera, aunque no supiera absolutamente nada…aun…

- Si, por usted Decimo – fue esto lo que llamó la atención de Tsuna, si su arcobaleno tutor estaba preocupado por el, es porque sospecha algo. Un paso en falso y todo se descubriría antes de que tuviera la oportunidad de explicar el porque de sus acciones. ¡Demonios!

- Reborn siempre exagera…- dijo mientras movía la mano en gesto de poca importancia, para así quitarle relevancia al hecho - ¿Y como les fue? – interrogó de inmediato, cambiando el tema para que así Gokudera no indagara mas en el asunto.

- Bastante bien, aquí esta el informe detallado – le extendió una carpeta – pero en resumen Varia sospecha de un ataque a la familia. – soltó el peligris sin miramientos mientras se sentaba en una de las sillas frente al escritorio.

- Entiendo ¿Y que recomiendan al respecto? – interrogó Tsuna mientras hojeaba la carpeta con calma, pudo escuchar como su consigliere soltaba un largo suspiro, lo que solo podía significar que no serian exactamente buenas noticias las que diría a continuación…

- Que algunos de los asesinos independientes Varia se instalen en la mansión Vongola.

- ¿Qué? – Tsuna clavó sus ojos castaños en su guardián, el cual solo se encogió de hombros como si aquello fuese algo inevitable.

- Se quedaran hasta que hayan dejado un firme perímetro de seguridad alrededor de la mansión. – le explicó el peligris.

- Pero si la mansión es segura, están mis guardianes, y Reborn…- comenzó a enumerar Tsuna…

- Pero no todos los guardianes…- le recordó Gokudera, a lo que el castaño se colocó algo nervioso, sin poder evitar pensar en Mukuro nuevamente – Después de todo Hibari y Ryohei aun no regresan, Lambo no puede pelear y Chrome esta fuera del país…- le explicó Gokudera recordando todas las cosas de importancia con respecto a los guardianes.

- ¿Chrome esta fuera del país? – no pudo evitar preguntar el castaño, a lo que el guardián enarcó una ceja y le miró.

- Si, ¿Ella no le aviso? – inquirió el peligris.

- No.- fue la simple respuesta del joven jefe Vongola, notando esto Gokudera recurrió a informarle sobre el hecho.

- Bueno, ella se fue por unos días a Japón, pero mencionó algo de que no tardaría demasiado.- le dijo el peligris con mas detalle, a lo que Tsuna no pudo evitar sorprenderse…

- ¿Cómo puedes saber tanto si acabas de regresar? – no pudo evitar preguntar Tsuna, ante el hecho de que Gokudera parecía saber exactamente todo lo que hacían todos en cada momento, en el lugar que sea.

- Es mi trabajo saberlo todo…por algo soy su consigliere, Decimo.- dijo mientras inflaba el pecho de orgullo.

- Hice bien al elegirte a ti – le sonrió Tsuna, a lo que Gokudera también sonrió – Bueno, entonces Varia vendrá a la mansión…- dijo retomando el tema anterior.

- Si – le respondió Gokudera.

Un silencio les inundó mientras ambos parecían haberse perdido en recuerdos y pensamientos que nada que ver tenían los que actual conversación…

- ¿Se sabe quienes vendrán? – inquirió Tsuna regresando a su tarea de hojear la carpeta que Gokudera le había entregado.

- No, aun no.

- Perfecto – soltó con ironía – Así que será una sorpresa.

Gokudera no pudo evitar soltar una risita ante esto ultimo, tomó nota mental de comenzar los preparativos para la llegada y presencia de Varia en la mansión, alejar las cosas de valor, reforzar algunas habitaciones, cosas como esas…Después de todo Varia no se caracterizaba por ser terriblemente ordenado o siquiera cuidadoso…lo mejor era prevenir mas daños del necesario…

De repente algo interrumpió sus pensamientos, ambos intercambiaron unas miradas, se podían escuchar con claridad exclamaciones, risas estridentes y pasos ruidosos, lo cual solo podía significar una cosa, el guardián del sol estaba de regreso en la mansión Vongola.

Las puertas de la oficina se abrieron abruptamente de par en par y por estas hizo acto de presencia el escandaloso guardián del sol, Sasagawa Ryohei, vestido con unos simples jeans, una polera blanca y una chaqueta deportiva, sonrió ampliamente a los que estaban en la oficina…

- Hola – saludó Tsuna, la energía desorbitante de Ryohei siempre intimidaba un poco al jefe, en especial cuando regresaba de algún a misiono de un tiempo afuera.

- ¡¡Oh jefe!! ¡¡Ya estoy de regreso!! – exclamó el guardián mientras dejaba a un lado el bolso que llevaba al hombro y se acercaba a Tsuna a pasos rápidos y ruidosos.

- Lo notamos…- murmuró Gokudera cruzándose de brazos y moviéndose hacia un lado para que así el otro guardián pudiera abrazar al joven jefe de la familia de aquella manera efusiva que siempre le había caracterizado.

- ¿Cómo estuvo tu viaje? – interrogó el castaño aun atrapado en el abrazo del guardián del sol, sin saber si quería soltarse o no, después de todo llevaba tiempo sin ver a Ryohei…

- Bien, bien, ¡¡Excelente!! – le respondió Ryohei con una amplia sonrisa en el rostro soltando al menor.

- Es bueno saberlo. – fue lo único que pudo decir el castaño mientras se sobaba los hombros, algo adolorido.

Tras ese caluroso gesto, Tsuna y el guardián del sol se sentaron en un sofá cercano, Ryohei se entretuvo contándole a Tsuna como había estado su viaje, como estaba la familia en Japón, como Haru y Kyoko esperaban que apenas tuviese tiempo les visitara, toda esa clase de cosas, también le contó de que tuvo la oportunidad de intercambiar unas palabras con Colonnello y con Lal, de que ambos le enviaban sus saludos también.

La conversación parecía animada e interesante, incluso Gokudera escuchaba atentamente, cuando de repente, Ryohei se quedó callado…

- ¡Ah! Casi lo olvido, no soy el único que llegó a la mansión – informó el guardián del sol como quien no quiere la cosa.

- ¿A que te refieres? – inquirió Gokudera acercándose al otro guardián, mientras achicaba la mirada, Ryohei soltó una risita nerviosa desviando su mirada del peligris.

- Varia esta en el vestíbulo, pensé que ya lo sabían, Yamamoto estaba con ellos – dijo Ryohei poniéndose de pie y tomando su bolso.

- ¿¡Ya están aquí!? ¿¡Tan pronto!? – interrogó Tsuna mas que sorprendido con lo recién dicho.

- Ese idiota debe haberse quedado conversando con el tiburón – soltó Gokudera refiriéndose a Yamamoto, cruzándose de brazos. – Podrías haber avisado antes…- dijo mirando a Ryohei, el cual ya estaba a unos pocos pasos de la puerta.

- Lo mejor será que vayamos a recibirlos – dijo el jefe Vongola, a lo que sus dos guardianes asintieron.

- Yo voy a dejar esto a mi habitación y bajaré de inmediato. – dijo Ryohei saliendo de la oficina rumbo a su habitación, mientras mas rápido fuera mas rápido estaría en el vestíbulo para ayudar.

Gokudera y Tsuna salieron de la oficina y comenzaron a caminar hacia el vestíbulo, al llegar a la escalera que les llevaría al primer piso, pudieron ver con claridad quienes de Varia habían llegado.

- Buenas – saludó Tsuna una vez que comenzó a bajar las escaleras – Xanxus, Squalo, Lussuria – dijo moviendo la cabeza a cada uno de ellos, pero extendieron su mano hacia el líder Varia, el cual la estrechó con firmeza.

- Asumo que ya se le habrá informado del porque de nuestra presencia aquí, ¿No es así Decimo? – inquirió Xanxus con su voz varonil y firme, a lo que el mencionado Decimo asintió.

- Si, mi consiguiere me ha dicho de que están aquí para armar un perímetro de seguridad.

- Así es…- respondió el ojirojo mientras se cruzaba de brazos.

- Bueno, sean bienvenidos a la mansión Vongola – dijo el castaño mientras le hacia una seña a una sirviente que caminaba por uno de los pasillos cercanos, la cual se acercó de inmediato – Enséñales sus habitaciones por favor.

- De inmediato. – respondió ella.

- Yo iré con ellos Decimo – le susurró Gokudera, alo que el castaño asintió.

De esta manera Yamamoto, Ryohei y Tsuna se quedaron en el vestíbulo, el último de ellos se cruzó de brazos y miró a sus dos guardianes.

- Asegúrense de ayudar a Varia en todo lo que puedan necesitar.

- Por supuesto Jefe – respondió el guardián del solo con una amplia sonrisa en el rostro.

- Será un placer Tsuna – le dijo Yamamoto.

Tras ese ultimo intercambio de palabras, Tsuna prefirió regresar a su recamara, sin siquiera pensarlo o imaginarlo siquiera, la mansión poco a poco comenzaba a llenarse de gente, ¿Era acaso un mensaje? ¿Algo le decía que debía contarle a su gente? O por lo menos a Reborn que había liberado a Mukuro, o sino las cosas podrían salirse de control en segundos.

El joven Vongola entró en su habitación y se dejó caer sobre la cama, sin moverse mucho se deshizo de su chaqueta, zapatos y pantalones, quedando simplemente con la camisa y la ropa interior. Sin poder ni querer evitarlo, cayó profundamente dormido, sin saber que en el reino de los sueños alguien le esperaba con ideas algo macabras en mente.


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Podía sentir un par de manos frías recorriendo su piel, el contraste entre lo caliente de su cuerpo y lo frío de as manos, las que viciosamente le acariciaban como si quisieran recordar cada centímetro de su piel, cada detalle, cada lugar, era sobrecogedor…

Un gemido escapó de sus labios al sentir como una de esas manos envolvía su virilidad, fue allí que cayó en la cuenta de algo importante, las manos que le acariciaban no estaban frías por el hecho de que la piel de estas lo estuviera, sino que por el hecho de que llevaban guantes…

- ¿Guantes? – susurró para si, mientras abría sus ojos castaños, encontrándose con un brillante y peculiar par de ojos, uno azul y uno rojo le devolvían la mirada, mientras que una sonrisa sombría se dibujaba en los labios de aquel dueño de esos ojos – Mukuro…- soltó un suspiro ¿Qué hacia allí? ¿Cómo había entrado? ¿Estaba esto sucediendo de verdad? ¿Era esto un sueño? ¿Qué pasaría ahora?

- Oh, pero si sabes perfectamente que sucederá ahora – le respondió el mayor casi como si leyera su mente.

Y fue allí que sintió un dolor punzante, como si algo le estuviese pinchando, algo con un filo, un algo que estaba hiriendo su piel, clavó sus ojos en Mukuro, el cual sonrió mas ampliamente para luego lamer uno de sus dedos enguantados, Tsuna pudo que en estos quedaba un leve rastro de sangre…

- ¿Sangre?

- Una pequeña marca, nada mas – dijo Mukuro tomando la mano de Tsuna, aquella que llevaba el anillo Vongola – Solo yo puedo tenerte, solo yo puedo matarte…- susurró mientras llevaba la mano hasta sus labios y besaba el anillo Vongola.

Tsuna estaba perplejo, ¿Qué significaba todo esto? ¿Por qué estaba haciendo esto? ¿Qué es lo que buscaba Mukuro? Sujetando firmemente la mano que portaba el anillo del cielo, aprisionó al menor bajo el peso de su propio cuerpo, pudiendo sentir como el joven Vongola se revolvía bajo este…

- ¡¡Mukuro!! ¡¡Basta de todo esto!! ¡¡Suéltame!! – exclamó el castaño removiéndose todo lo que podía, pero su fuerza era poca en comparación a la del mayor

- No vale la pena pequeño Vongola, estas atrapado – sin que el castaño pudiese hacer algo, un cuchillo rasgo su camisa con fuerza, casi rozando peligrosamente su piel, para luego ser volteado hasta quedar de cara en la almohada en la que antes había estado cómodamente durmiendo. Mukuro se movió un poco para luego quedar sentado ahora sobre la espalda del menor, un escalofrío recorrió el cuerpo de Tsuna, el cual no solo podía sentir la excitación de Mukuro rozando a través de la tela del pantalón de este, sino que también aquel dolor que había sentido antes, ahora lo sitia mas fuerte, proveniente de su abdomen

- ¡¡Mukuro!! ¡¡Suéltame!! – exclamó nuevamente removiéndose lo poco y nada que podía con el peso de su guardián de la niebla sobre el.

- Yo creo que no…- dijo el mayor – Tsunayoshi-kun…- dejando que su aliento calido acariciara el cuello del menor, el cual no pudo evitar estremecerse ante el roce

- Mukuro, esto no es divertido.

- ¿Quién dijo que debía serlo? – y con esas palabras comenzó a acariciar la espalda de Tsuna con el filo del cuchillo que llevaba, dejando que sintiera el suave roce del metal en su frágil piel.

- Mukuro ¿Qué haces? – inquirió Tsuna comenzando a temblar, temiendo por lo que podría suceder a continuación.

- Marcándote…- y tras esas palabras, rasgó la ropa interior del menor con el cuchillo. – Solo mío…

- No…- susurró Tsuna contra la almohada, apenas podía moverse, Mukuro era mas fuerte y estaba en una posición de ventaja, sumado a ello, ya suponía que es lo que venia a buscar el ilusionista...

Un dedo enguantado se adentro en el castaño, el cual soltó un quejido ante la abrupta intrusión, un quejido que se vio amortiguado por la almohada, la que comenzaba a recibir sus silenciosas lagrimas…Esto no estaba bien, Mukuro estaba dominado por su deseo, su necesidad de tenerle…

El guardián de la niebla estaba completamente poseído por el deseo, por la lujuria, por un sin numero mas de emociones que simplemente no podía explicar y que tampoco quería entender. En este momento solo quería sentir la piel de Tsuna, sentir su interior, escuchar sus gemidos, su llanto…

- Grita para mi Vongola – dijo en un siseo, mientras le penetraba de una estocada, dejando al menor que sintiera los piercing que se había hecho…

- Ah… ¿Pero que? – Tsuna los acababa de sentir, rozando su interior de manera extraña, pero eso fue todo lo que pudo decir, antes de que Mukuro comenzara a entrar y salir, embistiendo con fuerza - ¡Basta! ¡Mukuro! ¡Basta! – exclamaba intentando de alejarse del mayor, pero solo logrando que este soltara una risa maléfica y que embistiera aun mas fuerte, mas rápido, con menos misericordia.

- Grita para mí Vongola…

- ¡¡NO!!


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Un golpe en la puerta… ¿Qué hora era? El castaño comenzó a abrir sus ojos, estiro una de sus manos y alcanzó el reloj de su mesita de noche, pudo notar que marcaba las 8, y notando la luminosidad de su recamara, eso solo podía significar que eran las 8 de la mañana, se restregó un poco los ojos, escuchando nuevamente un golpe en la puerta. Fue allí que recordó de golpe a Mukuro, se sentó en su cama, notando que la camisa con la que se había quedado dormido estaba completamente intacta, pero su ropa interior había desaparecido…

- ¿Fue real? ¿Un sueño? ¿Una ilusión? – se preguntó a si mismo mientras se ponía de pie, al hacerlo sus piernas temblaron y tuvo que sujetarse de la pared mas cercana para no caer, fue allí que pudo sentir algo escurriendo por entre sus muslos – Oh mierda, esto no puede ser – estaba mas que claro de que era semen y sangre, lo que sea que sea que había hecho Mukuro, había sido lo suficientemente real como para que quedara rastro en su cuerpo. Nuevamente el golpe en la puerta.

- ¿Decimo? – era la voz de Gokudera, el pánico comenzó a llenarle, ¿Qué hacer? Su consiguiere no podía verle así, no podía…no podía…

- Estoy en el baño, pasa. – dijo mientras que con paso veloz, o por lo menos lo mas rápido que pudo, se adentro al cuarto de baño, cerrando la puerta en el momento que Gokudera entraba a la habitación.

Tsuna se apoyó en la puerta cerrada, aguantándose un sollozo, Mukuro le había violado, sin contemplación y remordimiento alguno.

- Decimo, Varia pide autorización para comenzar a armar el perímetro de seguridad – pudo escuchar la voz de Gokudera del otro lado de la puerta.

- Diles que…- se tragó el llanto que quería dejar salir y aclaró la voz lo mejor que pudo, Gokudera no podía saber lo que le había sucedido – Diles que tienen autorización.

- Esta bien – el peligris había comenzado a alejarse de la puerta del baño en dirección a la puerta de la habitación, cuando la voz de Tsuna le detuvo en sus pasos.

- ¿Gokudera-kun? – llamó al peligris, sabiendo que su voz saldría amortiguada del otro lado de la puerta, pero aun así esperando que el otro pudiera escucharle…

- ¿Si, Decimo? – el peligris había escuchado.

- ¿Podrías comunicarte con Chrome? – pidió casi en un susurro - Y decirle que venga a la mansión lo más pronto posible.

- Por supuesto…- le respondió Gokudera, mas que sorprendido con el curioso pedido de su jefe, por lo cual no pudo evitar preguntar - ¿Decimo? ¿Sucede algo?

- No, no, todo esta bien…

- Esta bien, entonces me retiro…- y tras esas ultimas palabras Gokudera salio de la recamara, dejando nuevamente solo al joven jefe Vongola, solo para lidiar con todo lo que acababa de sucederle.

- Oh dios…- Tsuna espero unos segundos antes de dejar a las lagrima deslizarse por su rostro – Oh dios ¿Qué he hecho? – susurró para si mismo mientras se abrazaba las rodillas y hundía su rostro entre ellas – He liberado un monstruo…un monstruo que va tras de mi…

Continuó llorando por unos minutos más, antes de tomar la decisión de encender la ducha. Comenzó a desabotonar la camisa que aun llevaba puesta cuando lo notó, un aro en su ombligo relucía con un brillo rojo en su piel manchada de sangre.

- ¿Pero que? – supo en ese preciso instante que ese aro era la forma de Mukuro para marcarle, no solo la violación…La joya dañando su piel era la prueba fehaciente de su posesión…

“Solo mío”

Retumbó en la cabeza de Tsuna una y otra vez, la voz de Mukuro se repetía…aun podía escucharle…

“Grita para mi Vongola”

Y no hay forma de escapar…un monstruo insaciable le seguía y no se detendría hasta arrebatarle todo, ya le había dado su virginidad, su cuerpo y sin saberlo su propio corazón, y eso era algo que simplemente no podía entender por completo, no podía entender porque a pesar del hecho de que Mukuro le había hecho algo terriblemente malo, no podía dejar de pensar en él, no podía dejar de desear que estuviese a su lado, no solo como su guardián. ¿Es que acaso se había vuelto completamente loco? ¿Es que acaso sus propias emociones le habían cegado por completo?

Tsuna simplemente no sabía que pensar o que creer, todo parecía fuera de control, y ahora tras la violación, no podía dejar de pensar que todo lo que estaba sucediendo era un golpe de realidad, un algo que le mostraba el como sus decisiones tenían consecuencias, en este caso sobre el mismo. ¿Por cuánto tiempo podría mantener todo esto oculto antes de que alguien notara algo?

Se metió bajo la ducha, a la espera de que el agua no solo limpiara los rastros en su cuerpo, son que también le ayudara a limpiar todo lo que estaba dando vueltas dentro de su cabeza, que le ayudar a relajarse un poco, a olvidar, a tranquilizarse…necesitaba pensar con claridad, pero parecía inútil, mientras el agua borraba el rastro de Mukuro en su cuerpo, no podía olvidar el rostro de su guardián al momento de sacarlo de aquel tanque que había sido su prisión, aquel rostro relajado, no pudo evitar dibujar una leve sonrisa en su propio rostro ¿¡Es que acaso estaba loco realmente!? ¡¡Dios!! ¡¿Cómo podía pensar así de Mukuro después de lo que le había hecho!?

Apoyó su frente en una de las frías paredes de la ducha, dejando que el agua continuara acariciando su piel, las cosas no iban para nada bien, sin poder evitarlo sus ojos se desviaron hacia aquel aro que adornaba su ombligo…

- ¿Qué se supone que voy a hacer ahora? – se preguntó a su mismo en un susurro.

Mientras el joven jefe Vongola se debatía dentro del cuarto de baño, bajo el agua tibia de la ducha, Gokudera se encontraba en la habitación de Yamamoto, caminando de un lado a otro ante la atenta mirada del espadachín antes mencionado, el cual esperaba con paciencia alguna clase de explicación, alguna palabra de parte del peligris, que le indicara que demonios estaba sucediendo. El moreno temía preguntarle a su pareja, ya que por la expresión que este traía, algo serio debiera ser, algo en lo profundo de su ser se lo decía, lo que sea que le sucedía a Gokudera era algo importante.

El consigliere no detenía su caminar, yendo y viniendo de un lado a otro con los brazos cruzados frente a su pecho, con el ceño fruncido y los labios apretados, de vez en cuando se detenía, miraba a Yamamoto, casi como si quisiera decirle algo, para luego soltar un suspiro y continuar caminando sin cesar, el cual comenzaba a exasperar al espadachín, algo que no se lograba con facilidad, tomando en cuenta la clase de personalidad que tenia Yamamoto, exasperarle o hacerle perder la paciencia era algo que no se lograba con facilidad, aunque tratándose de Gokudera, el peligris siempre se había caracterizado por lograr cosas imposibles de parte del espadachín, así que no era sorpresa de que si había alguien que podría exasperar a Yamamoto, ese tendría que ser Gokudera.

- ¡Por Dios Hayato! ¿Qué demonios sucede? Llevas así casi una hora y no has dicho absolutamente nada - terminó por explotar el espadachín, logrando su cometido de detener a Gokudera en su incesante paseo, el cual clavó sus ojos claros en los oscuros de Yamamoto.

- Es el Decimo… - dijo el peligris después de una larga pausa, a lo que el moreno se puso de pie de donde había estado sentado y se acerco a Gokudera con los ojos calmos.

- Siempre es el décimo…- le dijo el japonés con voz suave.

- ¡No! ¡Esta vez es algo importante! – comenzó a decir con la voz cargada de nerviosismo, de miedo, de mil y un emociones, y ninguna de ellas buena.

- Hayato…- intentó calmarle, pero Gokudera parecía no querer calmarse aun, colocó ambas manos en los hombros del moreno y en una suave caricia envolvió el cuello del más alto.

- No…Takeshi, esta vez es importante, algo le sucedió al décimo y no puedo saber con exactitud que…temo saber con exactitud…- la sola mención de su nombre de pila fue suficiente para hacerle entender que todo esto era grave, Gokudera nunca le llamaba por su nombre de pila…

- ¿Estas seguro?

- Si, simplemente lo se…

- Pero… ¿El te dijo algo? – inquirió mientras acariciaba el cabello gris del otro guardián, a la espera de que esto le calmara un poco.

- Si, me pidió que contactara a Chrome…

- ¿A Chrome?

- Si.

- ¿Y lo hiciste?

- Aun no…

- Hazlo de inmediato, quizás no quiera decirnos a nosotros que sucedió, pero si llamó a Chrome, es porque quizás quiere hablar con ella. – le explicó Yamamoto, sorprendiendo un poco a Gokudera con su conclusión, mas ante el hecho de que era bastante creíble.

- ¿Y porque no con nosotros? – se preguntó Gokudera mas a si mismo que para los dos, pero igualmente el espadachín le respondió.

- Porque somos sus amigos y sus subordinados, el cree que debe mantener esa imagen de jefe y amigo confiable – explicó el moreno con voz calma.

- Teme que lo que sea que nos pueda decir ¿Arruine esa imagen?

- Exacto. – decir que Yamamoto no era inteligente era dejarse llevar por las apariencias, pues por lejos podía deducir muchas cosas con la información brindada, aunque esta fuese poca.

- Voy a contactar a Chrome de inmediato, es lo mejor – dijo Gokudera separándose del mas alto y acercándose a la puerta de la habitación.

- Hayato – le detuvo, el peligris se volteó para mirarle, al hacerlo, se encontró con el rostro serio del espadachín.

- ¿Qué?

- ¿Que fue lo que te hizo pensar que algo le sucede a Tsuna? – inquirió Yamamoto temiendo por la clase de respuesta que el peligris podría darle. Pudo ver como Gokudera agachaba la mirada, con la duda reflejada en su rostro, casi con el mismo temor del espadachín a decir lo que debía decir.

- Había manchas de sangre en el suelo…- se detuvo, como meditando las palabras que diría a continuación - …y en la cama…

Yamamoto abrió sus ojos negros en sorpresa, ahora comprendía el porque de la desesperación de su pareja, aquel escenario lo explicaba todo, la sangre en la habitación de Tsuna había causado todo el miedo en Gokudera, y ahora en el mismo…

- ¿Sangre? ¿Estas seguro? – Gokudera le miró con firmeza, en su rostro no se veía duda alguna.

- Más que seguro. – fue la escueta respuesta del joven consigliere.

- Oh Dios – soltó Yamamoto sentándose en el borde de la cama, por fin tomándole el verdadero peso a toda la situación.

- Voy a comunicarme con Chrome y regreso enseguida.

- Por supuesto, yo…yo iré a ver a Ryohei-san…no, no puedo quedarme aquí…- dijo poniéndose de pie y acercándose a donde Gokudera se había quedado de pie detenido.

- Intentaré no tardar – le respondió el peligris acercándose a Yamamoto y depositando un rápido beso en los labios del espadachín, antes de salir veloz hacia el pasillo.

Yamamoto se quedó de pie unos segundos mas antes de encaminare en busca del guardián del sol, cualquier cosa con tal de sacarse la ansiedad y la preocupación de la cabeza por unos segundos, por mas que deseara ir y preguntarle a Tsuna directamente que es lo que le sucedía, sabia bien que no podía simplemente llegar y hacerlo, que si lo intentaba, el castaño se cerraría por completo y no diría absolutamente nada, así que por ahora solo les quedaba confiar en que Rokudo Chrome pudiera sacarle algo de información a Tsuna, a la espera de que esta información no resultara ser tan drásticamente horrible como estaba temiendo que seria.

El espadachín no podía evitar sentir de que por más que Gokudera y el mismo desearan que todo esto no fuera tan grave como parecía serlo, acabaría siendo exactamente así, o incluso peor.

Un escalofrío recorrió su espalda ante el solo pensamiento.

Fin capitulo 4.

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