10 de marzo de 2011

“Key to the heart” Capitulo 3

Publicado por Ororo
Aquí les traigo el capitulo 3 de "Key to the heart".

"Bebía de su café negro como todas las mañanas, estaba sentado en un elegante pero pequeño café en Francia, cerca del barrio antiguo de París, su sombrero cubría y protegía su rostro del sol, sus ojos dorados ocultos tras unas gafas oscuras, lo que le daba un aire aun mas misterioso, completamente vestido con un traje negro de dos piezas, todo en él gritaba elegancia, poder y dinero."

Ororo.



“Key to the heart”

Capitulo 3: Una semana antes.

La puerta del comedor se abrió de par en par y en el umbral apareció el adolescente de ojos verdes, con una enorme y preciosa sonrisa en el rostro.

- ¿Cuándo llegaron? – soltó corriendo a abrazar primero a su madre y luego a su padre, al hacer eso, notó la presencia de una tercera persona - ¡Tsuna! – exclamó sonriéndole al castaño, el que le sonrió de vuelta.

- Hola – saludó el castaño.

- ¿No tienes escuela? - inquirió su madre a lo que el adolescente se cruzó de brazos y enarcó una ceja.

- No han respondido mi pregunta.

- Llegaros hace unas pocas horas atrás – respondió su padre.

- ¿Cuánto tiempo planean quedarse esta vez? – preguntó el de ojos verdes pasando la mirada de su padre a su madre.

- Una semana, después debemos ir a Italia… – le respondió esta vez la mujer.

- Y tu, vendrás con nosotros – completó su padre con una sonrisa.

- ¿¡En serio!? – exclamó sorprendido.

- Por supuesto – la sonrisa en el rostro de Lambo simplemente se amplió, parecía casi iluminar todo a su alrededor.

- El trabajo que vamos a hacer a Italia no será largo, así que podremos pasar tiempo juntos.

- Fantástico – exclamó el adolescente para luego mirar a Tsuna - ¿Y tu? – inquirió.

- Vine para hacer que realmente ese viaje sea como unas vacaciones con tus padres.

- ¡Excelente! – soltó el menor con una amplia sonrisa en los labios y con sus ojos verdes brillando de felicidad.

- Si no te vas ahora llegaras tarde – pudo escuchar la voz de su madre, esta ni siquiera había terminado de decir esas palabras cuando el adolescente ya había salido volando por la puerta rumbo a la salida.

El sol brillaba en el cielo, lo que simplemente le hacia sentir aun mas feliz, caminaba con una sonrisa en el rostro y con el bolso al hombro.

- ¡Lambo! – escuchó una voz femenina, el adolescente de ojos verdes se detuvo y se volteó.

- ¡Ipin! – soltó saludando a la chica que se le acercaba apresurada, tenia su misma edad y llevaba su largo cabello negro en dos largas trenzas. Era su mejor amiga, se habían conocido en uno de los tantos viajes de negocios de los padres de Lambo, negocios que les habían llevado a China, en donde habían terminado haciendo tratos con la familia de Ipin, la que encontrando una mejor oportunidad para hacer negocios habían decidido trasladarse a Japón con la familia de Lambo, desde entonces ambos herederos habían sido inseparables, los mejores amigos, por eso mismo la chica de nacionalidad china notó te inmediato que algo le sucedía a lambo, algo bueno, su rostro parecía brillar y el hecho de que no se hubiese tropezado aun solo acentuaba su suposición.

- ¿Qué sucedió lambo? Pareces demasiado feliz – soltó su amiga comenzando a caminar, el chico de ojos verdes a su lado.

- Mis padres regresaron hoy – le dijo el adolescente con una sonrisa, la chica sonrió de vuelta.

- ¿¡En serio!? ¡Eso es genial! ¿Cuánto tiempo se quedarán?

- Solo una semana, pero es no es la buena noticia.

- ¿Ah no?

- No – la sonrisa en el rostro de Lambo pareció incluso ampliarse – Yo viajaré con ellos a Italia.

- ¿¡En serio!? – la chica comenzó a saltar y Lambo con ella, estaban demasiado felices. Ipin sabia lo que era la vida de Lambo, la vida de heredero de fortuna, solitaria y llena de lujos que muchas veces estaban simplemente vacíos.

Ambos continuaron caminando y conversando de cosas simples, en poco tiempo llegaron a los terrenos del instituto privado al que asistían, siendo los hijos de personas importantes por supuesto que asistían a una institución educativa como esta.

El único problema era el hecho de que los dos amigos no iban en el mismo curso, estaban en el mismo nivel pero en diferentes salones.

- Nos vemos después – se detuvieron en la esquina en donde dos pasillos se encontraban, el salón de Ipin estaba al final de uno y el de Lambo al final del otro.

- Nos vemos – ella se despidió con un simple movimiento de mano y comenzó a caminar, Lambo espero unos segundos antes de hacer lo mismo.

Mientras caminaba rumbo a su salón no pudo evitar pensar en todas las cosas divertidas que podrían hacer en el viaje, realmente lo pasarían de maravilla, después de tanto tiempo sin ver a sus padres esto era como un maravilloso regalo. Lambo se detuvo al llegar a esa palabra ¿Regalo? ¡¡Oh por Dios!! Su cumpleaños era dentro de dos semanas ¿¡Como había podido olvidarlo!? Sonrió al darse cuenta todo lo que sus padres estaban haciendo por el, un viaje en donde podrían celebrar su cumpleaños numero 16. Y con eso en mente entró al salón.

Algunas cosas podían parecer perfectas, pero en la práctica, estaban muy lejos de serlas.

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Bebía de su café negro como todas las mañanas, estaba sentado en un elegante pero pequeño café en Francia, cerca del barrio antiguo de Paris, su s sombrero cubría y protegía su rostro del sol, sus ojos dorados ocultos tras unas gafas oscuras, lo que le daba un aire aun mas misterioso, completamente vestido con un traje negro de dos piezas, todo en él gritaba elegancia, poder y dinero.

- Llegas tarde – soltó con voz sedosa como un cuchillo en el momento que un joven de su misma edad se detuvo frente a él.

- No, tú llegaste muy temprano, como siempre – le respondió. Tenia el cabello rubio desordenado y un llamativo par de ojos celestes, vestía una musculosa blanca y unos pantalones militares, las botas finalizaban todo su atuendo, si l agente no notaba esto curioso, simplemente sabían ocultarlo bien, ambos parecían fuera de lugar ante el otro.

- No voy a comportarme como un bebe y rebajarme a tu nivel – soltó el de ojos dorados, a lo que el rubio rió secamente.

- Esta bien, esta bien – se rindió mientras se cruzaban de brazos.

- ¿Entonces? – inquirió enarcando una ceja.

- Te tengo algo interesante.

- Más vale que lo sea.

- Tan exigente como siempre.

- Tengo estándares que mantener – el rubio metió la mano en el bolso que llevaba consigo y sacó un sobre blanco.

- Toda la información esta allí – le explicó. El de traje abrió el sobre y comenzó a leer en silencio la serie de papeles pulcramente ordenados en el interior del sobre. Tuvieron que pasar unos silenciosos minutos mas para que el de cabello oscuro terminara de leer todos y cada uno de los documentos, todo era información valiosa y necesaria, aunque parecía lo contrario.

- Necesitaré algunas cosas – soltó luego de largos segundos después de haber dejado todos los papeles nuevamente ordenados dentro del mencionado sobre.

- Entonces ¿Tomaras el trabajo? – inquirió clavando sus ojos celeste en el moreno.

- No estaría pidiendo cosas si no fuera por ello – soltó.

- Ya, no hay necesidad de ponerse agresivos – el de cabello negro achicó la mirada, a lo que el otro rió, no sintiéndose intimidado ante la mirada afilada del otro.

- Necesitaré todo esto para mañana – dijo anotando unas cuantas cosas en italiano en el mismo sobre que el rubio le había extendido.

- ¿¡Mañana!? – exclamó el rubio mirando todo lo que el otro había anotado.

- Si, ¿Algún problema con ello? – soltó con una sonrisa de medio lado, desafiante y burlesca.

- No, ninguno – le respondió – Para mañana estará todo.

- Excelente – y tras esa última palabra se puso de pie y se perdió de vista la gente que caminaba por el lugar, el rubio soltó un suspiro agotado.

- Trabajar con ese demonio siempre hace mi vida mas difícil – soltó poniéndose de pie, colocándose su bolso al hombro y metiendo las manos en los bolsillos de su pantalón – Este día será uno muy largo – Y haciéndose a la idea de todo lo que tendría que hacer para poder conseguir todo lo que el otro le había pedido, se adentro en la ciudad por el lado contrario.

El hombre del terno se subió a un vehiculo negro y se encaminó de regreso al hotel en donde se estaba hospedando, era momento de comenzar a organizar lo que haría a continuación, y como. Con una sonrisa soberbia en sus labios bajó del automóvil y se adentró en el vestíbulo del hotel, lo primero que tendría que hacer era moverse, tendría que viajar a Japón dentro de esta semana, mientras mas rápido estuviese en el país asiático, mas rápido podría dejar todo en orden para terminar con este trabajo en menos tiempo del establecido por el cliente, terminaría todo en una semana, no en un mes. Sonrió para si mismo mientras se adentraba en su habitación del hotel. Una vez adentro se deshizo de su chaqueta y su sombrero, para luego sentarse en uno de los sillones que había en la sala, cruzó una pierna sobre la otra en un solo y elegante movimiento, y comenzó a ordenar dentro de su cabeza todo lo que haría, el viaje a Japón, reservación de hotel, la entrega de las cosas de Coronello, investigación y análisis del objetivo, y por supuesto el desarrollo final de todo su trabajo, la culminación. Cerró sus ojos dorados un segundo dejando los pensamientos relacionados a un lado de su mente, ahora estaba solo y podía relajarse un poco.

- Necesito un trago - soltó abriendo sus ojos y poniéndose de pie, un poco de alcohol le ayudaría a relajarse.

La suite que había pedido tenia todo incluido, habitación, cuarto de baño, comedor, cocina y minibar, se encaminó a este último con una sonrisa satisfecha en sus labios, cuando se refería a comodidad, no escatimaba en gastos.

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Ella podía ver la felicidad en el rostro del menor, quizás era la única que sabia esto, pero el saber que su amigo tenia una forma de expresarse, de liberar sus emociones le hacia sentir mas tranquila, y por supuesto privilegiada de ser ella quien había visto esto, nadie mas. Lambo realmente confiaba en ella.

- Es realmente hermoso Lambo – le dijo ella poniéndose de pie y acercándose al otro, el cual estaba sentado en uno de los taburetes del salón de artes dibujando en una libreta de dibujo.

- ¿En serio lo crees? – inquirió él algo sonrojado por haber sido elogiado.

- O sea, por supuesto, después de todo la modelo es hermosa – soltó con una sonrisa, a lo que Lambo rió.

- Tan modesta como siempre – le dijo el tomando la libreta con cuidado u amor, era uno de sus mayores tesoros, el dibujo era uno de la misma Ipin, sentada en el umbral de la ventana mirando hacia fuera.

- Realmente es hermoso ¿Tienes mas? – preguntó ella mirando por sobre el hombro de Lambo, el sonrojo aumento un poco.

- Si.

- ¿Puedo verlos?

- Esta bien – le respondió extendiéndole la libreta – Con cuidado, tengo unos papeles guardados adentro – dijo nervioso – Hay algunos que no están terminados así que no los mires mucho…de hecho ignóralos por completo – cuando Lambo se colocaba nervioso comenzaba a jugar con el collar en forma de llave, gesto que al parecer le relajaba.

- No te preocupes Lambo, todo lo que haces es hermoso – le dijo la chica con una enorme sonrisa en los labios. Lambo era algo tímido y un buen alumno, de hecho el chico era un genio, lo que por supuesto le traía mas de un problema, los chicos de 15 años podían llegar a ser muy crueles, mas de una vez Ipin había encontrado a su amigo llorando en el salón de artes - ¿Tsuna? – inquirió ella cuando se detuvo en uno de los dibujos, en donde salía el castaño sentado bajo un árbol con un libro en el regazo.

- Si, se veía tan tranquilo.

- Es extraño verlo sin su traje y su capa – le dijo ella ya que estaba acostumbrada a eso, pero Lambo que casi había crecido con el castaño, conocía lados de el que nadie más conocía.

- Lo se, la gente esta acostumbrada a su apariencia inalcanzable – Ipin continuó pasando las hojas, viendo los dibujos con cuidado y detalle.

- ¿Y ellos? – preguntó la chica deteniéndose, señalando un dibujo en donde salían tres individuos de pie frente a una puerta, los tres muy diferentes los unos a los otros. Uno tenia el cabello cortado recto, usaba lentes y parecía tener un peculiar tatuaje de un código de barras en una de sus mejillas. Otro tenia el cabello en puntas con varios pinches sujetando algunos mechones, una cicatriz cruzaba su rostro de lado a lado pasando por sobre su nariz. Y el último de ellos, el que estaba justamente en medio de los otros dos, tenía el cabello en un peculiar peinado de piña, con una larga mecha que acariciaba su espalda.

- Fueron a la oficina de Tsuna hace unas semanas atrás – le dijo Lambo a modo de explicación.

- Allí los viste entonces.

- Si, de hecho también habían dos chicas con ellas – dijo el de ojos verdes acercándose a Ipin y cambiando la hoja – Ellas – señaló a dos chicas, una de ellas llevaba un vestido negro y un peinado demasiado semejante al del hombre de la piña, un parche cubría uno de sus ojos. La otra llevaba el cabello corto y recto peinado hacia un lado, tenia puesto un vestido blanco y botas que llegaban al muslo – Ella y el hombre piña parecían ser hermanos – dijo Lambo refiriéndose a la chica del parche.

- Por lo que veo aquí, en realidad lo parecen – le respondió Ipin – Parecen interesantes – soltó cambiando las hojas viendo los demás dibujos.

- Eso parece, solos los pude ver esa única vez.

- ¿¡Una vez!? ¿¡Los viste una sola vez y pudiste hacer todo esto!? – inquirió ella sorprendida, los dibujos eran demasiado detallados, demasiado cuidadosos.

- Si, ese día había ido de visita a la oficina y ellos llegaron para hablar con Tsuna, el hombre piña fue el que mas habló, los otros solo le acompañaban.

Ipin estaba maravillada, realmente Lambo tenia gran habilidad para esto, podía hacer preciosos dibujos con solo un vistazo, simplemente hermoso. La chica no podía entender porque la gente se burlaba de Lambo, porque le molestaban y trataban cruelmente, quizás el hecho de venir de una de las familias mas poderosas en el rubro del desarrollo tecnológico, o el hecho de que era buen alumno, y que los profesores parecían amarle de manera incondicional, quizás era todo eso en un conjunto.

- Realmente me encantan, todos ellos – le dijo Ipin devolviéndole la libreta, la que inmediatamente guardo en su mochila.

- Gracias – dijo él algo avergonzado – Vamos, la siguiente clase debe estar por comenzar – la chica movió la cabeza afirmativamente y se colocó de pie.

- Vamos – Lambo terminó de guardar sus cosas y se acercó a la puerta, la chica a su lado.
Comenzaron a caminar por el pasillo rumbo a su salón cuando una pregunta saltó a la cabeza de Ipin, y siendo la chica directa que era, no podía simplemente guardársela.

- Lambo.

- Dime.

- ¿Puedo ver tu llave? – soltó de golpe, a lo que su amigo se detuvo de lleno y le miró con sus ojos verdes cargados de sorpresa.

- ¿Qué? – preguntó.

- ¿Puedo. ver. tu. llave? – preguntó nuevamente esta vez haciendo especial énfasis en cada palabra, notando como esta pregunta parecía descolocar un poco al otro.

- No lo se, no me gusta que la gente la vea – le respondió con duda y algo de tristeza en la voz, Ipin le miró atentamente.

- ¿Por qué? Debe ser hermosa - Lambo desvió la mirada.

- Pues no lo es…- respondió con simpleza, Ipin supo de inmediato que sin quererlo había tocado un punto terriblemente sensible en Lambo ¡Debió tener mas cuidado!

- Lambo, no creo que eso sea verdad – le dijo ella con voz suave – Todas las llaves tienen su propia belleza, no existe ninguna que no sea hermosa de su propia única manera – le explicó ella. El joven de ojos verdes agachó la mirada para luego clavarla en la chica china.

- Esta bien…tu serás la primera persona a la que se la muestro – le dijo él con voz cansada – Solo…- se detuvo – No digas nada… - suplicó mientras rebuscaba la cadena oculta bajo su camisa de colegio.

- Esta bien – le respondió ella con voz suave.

- Allí esta – sacó la cadena y con ella la llave, Ipin tomó esta entre sus manos con cuidado y allí la observó detenidamente. Era oscura, de un metal casi negro, y tenia una línea roja, la joven china solo conocía una palabra para describir la llave de Lambo: “Elegante” , nunca antes había visto una llave como aquella, era hermosa a su manera. Ipin no pudo evitar pensar que la persona dueña de esa llave era seria y algo fría, una sonrisa se dibujo en el rostro de la chica, eso solo significaba que seria el perfecto complemento para la personalidad alegre y calida de Lambo.

- Es perfecta – dijo ella con voz firme – Y no importa que es lo que digan las personas estúpidas…es hermosa – y con esas palabras se ganó una sonrisa de parte de su amigo.

- Gracias.

- De nada.

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Lambo entró en su habitación con aire algo desconcentrado, como si su cabeza estuviese en otro lugar, y llevaba días así, pensativo y meditativo, desde que había hablado con Ipin que estaba así, su amiga la había comentado muchas cosas interesantes, el como el hecho de que su llave fuese así solo podía significar que la persona dueña de esta seria seria y elegante, quizás atractiva, la llave reflejaba todo eso, y Lambo no había parado de imaginar ¿Cuándo conocería a esa persona? ¿Cómo sería? No estaba muy seguro de estar listo para conocer a esa persona, pero había algo que podía afirmar con seguridad, la persona dueña se la llave seria su complemente, su perfecta alma gemela.

¿Cómo hubiese sabido Lambo que ser la perfecta alma gemela de alguien no tiene nada que ver con que las personas sean perfectas?

Muy por el contrario, quizás si se analizaba a si mismo podría darse cuenta que solo alguien con cualidades que él no posee podría llegar a ser perfecto para el, pero Lambo no pensaba en esas cosas, genio o no, Lambo solo tenia 15 años, y como tal solo fantaseaba con la perfección que esperaba encontrar en esa otra persona, sin saber que es lo que le traería su desesperado deseo.

Alguien llamó a la puerta de la habitación sacándole de inmediato de su ensoñación.

- ¡Pase! – exclamó sin moverse de la cama en donde estaba recostado, la puerta se abrió y por esta hizo acto de presencia su madre.

- Lambo querido – dijo ella con voz suave – Tenemos una fiesta en la mansión Vongola - el de ojos verdes agachó la mirada, había escuchado esto miles de veces – Tienes que arreglarse, no podemos permitir que la gente te vea en tu uniforme ¿No es así?

Lambo tardó varios segundos en captar el significado de lo que acababa de decir su madre, cuando finalmente entendió lo que ella había dicho se colocó de pie de un salto y abrazo a su madre con fuerza.

- ¡¡Oh si!! ¡¡Oh si!! – Lambo saltaba de felicidad una vez que se soltó de su madre, la habitación se lleno de la risa de ella y de las exclamaciones alegres del adolescente.

- Aquí te dejo la invitación, no la vayas a perder – le dijo su madre acercándose a la puerta – Nos vamos en una hora, te quiero en el vestíbulo en ese tiempo exacto.

- Por supuesto – le respondió el adolescente casi metiéndose por completo en el interior de su ropero, buscando desesperadamente por algo para usar.

El joven de ojos verdes tomó una ducha y se vistió. Un pantalón de tela, una camisa blanca y una chaqueta sin mangas, no quiso usar corbata porque simplemente sentía que no iba con el. Se miró en el espejo que tenia en su habitación y sonrió, iba elegante pero con un toque de desordenado, lo que iba perfectamente con él. Se colocó su reloj en una de sus muñecas y unas cuantas cadenitas en la otra, su llave oculta bajo su ropa.

Salió de su habitación con invitación en mano y paso seguro, en el vestíbulo sus padres le esperaban elegantemente vestido, su madre le miro y sonrió ampliamente.

- Te ves hermoso.

- Hermoso es para las niñas – se quejó el adolescente.

- Lo siento, esta bien. Te ves apuesto – corrigió su madre con una risita suave.

- Vamos, no queremos llegar tarde – dijo su padre sonriendo también.

La familia Bovino salió de su mansión, un vehiculo les esperaba en la entrada. El viaje había la mansión Vongola fue rápido y silencioso, una vez que el automóvil se detuvo frente a la entrada, los tres integrantes bajaron del automóvil y se encaminaron a la entrada, varios invitados llegaban en ese momento. Lambo pasaba la mirada por todos, si bien había estado en la mansión Vongola incontables veces, siempre que había una fiesta el lugar parecía transformarse en un lugar completamente nuevo, y de hecho así era, cuando se adentraron en el vestíbulo, preciosos adornos en azul lo decoraban todo, Lambo no pudo evitar pensar que estaba en el fondo del mar.

- ¡Vinieron! – escuchó el adolescente una voz conocida acercándose, al voltearse pudo ver a Tsuna impecablemente vestido con un traje blanco, su inseparable capa a los hombros.

- ¡Tsuna! – saludó Lambo con una sonrisa, de inmediato buscando con la mirada a la mano derecha del castaño, el que siempre le regañaba cuando trataba así al joven Vongola, pero no pudo encontrarlo.

- Que bueno que pudieron venir los tres – dijo Tsuna deteniéndose frente a los padres de Lambo e intercambiando saludos.

- ¿Y Gokudera? – soltó el adolescente, a lo que el castaño rió.

- Ocupado – fue lo único que dijo y Lambo supo que el mayor estaba disfrutando con todo esto – Por favor diviértanse – dijo mirando a los padres de Lambo y luego a este mismo – Quizás no encuentre gente de tu edad, pero si te aburres mucho no dudes en ir a molestarme un rato – le dijo dándole una calida sonrisa.

- Nosotros saludaremos a algunos conocidos, se cortes – le dijo su madre.

- Por supuesto – sus padres se alejaron entre los invitados mientras el menor decidió acercarse a la comida, una vez allí sacó un vaso de refresco y comenzó a caminar entre los invitados, buscando un lugar en donde poder estar tranquilo.

Despues de muchos saludos y presentaciones termino en un extremo del enorme salón, cerca de un enorme y precioso ventanal, se podía ver el cielo nocturno, las estrellas y la brillante luna, una sonrisa se dibujó en sus labios, tomó un sorbo de su vaso cuando pudo sentir una mirada insistente, con algo de hastío de volteo, de partida no vio a nadie, hasta que con mas detalle pudo ver a un hombre cerca de una mesa a varios metros de él, quien le miraba fijamente, Lambo se colocó algo nervioso y desvió la mirada, habría jurado que el hombre tenia unos ojos dorados inquietantes.

El adolescente prefirió dejar todo eso de lado y continuar disfrutando de la fiesta, aunque estaba seguro que tarde o temprano terminaría molestando a Tsuna, después de todo era solo un niño de 15 años en una fiesta en donde el promedio de los invitados superaba los 25.

Estaba paseando por el salón cuando su celular comenzó a sonar, sacándolo de su bolsillo se dio cuenta de que se trataba de Ipin.

- ¡Hola! – saludó apenas contestó la llamada.

- “¡Lambo! Supe que estas en la fiesta Vongola” – exclamó la chica emocionada.

- Si ¿Cómo lo supiste?

- “Mis padres están en la fiesta, yo no pude ir”

- ¿Por qué?

- “Mi vestido se arruinó”

- Podrías haberte puesto cualquier otra cosa.

- “¡Por supuesto que no!” – Lambo reprimió una risita.

- Esta bien, esta bien.

- “¿Y? ¿Cómo esta la fiesta? ¿Alguien interesante?” – inquirió ella riendo.

- A ver…- comenzó a pasar la mirada por el salón – Esta el hombre piña y sus acompañantes – le dijo viendo en la distancia como el mencionado hombre se acercaba a Tsuna – Algunos empresarios…un tipo de pelo blanco, nadie mas que parezca interesante – le dijo con voz aburrida.

- “¿Estas aburrido?” – inquirió Ipin.

- Un poco, creo que iré a molestar a Tsuna.

- “Bueno, entonces después hablamos” – se despidió la chica riendo.

- Después hablamos – y tras ello cortó la llamada, como había estado caminando mientras hablaba no se percató de que había alguien frente a el hasta que chocó con dicha persona – ¡Lo siento mucho! – se disculpó de inmediato levantando la mirada para ver con quien había chocado, encontrándose con un peculiar par de ojos dorados, los que le miraban fijamente. - Lo siento, no me percate por donde iba – se disculpo con mas calma, agachando la mirada, esos ojos dorados le haban puesto nervioso.

El hombre de ojos dorados levantó una ceja inquisidora, paso su mirada por el adolescente frente a el y sonrió, su sonrisa estaba cargada de algo peculiar, algo misterioso, como si supiera algo que tu no.

- No es nada – dijo con voz varonil y firme, para luego alejarse entre la gente.

Lambo se quedo estático viéndolo alejarse, hasta su caminar expelía poder y seguridad, el de ojos verdes no pudo evitar preguntarse.

¿Quién era ese hombre?

Oh… ¿Cómo hubiese sabido que pronto lo descubriría?

Fin del capitulo 3.

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